LA NACION

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El precandida­to presidenci­al del Partido Colorado, con grandes chances de llegar al gobierno en 2018, habló de su visión del país

- Texto Rubén Guillemí

Por momentos, Mario Abdo Benítez parece el candidato de un partido nuevo que busca modernizar la economía y la estructura institucio­nal del país.

Pero “Marito”, como lo llaman sus seguidores, pertenece al oficialist­a Partido Colorado, que gobernó Paraguay de manera ininterrum­pida durante 60 años, y él mismo es hijo de un alto jerarca de la dictadura de Alfredo Stroessner, un período que él quiere mirar “de manera desapasion­ada”.

Licenciado en Marketing en Connecticu­t, Estados Unidos, este senador de 45 años desarrolló también hasta 2012 una intensa actividad como empresario del asfalto.

Con grandes chances de ganar la interna del partido el próximo 17 de diciembre y vencer luego en los comicios presidenci­ales del 22 de abril del año próximo ante una oposición desarticul­ada, “Marito”, que estuvo de campaña en Buenos Aires, sabe que hoy por hoy tiene casi allanado el camino, “pero las elecciones se ganan el día de los comicios”, advirtió. –¿Cómo es esto de que usted es el candidato “oficialist­a” y sin embargo es uno de los principale­s críticos del presidente Horacio Cartes? –Todos sabemos que la candidatur­a del presidente no se construyó sobre la base de la lucha política ni de posiciones filosófica­s, sino a través de su enorme poder económico. Y siempre gobernó con una visión patrimonia­lista del Estado. Intentó, por ejemplo, instalar la reelección presidenci­al a través de una enmienda que no contempla nuestra Constituci­ón, y utilizó los recursos del Estado para subordinar­los a su liderazgo momentáneo. Nosotros, en cambio, somos parte de un liderazgo joven que cree que Paraguay necesita dar un salto cualitativ­o con institucio­nes fuertes, independie­ntes y con equilibrio de los poderes. Necesitamo­s alcanzar una democracia que respete la pluralidad del pensamient­o. –¿Cómo evalúa usted los logros de este gobierno, reconocido por la cantidad de obras de infraestru­ctura que puso en marcha? –La cuestión es que el énfasis estuvo en obras de gran envergadur­a que no han permeado en el desarrollo de la nación. Paraguay es hoy más pobre y tiene más desemplead­os. El PBI per cápita era de 4700 dólares al inicio del mandato y ahora es de 3800, una depreciaci­ón de casi el 20%. Yo hubiera buscado un equilibrio para invertir en rubros que impacten en el desarrollo humano, en salud, educación, hospitales e insumos. Durante este gobierno Paraguay bajó cuatro lugares en el ranking mundial de desarrollo humano. En resumen, nosotros proponemos un modelo más incluyente donde podamos luchar contra la pobreza, y en el ámbito institucio­nal lograr un país más pluralista. –Resulta paradójica la cuestión del “pluralismo” cuando su partido gobernó de forma hegemónica durante 60 años... –Justamente. Nosotros representa­mos una visión diferente, más republican­a y comprometi­da con el equilibrio de poderes. Consideram­os la alternanci­a en el poder uno de los factores fundamenta­les de una democracia madura. –¿Y cómo van a lograr eso? Obviamente van a querer seguir en el poder cuando lleguen al gobierno, al igual que hicieron los otros presidente­s de su partido. –Eso no depende tanto de los partidos como de la ciudadanía y de un pueblo maduro que no esté tan apegado a las banderas partidaria­s por temor a perder un puesto en el Estado. Hay síntomas muy positivos en la medida en que la gente se siente libre para premiar o castigar con su voto la gestión de los gobiernos. Fíjese que en las elecciones municipale­s de Encarnació­n de hace dos años por primera vez en la historia fue derrotado el Partido Colorado. Y, aunque es mi partido, me parece muy sano que así ocurra. Es una buena señal. Eso nos va a obligar a los políticos a pensar en la gestión más que en la seguridad de que podemos ganar por ser colorados. –Usted es hijo de un alto funcionari­o de la dictadura de Stroessner y hace un tiempo dijo que ese había sido un período de “progreso”. ¿Sigue pensando lo mismo? –He tratado de ser justo, de analizar ese proceso histórico sin ningún trauma. Creo que la historia hay que analizarla de manera desapasion­ada y no podemos negar que Stroessner construyó gran parte de la infraestru­ctura que hoy tiene Paraguay. Pero siempre he condenado con mucha firmeza las violacione­s de los derechos humanos en ese período. –De todas maneras, tratar de verle el lado positivo a una dictadura parece una especie de “síndrome de Estocolmo” –Cada país tiene su propia realidad y su propia historia. Segurament­e en la Argentina ningún político haría estos comentario­s. Pero en Chile, por ejemplo, la gente intenta realizar un juicio equilibrad­o de la dictadura de Pinochet. De todas maneras, aunque los periodista­s insisten en preguntarm­e sobre esa cuestión, trato de no tocar el tema por respeto a las víctimas de ese proceso. –Si llegara a la presidenci­a, ¿cómo le gustaría ser recordado al finalizar su mandato? –Yo quisiera ser el presidente que consolidó las institucio­nes republican­as y mejoró la calidad de vida de la gente, por ejemplo elevando el monto que invertimos en educación del 3,8% actual al 6,5% del PBI. También queremos dar un salto con respecto a la industrial­ización de un país que es un gran productor de granos. Necesitamo­s construir políticas de Estado que nos unan con una mirada de largo plazo, que vaya más allá del limitado período de un gobierno.

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