La costa es tierra experimental y de algunos experimentados
La prueba piloto de muchas marcas del interior fueron destinos vacacionales en la costa de la provincia de Buenos Aires, en un amplio espectro que va de San Clemente del Tuyú a Pinamar. El objetivo es utilizar la temporada de verano como téster para probar el producto más allá del lugar de origen y además emplear los meses de verano como caja de resonancia a nivel nacional, aprovechando la presencia de turistas de todo el país.
“Arrancar por ciudades balnearias es un buen proyecto: las marcas ahí hacen su pequeña exhibición, prueban la exigencia del público y empiezan a relacionarse con los consumidores de las grandes ciudades”, explican en el Estudio Canudas.
Sin embargo, Mar del Plata es cuna de algunas marcas que calaron hondo en los gustos porteños: las cervecerías artesanales Antares y Baum, y los productos dulces de Balcarce y Havanna. Esta última es un ejemplo no sólo de capacidad de crecimiento a nivel nacional, sino también de una marca que logró una proyección internacional, con más de ochenta sucursales fuera de la Argentina. La marca además ahora avanza con un ambicioso proyecto en el mercado norteamericano donde planea abrir otras 80 tiendas en un plazo de siete años.
Otra marca marplatense que tiene interés en crecer es la confitería Boston, que planea expandirse con 100 locales a nivel nacional e internacional, y no descarta utilizar el modelo de franquicias.
En el noroeste de la Argentina, la identidad de las marcas está muy asociada a la cultura local y tiene todo por desarrollarse a nivel nacional.
Tal es el caso de Almandina, productos de diseño inspirados en los paisajes de la Puna que se venden en los aeropuertos de Buenos Aires y en cadenas de librerías y otros multimarcas. Con respecto al nordeste, Chaco está conquistando posiciones con la marca de zapatos Posco, elegida por figuras políticas de todo el país. También con dos gritos de la moda en el arte y en la política: Milo Lockett y Elisa Carrió, respectivamente.