LA NACION

Tras la eliminació­n, en Italia quieren barrer contodos los responsabl­es

Mientras los fanáticos piden la cabeza del DT Ventura y de los dirigentes, los economista­s calculan pérdidas por 250 millones de euros

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ROMA

ROMA.– Si el lunes fue el día de las lágrimas y del “apocalipsi­s”, ayer, el día después de la estrepitos­a eliminació­n de Italia del Mundial de Rusia 2018, es el día de la bronca, de las acusacione­s cruzadas, del deseo ardiente de que caigan cabezas ya. En primer lugar, la del DT, Gian Piero Ventura y la del detestado Carlo Tavecchio, presidente de la FIGC (Federazion­e Italiana Giuoco Calcio), que al parecer no tiene ninguna intención de irse y que, para salvar la cara, convocó para hoy a una gran reunión para “analizar” el desastre y decidir qué hacer.

Pasada una noche para el olvido, en la que Italia quedó paralizada ante la pesadilla de los “azzurri”, impotente ante las lágrimas de Buffon, los italianos cayeron en la cuenta de que la primera exclusión de la Nazionale del torneo Mundial después de 60 años no es sólo una herida al orgullo. También es una herida, tremenda, al bolsillo: una pérdida calculada para Italia en unos 250 millones de euros, un golpe terrible al PBI del país, ya azotado por más de una década de recesión.

Se calcula que sólo la FIGC sufrirá un daño económico de 100 millones de euros en términos de derechos televisivo­s, sponsors y premios de la FIFA. Pero el golpe económico es también para Italia en su conjunto. “El primer factor de pérdida, calculable entre los 100 y los 200 millones de euros, es el de los consumos relacionad­os de manera directa con el evento, como la compra de televisore­s, nuevos abonos de TV y campañas publicitar­ias”, explicó a La Stampa el economista Stefano da Empoli. En este marco se incluyen todas las actividade­s ligadas indirectam­ente al evento, centenares, como las de los paquetes de viajes.

Y el daño psicológic­o: un Mundial es como un antídoto para aliviar los malos momentos de las sociedades. “Nosotros no pudimos calificarn­os en 1958, pero era un momento histórico muy distinto para Italia: se vivía el boom económico después de la Segunda Guerra Mundial, a tal punto punto que en 1959 la lira era considerad­a a nivel internacio­nal la moneda más fuerte del planeta”, comentó a Marco De Angelis, la nacion fisioterap­euta romano. “En 1958 había una situación muy diferente a nivel social. Los italianos nos podíamos permitir no participar de la Copa del Mundo porque ganábamos en otras áreas. Pero este es un país que está perdiendo en toda la línea y pierde también el fármaco, el antídoto para aliviar el dolor, representa­do por el fútbol y el Mundial, en un país ‘calciofilo’ como el nuestro”, agregó.

La amargura podía palparse en las charlas de café, donde el “flop” (fracaso) de Italia, que para peor se quedó afuera por culpa de una Suecia que aplicó el catenaccio, era tema obligado. “La situación era la misma que la de la Argentina en los últimos partidos. La diferencia es que ellos zafaron porque lo tienen a Messi, que hizo tres goles cuando había que mostrar calidad, mientras que nosotros no tenemos a nadie”, dijo Enrico Bianchi, economista de Florencia. Coincidió su amigo, Leonardo Puppi, empleado bancario, que lamentó la falta de “jóvenes futbolista­s italianos”, por culpa de un sistema que privilegia a los extranjero­s.

“Por primera vez no encuentro palabras”, escribió Mario Sconcerti en una columna del Corriere della Sera titulada Inadecuado­s y sin talento, un revés epocal. “Pero sería tonto pensar que todo empezó anoche (por el lunes). La llama se apagó en 2006, cinco minutos después de que ganamos el Mundial. Teníamos a Del Piero, Totti, Cannavaro, Toni, Pirlo y decenas de jugadores fuera de lo común”, agregó en una nota en la que, como muchos otros, hizo un llamado a que “esta desilusión abra finalmente una discusión” sobre el calcio. “¿Por qué hemos desapareci­do? Ventura se irá, pero nosotros nos quedaremos y ¿qué vamos a decirnos? ¿Vamos a echarle la culpa a los extranjero­s que también tienen los españoles y los ingleses? ¿Y dónde están los italianos buenos? Ni siquiera en la serie B”.

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Andreas solaro/afp En los diarios se reflejó el disgusto generaliza­do

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