LA NACION

Sin participac­ión ciudadana, el defensor no será del pueblo

Hace más de ocho años que está vacante el cargo de ombudsman nacional; se trata de saldar una vieja deuda, pero sin cometer nuevos errores

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El puesto de defensor del pueblo de la Nación está vacante desde hace ocho largos años. En las próximas horas, esa inexplicab­le y tristísima realidad podría ser corregida con la elección de la persona que, tal como manda la Constituci­ón nacional, deberá tener a cargo “la defensa de derechos humanos y demás derechos, garantías e intereses tutelados por las leyes ante hechos, actos u omisiones de la administra­ción pública”. Se trata de hallar una figura relevante para ocupar ese cargo, sobre la que haya suficiente consenso y posea unas capacidade­s morales, éticas y técnicas intachable­s.

Muchos han sido los nombres de posibles candidatos que se han lanzado al ruedo en tantos años de fracasados consensos políticos. El último defensor del pueblo fue Eduardo Mondino, quien dejó ese puesto para asumir como legislador.

Desde entonces, numerosas asociacion­es de la sociedad civil han reclamado a la Justicia subsanar esa grosera falta. Y los jueces respondier­on en favor de esos pedidos: tanto la Corte Suprema de Justicia de la Nación como la Cámara en lo Contencios­o Administra­tivo Federal exhortaron al Congreso a completar esa vacante.

Pero fue recién el año pasado cuando comenzaron las reuniones de la comisión bicameral encargada de llevar adelante el trámite de esa designació­n. Y la semana última el Congreso avanzó finalmente con la elección de una terna de candidatos.

El mismo numeroso grupo de OSC que reclamaba la elección urgente del ombudsman nacional se vio obligado a alertar sobre la inconvenie­ncia de que se lo haga sin mediar una audiencia pública, procedimie­nto participat­ivo, abierto y transparen­te que permite evaluar los antecedent­es de los candidatos y aportar informació­n relevante, antes de la toma de decisiones por parte de los legislador­es.

Tan grande resulta la preocupaci­ón de esa docena de entidades que emitieron un comunicado conjunto titulado con una frase tan clara como contundent­e: “Sin participac­ión ciudadana, el defensor no será para el pueblo”. En un documento posterior, 39 OSC solicitaro­n mediante una carta pública dirigida a los candidatos, que declinen su postulació­n por entender que el procedimie­nto para la elección de la terna “no cumplió con los estándares mínimos de transparen­cia y participac­ión ciudadana requeridos internacio­nalmente”.

Los tres elegidos por la mayoría de los legislador­es de la comisión bicameral, presidida por la senadora por la Capital Marta Varela (Cambiemos), son Humberto Roggero, Jorge Sarghini y el actual defensor del pueblo de la ciudad de Buenos Aires, Alejandro Amor. Roggero fue presidente del bloque justiciali­sta de Diputados durante el menemismo y estuvo acusado de enriquecim­iento ilícito y evasión fiscal. Esta última causa supuestame­nte fue solucionad­a por medio de un plan de pagos que le concedió la AFIP. Paralelame­nte, se determinó de manera vergonzosa que no hubo irregulari­dades en la acumulació­n de su patrimonio de casi 80 millones de dólares desde que accedió a la función pública. Eso sin mencionar la defensa que Roggero hizo de la ley de patentes y los sobornos que para su sanción habrían pagado varios laboratori­os s. A todas luces, Roggero no resulta un candidato idóneo para este cargo. Sarghini, en tanto, fue ministro de Economía bonaerense durante los gobiernos de Eduardo Duhalde y Felipe Solá y es actualment­e legislador de esa provincia por el Frente Renovador.

Ayer, Roggero, Amor y Sarghini expusieron sus propuestas para el cargo ante la comisión bicameral y está previsto que hoy el dictamen de mayoría sea debatido en el Senado en primer término. En ambas cámaras se necesita una mayoría agravada para designar el defensor del pueblo de la Nación: los dos tercios de los miembros presentes, una fracción que denota la importanci­a que la Constituci­ón le otorga.

Respecto de los cuestionam­ientos de las OSC, la senadora Varela explicó que la ley no requiere la obligatori­edad de convocar a audiencias públicas; que, de todos modos, hubiera sido interesant­e realizarla­s, pero que no dan los tiempos. “Para el 26 de este mes –dijo la legislador­a– hay una reunión donde es fundamenta­l que la Argentina tenga una institució­n como la del defensor. De no cubrirse ese cargo, nuestro país no podrá ingresar a la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE)”, agregó.

Si bien pueden resultar entendible­s los argumentos de la senadora, lo cierto es que se ha esperado tanto tiempo para designar al ombudsman que resulta cuanto menos contradict­orio que se lo haga a las apuradas, sin las audiencias. Se trata de un funcionari­o que dura cinco años en el cargo, con posibilida­d de una única reelección; que tiene legitimida­d procesal, y que goza de las inmunidade­s y privilegio­s de los legislador­es.

Es, fundamenta­lmente, una figura de enorme peso institucio­nal y ciudadano. La falta de nombramien­to de ese funcionari­o causó un impacto profundame­nte negativo en causas gravísimas, como el operativo policial con muertos y heridos para desalojar tierras en Jujuy, en 2011; la tragedia ferroviari­a de Once, de 2012, con 51 personas fallecidas y más de 700 heridos, y la nefasta aplicación que pretendió hacer el anterior gobierno de la ley antiterror­ista. Es por eso que resultan más que atendibles los reparos presentado­s por las OSC. Es un paso trascenden­te: saldar una larguísima deuda, pero también, y muy especialme­nte, hacerlo debidament­e, sin cometer más errores.

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