Cantón en la CIDH
Leer el panegírico que Santiago Cantón –secretario de DD.HH. de la provincia de Buenos Aires– le dedica a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) me convence de la necesidad de replantear, en el máximo nivel institucional, las relaciones de los países americanos sobre el funcionamiento de ese organismo. Claros ejemplos de la ideologización que se advierte en el proceder de la CIDH y sus adláteres locales surgen a las claras en los resonados casos de Milagro Sala y Santiago Maldonado. No menores fueron los episodios sucedidos en la convocatoria pública llevada a cabo en octubre de este año en la ciudad de Montevideo, de la que fuimos echados con la complicidad del secretario ejecutivo Paulo Abrão, cercenando nuestro derecho de expresión en un ámbito que debe respetar la igualdad y bregar por la no discriminación. Funcionarios como el doctor Cantón deberían ceder su lugar a quienes puedan defender los derechos y garantías establecidos en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) sin exclusiones. ¿Cantón también considera que “Macri es la dictadura”, que “Maldonado es un desaparecido forzoso” o “Sala una genuina y honesta defensora de los pobres”? A Cantón jamás se le escuchó reconocer los derechos de las más de 17.000 víctimas que dejó el terrorismo en nuestra patria ni las violaciones jurisdiccionales sufridas por los militares presos políticos en la muerte por goteo a que son destinados. El respeto al prójimo y el tratamiento igualitario son la base para la construcción de la paz social, que no se logrará con funcionarios como Cantón, que sólo defienden sus intereses ideológicos. Guillermo Jesús Fanego
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