LA NACION

esta selección la va a pasar mal ante un rival ordenadito –-No fuiste al viaje de egresados para jugar una final. El fútbol lo era todo en tu Bell Ville natal.

- Texto Claudio Mauri | Foto Mauro Alfieri

Mario Kempes ya tuvo quien gritara sus goles. Todo un país en el Mundial 78 y miles de valenciano­s en su etapa en España. También tiene televident­es que siguen sus análisis futbolísti­cos por la cadena ESPN. Ahora, a los 63 años, busca lectores para su autobiogra­fía, El Matador, que acaba de presentar durante su visita de una semana a nuestro país. “En los Estados Unidos conocí al periodista Luciano Wernicke, que me dijo: «Tengo que escribir tu autobiogra­fía». Y yo soy vago para hablar de mí, no me gusta mucho, pero me convenció. ¿Por qué no, me dije? «Es un ratito por día, no vas a perder mucho tiempo», agregó, pero me mintió, porque al final fue un trabajo de muchas horas. No me disgustó para nada. Ahora que leo el libro, me encantó la idea de hacerlo. La de transmitir fútbol. No quería cosas raras, chimentos ni intimidade­s. Es mi vida de futbolista”, expresó Kempes, que tiene residencia Bristol, Estados Unidos. –Sí, yo a mi familia la quería mucho, pero posiblemen­te quisiera más al fútbol. Me liberaba de todo el fútbol porque me daba diversión. Y lloré también por el fútbol, hasta cuando perdíamos los intercoleg­iales. Amaba tanto lo que hacía que no me gustaba perder. Quería ganar sin trampa ni pegar patadas.

–En la Argentina está la sensación de que nunca fuiste debidament­e reconocido, de que no hay una noción exacta de tu dimensión futbolísti­ca.

–Es que yo jugué poco tiempo en la Argentina. Dos años antes del Mundial 78 ya me había ido a España. Hay que ubicarse en la época; acá no se veían los partidos por televisión. Ni hablemos de redes sociales. Yo llamaba a mis abuelos por teléfono, vía operadora, para avisarles que había hecho un gol. Messi tampoco jugó en la Argentina, pero acá lo ven todos los días. Y así con Higuaín, Dybala, el Kun Agüero… Aparte, este país, Argentina, yo creo que es agradecido en el momento. Festejamos o sufrimos en el momento. Pero eso del escaso reconocimi­ento no sólo me pasó a mí, fue con todos los muchachos del 78. Hay que hacer una comparació­n con los campeones del 86. Parecería que el primer Mundial que ganó la Argentina fue el del 86. Hay una falta de respeto y de considerac­ión increíbles con los del 78. No podemos ser la lacra del fútbol argentino porque en ese momento estaban los militares. No nos pueden señalar por algo (el tema de los desapareci­dos) que recién después supimos que estaba pasando. Todos deben recordar, cuando ven a Messi, Mascherano, Romero, a toda esta gente, que en la camiseta llevan dos estrellas. Una parecería que no existe y la otra fue la mejor del mundo. Nosotros hicimos lo que había que hacer en un momento muy difícil para el país. Siempre habíamos tenido buenas seleccione­s, pero no habíamos ganado nunca. Nosotros fuimos los primeros.

–¿A quién le darías confianza para que sea el N° 9 en el Mundial?

–(Se toma unos segundos para responder) Hoy, a Icardi, no por desmerecer a los otros, ni mucho menos. Higuaín y el Kun ya tuvieron sus posibilida­des. Dybala no es N° 9. A Icardi, en los dos partidos que lo puso, le llegó poco juego, especialme­nte contra Uruguay. No entiendo por qué lo borró frente a Perú y Ecuador. ¿Qué, Sampaoli va a ir cambiando hasta que uno haga dos goles en un partido y ahí lo deja para siempre?

–¿Te gusta lo que está buscando Sampaoli en general, el estilo que quiere para el equipo?

–Más allá de algunos cambios, están los mismos de los últimos 12 años. Ahora que se consiguió la clasificac­ión hay que empezar a trabajar. Ojalá que me equivoque feo, ojalá, pero creo que a esta selección, si la agarra una bastante ordenadita, la va a pasar mal. No vamos a perder feo porque la Argentina tiene mucho temperamen­to y va a pelear con garra aunque el otro sea mejor. Pero hay que trabajar muchísimo para estar a la altura de Brasil, España, Alemania. No sé cómo vamos a llegar porque los de Europa están en equipos que juegan cosas importante­s hasta el final de la temporada. Se tienen que juntar de alguna manera, de tanto en tanto. Se tiene que formar el equipo, las individual­idades están.

–¿Harías muchos cambios o mantendría­s a la vieja guardia?

–Ahora no se pueden hacer cambios drásticos. Eso va a venir después de Rusia. Ahí sí hay que barajar y dar de nuevo. Tiene que venir un cambio, de cuatro años, pensando en el Mundial. Dejá la Copa América, no importa un carajo la Copa América. A lo sumo es un trampolín para dos años después. Vamos a los bifes, al Mundial.

–¿Creés que el próximo puede ser el Mundial de Messi?

–Ojalá. ¿28 años tiene?

–-30.

–35 va tener en Qatar. Ojalá que este de Rusia no sea el último, pero es el que tiene más cerca y lo debe aprovechar. Para mí, llega bien y es su última posibilida­d. Podés jugar a los 35, no te voy a decir que no, y ser campeón, ¿por qué no?, pero todo ya depende del equipo. Los tiempos se van acortando.

–¿Creés que en los últimos tiempos Messi superó en la Argentina esa barrera de resistenci­a que lo perseguía?

–Siempre tendrá detractore­s. Siempre estará Maradona de un lado y Messi del otro. Yo no lo creo así. Maradona ya pasó, ahora es la época de otro mejor jugador del mundo. No se pueden comparar, cada uno tuvo su momento. La suerte es que los dos son argentinos. Uno tiene un Mundial, perfecto, y el otro los méritos para ser el mejor del mundo.

–Vos jugaste con Maradona. ¿Alguna vez te imaginás cómo hubiese sido hacerlo con Messi??

–Y, si digo lo que dijo Dybala me van a crucificar, jaja. Al lado de estas figuras es muy difícil saber lo que van a hacer. Dybala tiene toda la razón del mundo: es muy difícil jugar al lado de Messi porque no se sabe qué va a hacer. Hay que tener el instinto para adivinar lo que va a hacer. Porque a lo mejor te tira una pared y vos picás para que te habilite. O te quedás parado esperando la pared y él se te va. Esas cosas las tienen estos fenómenos que no piensan la jugada antes de recibir la pelota; la piensan en ese segundo. Muchos creen que Dybala lo dijo en términos de él o yo, en la Argentina somos especialis­tas en tergiversa­r las cosas. Con Diego también era difícil jugar. En el segundo gol a Inglaterra ¿quién se iba a imaginar que iba a hacer eso? Lo de Messi es igual: por ahí tiene cinco enfrente y los intenta gambetear, o tiene uno y te tira una pared. Siempre termina haciendo lo que uno menos imagina.

–¿Y a quién ves como el mejor socio de Messi?

–Puff… es que no sabés cómo va a reaccionar él. Dybala es un buen socio; Banega también… No se me ocurre otro. Los mejores socios de Messi siempre estuvieron en Barcelona, con Neymar, Dani Alves, Alba, un montón.

–¿Lo ves más líder a Messi?

–Diría más comprometi­do con el equipo. En la selección argentina le pasan la pelota y se dan vuelta, que se arregle. Eso le hizo comprender a él que tenía que hacerlos mover a sus compañeros. Va a seguir siendo por mucho tiempo el N° 10, en Argentina y en Barcelona.

–Fuiste futbolista profesiona­l hasta los 41 años y tu carrera de director técnico fue sólo de seis, en clubes menores. ¿La pasión estuvo más en jugar que en dirigir?

–Sí y no. Cuando estuve en The Strongest, en Bolivia, trabajamos muy bien, me sentí a gusto. Pero la dirigencia no nos trató bien, había muchos problemas a la hora de los pagos. Le debían dinero a todos; a nosotros, al plantel. Y me preguntaba: ¿será todo igual, toda la vida así? Igual salimos campeones y volví a la Argentina. Me llaman y me piden que regrese, que el presidente ya no estaba. Me pagaron lo adeudado y no fui más. Ahí se fue un poco la ilusión de seguir de técnico. Tampoco tuve el empresario que me supiera vender, esa es la verdad. Me quedé mucho en ese aspecto, seguí como en la época de jugador, en la que no existía el representa­nte.

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Kempes presentó su autobiogra­fía y firmó ejemplares

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