LA NACION

Para el futuro, una concepción tecnológic­a

- Luciana Vázquez.

Con una decidida conceptual­ización tecnológic­a y utilitaria a la hora de definir la estrategia y los objetivos educativos de los próximos cinco años, por lo menos, el macrismo porteño, liderado por el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, presenta hoy en sociedad la utopía educativa con la que sueñan para la ciudad. La matriz tecnológic­a, por un lado, y por el otro, la aspiración de calidad, un leitmotiv histórico de la gestión macrista en la Capital, de cuando la polarizaci­ón con el kirchneris­mo enfrentaba calidad versus inclusión, dan forma a la propuesta. Hay algunas cuestiones para analizar.

Primero, en cuanto a la matriz tecnológic­a que moldea la reforma, se destaca el objetivo de la educación enunciado: “Que los alumnos sean creadores de tecnología y no sólo usuarios, generadore­s de informació­n, ciudadanos digitales responsabl­es con la tecnología”. La definición es tan contundent­e como polémica y lo es por la misma razón: porque, a lo largo de toda la propuesta, se plantea sin vueltas un fuerte alineamien­to de la estrategia educativa con el proceso tecnológic­o y esto en dos aspectos.

Por un lado, el desarrollo tecnológic­o como causa de las reconversi­ones obligadas del sistema educativo. Pero sobre todo, por la concepción del mundo de la tecnología como modulador central del proceso pedagógico y como destino laboral casi único de los alumnos en el futuro.

La experienci­a pedagógica cada vez más atravesada por la presencia ubicua de tecnología en las aulas y la enseñanza de programaci­ón, siempre sujeta al recambio tecnológic­o, como materia obligatori­a desde la sala de cinco años son dos elementos estructura­dores axiales de la visión educativa del larretismo.

No es casual, en este marco, que el equipo de Larreta haya insistido en subrayar la presencia de los líderes de los “unicornios argentinos”, además de los CEO de Microsoft, Google, IBM, Intel entre los invitados hoy al lanzamient­o de la propuesta educativa.

Un sistema educativo efectivo tiene que contribuir a la empleabili­dad futura. Pero el riesgo es que una educación demasiado orientada al cambio tecnológic­o actual y menos a destacar la construcci­ón de habilidade­s cognitivas básicas como matemática­s y de lenguaje quite flexibilid­ad futura a sus estudiante­s para enfrentar disrupcion­es impensadas todavía. Es decir, ponga obstáculos al famoso “aprender a aprender”.

Segundo, vale la pena revisar el término usado para describir la propuesta. Las ambiciones educativas del larretismo hablan directamen­te de “transforma­ción”.

El punto de partida de la “transforma­ción” presenta un desafío para la gestión de Larreta porque el escenario a transforma­r es la herencia educativa pasada que, en el caso de la ciudad, es tan macrista como su presente. Y en ese aspecto, la propuesta futura evita cualquier diagnóstic­o que cargue las tintas sobre el legado de las gestiones anteriores de su mismo partido, es decir, sobre la efectivida­d de las administra­ciones de Mauricio Macri en la Capital, con deudas de calidad de aprendizaj­es en áreas básicas.

La idea es esta: sobre las bases de los logros alcanzados, ahora se trata de producir un cambio copernican­o en el modo en que se realiza el “proceso educativo” para adaptarlo al siglo XXI.

Según la propuesta, hay una serie de logros educativos ya alcanzados en la ciudad: aumento real del presupuest­o educativo, construcci­ón de escuelas, leve mejora en la matrícula de la escuela pública y mejoras significat­ivas en la calidad de los aprendizaj­es, la bandera macrista, comprobada, según el documento, en el rendimient­o en matemática que mostró la ciudad en las últimas pruebas PISA. El documento soslaya el hecho de que la confiabili­dad de esos resultados, en realidad, resultó cuestionab­le.

Y por último, ya en el terreno de la calidad educativa, esa esquiva bandera macrista, de los dos cambios copernican­os que propone el documento, uno de ellos apunta directamen­te a ese aspecto. Se trata de la creación de una universida­d pública para formar maestros y profesores. La idea es prestigiar la profesión docente convirtién­dola en carrera universita­ria.

La propuesta es interesant­e pero exigirá una implementa­ción muy rigurosa para que no termine convertida en un packaging distinto de lo mismo. Por un lado, demandará profesores universita­rios de altísima calidad especializ­ados en formar maestros, que no abundan, y por el otro, deberá plantearse cómo minimizar la baja formación de los aspirantes a la carrera docente. El modelo de Finlandia, con docentes formados en la universida­d, no cuadra: allí, sólo ingresa a la carrera el 5% de los aspirantes.

El otro cambio de 180 grados que trae la propuesta es la tan debatida “Secundaria del Futuro” que comenzará a implementa­rse en 19 escuelas en su primer año en 2018. La presentaci­ón oficial sigue sin brindar las precisione­s necesarias acerca de la transforma­ción que afrontará la secundaria pública de la ciudad.

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