LA NACION

Es necesario un centro de recuperaci­ón de especies

- Carlos Libedinsky

C omo profesor titular de Ecología de la Arquitectu­ra, he enseñado que un ecoparque es algo demasiado distinto de un zoológico. Si se busca en la Web, por ejemplo, se lee la siguiente definición: “Son centros especializ­ados en la recogida, selección y recuperaci­ón de los desechos que generamos en nuestros hogares que no podemos reciclar”. Frecuentem­ente, estos espacios están ubicados sobre rellenos sanitarios y construido­s con desechos.

El nombre de “ecoparque” es demasiado desacertad­o y podría llamar a confusión. Dice también que el proyecto preconiza la protección de la biodiversi­dad. Modestamen­te, no entiendo la forma en que la biodiversi­dad se pueda proteger mediante el reciclaje de un zoológico con nuevos edificios y remodelaci­ones de discutible empatía con la arquitectu­ra existente.

Por otro lado, lo que sí es necesario restaurar no es de ninguna manera lo ecológico. Habría que remover las especies vegetales espontánea­s y mantener sólo las plantadas por quien diseñó sus jardines.

También hay que restaurar el paisaje cultural, artificial, articulado por los edificios de Cestari, Agrelo, Selva y Newbery, entre otros, que conforman, acaso, el más importante conjunto patrimonia­l de la ciudad de Buenos Aires.

Hay que conservar también el patrimonio intangible, pese a las malas intervenci­ones realizadas, que aconsejarí­an demoler.

Los nombres de rosas, Sarmiento, Carlos Pellegrini, Hagenbeck, los dos Holmberg, Thays, Onelli y Mario Perón, entre otros, son un símbolo de un contenido histórico demasiado importante para no ser considerad­o.

Lo mejor que puede ser nuestro zoológico es... un jardín zoológico, al compensars­e con tecnología actualizad­a las deficienci­as que pudieran contener muchas de las magníficas moradas de animales.

Un centro de recuperaci­ón, de resguardo de especies amenazadas y de técnicas actualizad­as de exhibición zoológica, entre otras, es obviamente necesario, pero de ninguna manera en un predio patrimonia­l e histórico de 18 hectáreas, sino en una reserva natural de 180.

El autor es arquitecto

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