La inflación baja, pero menos de lo esperado
Fue de 1,5% en octubre; las medidas del Gobierno, en discusión
La inflación núcleo, que no tiene en cuenta los precios regulados ni los estacionales, debería estar en esta época en el 1%, según las expectativas oficiales. Sin embargo, en octubre la núcleo fue de 1,3%, y la inflación general, de 1,5%. El índice se desacelera, pero a una velocidad inferior a la esperada.
En las últimas semanas, tras las elecciones y la fuerte suba de tasas del Banco Central (BCRA), esta dinámica reabrió el debate entre los analistas gradualistas y los partidarios de una política de shock.
El empoderamiento oficial y la meta oficial de inflación incumplida reabrieron algunos de los interrogantes del año pasado. ¿Cuál es la velocidad de la desinflación? Esa reducción ¿es sostenible en el tiempo si no se cumplen las metas del BCRA? ¿Cómo se afectará la credibilidad del Central y cómo impactará ese daño en las expectativas? ¿Pueden la entidad rectora y su política de tasas lograr su objetivo sin un alineamiento de la política fiscal que decidió resignar ingresos por la reforma tributaria? ¿Una fiscalidad más restrictiva atentará contra el ya flaco crecimiento? Sin un trabajo sobre ese rojo, ¿es suficiente la política de tasas altas para bajar la inflación? ¿Será preciso resignarse a otra velocidad de reducción de precios debido al boom del crédito, la inversión pública y los aumentos de tarifas? Velocidad, sustentabilidad, expectativas, herramientas y objetivos entran hoy en revisión.
En ese enrevesado contexto, ayer el Indec difundió que la inflación de octubre fue de 1,5% y acumuló en lo que va del año 19,4%. La expectativa para el cierre de 2017, entre los analistas, está cerca de 23%, muy por arriba del techo de la meta oficial del BCRA, del 17%. La inflación core, que no toma precios regulados ni estacionales, marcó un alza de 1,3%, por arriba del 1% esperado por la entidad que dirige Federico Sturzenegger para esta época. Más allá del ritmo, la desinflación existe: la suba de precios de este año será prácticamente la mitad de la de 2016.
“Ese discurso permite que el Gobierno siga equivocándose”, ironizó un consultor que no quiso dar su nombre y pidió más ajuste fiscal.
“La inflación es un objetivo de la política económica. Pero no es el único”, estimó a Daniel Heymann, la nacion profesor de las universidades de Buenos Aires y San Andrés. “Hoy estamos en una transición. Poner otras variables al servicio de la inflación tiene costos y beneficios. Atrasando el tipo de cambio se podría bajar más rápido. Una política de metas de inflación sirve como un instrumento en una economía desarrollada. Pero en una transición hay que combinarla con otras cosas. La política fiscal podría andar más rápido, pero eso tiene un claro costo”, agregó el especialista.
Para Heymann, como para muchos economistas, las metas de inflación fueron “muy ambiciosas”, aunque afirmó que es claro que hay un proceso de desinflación. “La obsesión numérica me cuesta entenderla. Si vas en un sendero decreciente, si tardás un año más o uno menos, es un problema de segundo orden. El manejo de las expectativas de inflación tiene que ver más con la sostenibilidad que con la velocidad”, señaló el experto.
La herramienta elegida por el BCRA para frenar las expectativas inflacionarias fue la tasa de interés. La semana pasada la subió a su nivel más elevado en 15 meses. Para varios expertos, esa herramienta no tiene suficiente impacto en una economía con tan bajo crédito con relación al PBI y tanta informalidad como la Argentina. Sin embargo, la elevada tasa actúa indirectamente sobre el tipo de cambio (atrae dólares para aprovecharla, lo que ancla el dólar y el precio de los productos atados a esa moneda). Además ofrece señales a los agentes económicos. Pero el BCRA sumará amortiguadores: ya anunció que volverá a modificar el cálculo de los encajes de los bancos para fin de año.
“En la medida en que el Gobierno pueda mantener la inflación dentro de márgenes que no sorprendan al mercado, está bien que la bajen lentamente”, afirmó el economista de la Universidad de Columbia Guillermo Calvo, en una entrevista publicada por el fin de semana la nacion pasado. “El problema que hay en la Argentina y que a todos les preocupa es el déficit fiscal: es muy alto para ser consistente con las tasas de inflación a las que se apuntan. Uno quiere confiar, aunque yo tengo un poco de dudas con respecto al método que usan para bajarla”. Calvo apuntó a la tasa de interés, que calificó de “herramienta débil”. Para el experto de Columbia, este instrumento puede ser útil para países que transitan períodos normales, “pero cuando uno se pasa de ciertas bandas es débil”. Calvo afirmó que hoy el déficit fiscal entra en las expectativas de los actores económicos.
“En un contexto de inflación inercial, boom de crédito y ajustes tarifarios, como el actual, el BCRA tiene tres canales de acción”, afirmó un economista cercano al Gobierno. Y citó: subir la tasa por arriba del 40% y enfriar la economía abruptamente, actuar sobre el tipo de cambio, lo que no es sostenible, o dar señales que generen credibilidad sirven para alinear expectativas. “O generás una recesión para bajar dos o tres puntos la inflación más rápido o tolerás una para poder crecer al 3%”, explicó, y agregó: “El déficit no está generando inflación. Lo que piden los fiscalistas de manera sutil es bajar el gasto para enfriar la economía. Pero la inflación hoy es inercial y de ajuste de precios relativos. Si se quiere acelerar la baja de la inflación, la discusión es política, porque implica menos crecimiento”, cerró.
Algunas voces que pertenecieron al Gobierno criticaron ayer también la política oficial, sobre todo la del BCRA. “Está bien apuntar a metas de inflación. Lo que no está bien es que se fijan objetivos monetarios que no tienen nada que ver con el plan fiscal que se definió”, afirmó el ex ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay. “La tasa de interés supera por diez puntos la inflación, cuando a fines del año pasado la diferencia era de sólo de tres puntos. Eso nos genera un tipo de cambio más bajo, déficit comercial y de cuenta corriente mucho más alto del que deberíamos tener”, dijo, y completó: “Está muy bien avanzar con reformas micro, pero es clave tener coherencia en las decisiones macro”.
Prat-Gay, incluso, se animó a pedir un BCRA más flexible. “Las metas de inflación deben ser una guía, no una verdad dogmática. El Central debería ser más flexible”, dijo, según Infobae, en un charla ante 300 inversores en un evento organizado por Portfolio Personal. En definitiva, Prat-Gay pidió más gradualismo.