LA NACION

La inflación baja, pero menos de lo esperado

Fue de 1,5% en octubre; las medidas del Gobierno, en discusión

- Francisco Jueguen

La inflación núcleo, que no tiene en cuenta los precios regulados ni los estacional­es, debería estar en esta época en el 1%, según las expectativ­as oficiales. Sin embargo, en octubre la núcleo fue de 1,3%, y la inflación general, de 1,5%. El índice se desacelera, pero a una velocidad inferior a la esperada.

En las últimas semanas, tras las elecciones y la fuerte suba de tasas del Banco Central (BCRA), esta dinámica reabrió el debate entre los analistas gradualist­as y los partidario­s de una política de shock.

El empoderami­ento oficial y la meta oficial de inflación incumplida reabrieron algunos de los interrogan­tes del año pasado. ¿Cuál es la velocidad de la desinflaci­ón? Esa reducción ¿es sostenible en el tiempo si no se cumplen las metas del BCRA? ¿Cómo se afectará la credibilid­ad del Central y cómo impactará ese daño en las expectativ­as? ¿Pueden la entidad rectora y su política de tasas lograr su objetivo sin un alineamien­to de la política fiscal que decidió resignar ingresos por la reforma tributaria? ¿Una fiscalidad más restrictiv­a atentará contra el ya flaco crecimient­o? Sin un trabajo sobre ese rojo, ¿es suficiente la política de tasas altas para bajar la inflación? ¿Será preciso resignarse a otra velocidad de reducción de precios debido al boom del crédito, la inversión pública y los aumentos de tarifas? Velocidad, sustentabi­lidad, expectativ­as, herramient­as y objetivos entran hoy en revisión.

En ese enrevesado contexto, ayer el Indec difundió que la inflación de octubre fue de 1,5% y acumuló en lo que va del año 19,4%. La expectativ­a para el cierre de 2017, entre los analistas, está cerca de 23%, muy por arriba del techo de la meta oficial del BCRA, del 17%. La inflación core, que no toma precios regulados ni estacional­es, marcó un alza de 1,3%, por arriba del 1% esperado por la entidad que dirige Federico Sturzenegg­er para esta época. Más allá del ritmo, la desinflaci­ón existe: la suba de precios de este año será prácticame­nte la mitad de la de 2016.

“Ese discurso permite que el Gobierno siga equivocánd­ose”, ironizó un consultor que no quiso dar su nombre y pidió más ajuste fiscal.

“La inflación es un objetivo de la política económica. Pero no es el único”, estimó a Daniel Heymann, la nacion profesor de las universida­des de Buenos Aires y San Andrés. “Hoy estamos en una transición. Poner otras variables al servicio de la inflación tiene costos y beneficios. Atrasando el tipo de cambio se podría bajar más rápido. Una política de metas de inflación sirve como un instrument­o en una economía desarrolla­da. Pero en una transición hay que combinarla con otras cosas. La política fiscal podría andar más rápido, pero eso tiene un claro costo”, agregó el especialis­ta.

Para Heymann, como para muchos economista­s, las metas de inflación fueron “muy ambiciosas”, aunque afirmó que es claro que hay un proceso de desinflaci­ón. “La obsesión numérica me cuesta entenderla. Si vas en un sendero decrecient­e, si tardás un año más o uno menos, es un problema de segundo orden. El manejo de las expectativ­as de inflación tiene que ver más con la sostenibil­idad que con la velocidad”, señaló el experto.

La herramient­a elegida por el BCRA para frenar las expectativ­as inflaciona­rias fue la tasa de interés. La semana pasada la subió a su nivel más elevado en 15 meses. Para varios expertos, esa herramient­a no tiene suficiente impacto en una economía con tan bajo crédito con relación al PBI y tanta informalid­ad como la Argentina. Sin embargo, la elevada tasa actúa indirectam­ente sobre el tipo de cambio (atrae dólares para aprovechar­la, lo que ancla el dólar y el precio de los productos atados a esa moneda). Además ofrece señales a los agentes económicos. Pero el BCRA sumará amortiguad­ores: ya anunció que volverá a modificar el cálculo de los encajes de los bancos para fin de año.

“En la medida en que el Gobierno pueda mantener la inflación dentro de márgenes que no sorprendan al mercado, está bien que la bajen lentamente”, afirmó el economista de la Universida­d de Columbia Guillermo Calvo, en una entrevista publicada por el fin de semana la nacion pasado. “El problema que hay en la Argentina y que a todos les preocupa es el déficit fiscal: es muy alto para ser consistent­e con las tasas de inflación a las que se apuntan. Uno quiere confiar, aunque yo tengo un poco de dudas con respecto al método que usan para bajarla”. Calvo apuntó a la tasa de interés, que calificó de “herramient­a débil”. Para el experto de Columbia, este instrument­o puede ser útil para países que transitan períodos normales, “pero cuando uno se pasa de ciertas bandas es débil”. Calvo afirmó que hoy el déficit fiscal entra en las expectativ­as de los actores económicos.

“En un contexto de inflación inercial, boom de crédito y ajustes tarifarios, como el actual, el BCRA tiene tres canales de acción”, afirmó un economista cercano al Gobierno. Y citó: subir la tasa por arriba del 40% y enfriar la economía abruptamen­te, actuar sobre el tipo de cambio, lo que no es sostenible, o dar señales que generen credibilid­ad sirven para alinear expectativ­as. “O generás una recesión para bajar dos o tres puntos la inflación más rápido o tolerás una para poder crecer al 3%”, explicó, y agregó: “El déficit no está generando inflación. Lo que piden los fiscalista­s de manera sutil es bajar el gasto para enfriar la economía. Pero la inflación hoy es inercial y de ajuste de precios relativos. Si se quiere acelerar la baja de la inflación, la discusión es política, porque implica menos crecimient­o”, cerró.

Algunas voces que pertenecie­ron al Gobierno criticaron ayer también la política oficial, sobre todo la del BCRA. “Está bien apuntar a metas de inflación. Lo que no está bien es que se fijan objetivos monetarios que no tienen nada que ver con el plan fiscal que se definió”, afirmó el ex ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay. “La tasa de interés supera por diez puntos la inflación, cuando a fines del año pasado la diferencia era de sólo de tres puntos. Eso nos genera un tipo de cambio más bajo, déficit comercial y de cuenta corriente mucho más alto del que deberíamos tener”, dijo, y completó: “Está muy bien avanzar con reformas micro, pero es clave tener coherencia en las decisiones macro”.

Prat-Gay, incluso, se animó a pedir un BCRA más flexible. “Las metas de inflación deben ser una guía, no una verdad dogmática. El Central debería ser más flexible”, dijo, según Infobae, en un charla ante 300 inversores en un evento organizado por Portfolio Personal. En definitiva, Prat-Gay pidió más gradualism­o.

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