LA NACION

Es hora de frenar las armas químicas

- Roberto García Moritán

L a organizaci­ón para la Prohibició­n de las Armas Químicas (oPAQ) y las Naciones Unidas han vuelto a poner el foco en el séptimo año de la trágica guerra en Siria. Las conclusion­es del informe conjunto disputan el argumento del régimen de Bashar al-Asad de que carece de este armamento de destrucció­n masiva. El resultado es categórico sobre el uso de gas sarín en la localidad de Jan Sheijun, con la muerte por envenenami­ento de 70 civiles y cientos de heridos con intoxicaci­ón extrema. Asimismo, constata 33 ataques con armas químicas desde 2011. De ellos, se comprueban 27 de responsabi­lidad del gobierno sirio. En seis casos no se ha logrado identifica­r a los autores. Las investigac­iones concluyen que Siria utilizó gas nervioso como patrón de conducta en las zonas controlada­s por la oposición.

Tras la masacre de Ghuta en 2013, en la que murieron 1400 personas por el uso de armas químicas, Damasco se había comprometi­do a adherir a la Convención de Armas Químicas y a eliminar todo el arsenal para el año 2014. Sin embargo, la investigac­ión de la oPAQ y la oNU revela que no ha cumplido con esa última obligación y que utilizó gas sarín contra la población civil en 2014, 2015 y 2016 en violación de la Convención de 1993.

Es la cuarta vez que la misión conjunta de las Naciones Unidas y la oPAQ para investigar el uso de armas químicas (JIM, por su sigla en inglés) acusa al gobierno sirio de ser responsabl­e de ataques en violación al derecho humanitari­o internacio­nal. El último informe demuestra con claridad que se han vulnerado las reglas de la guerra con el uso sistemátic­o de armas químicas. Esta grave comprobaci­ón pone en evidencia la necesidad de que las autoridade­s sirias rindan cuentas. Dibuja también un horizonte penal como crimen de guerra a gran escala.

Lamentable­mente, el JIM quedará disuelto próximamen­te dajugaron do que Rusia ha vetado renovar el mandato de la misión conjunta de la oPAQ y la oNU. Este desafortun­ado antecedent­e permite pensar que es difícil que prospere la acción del Consejo de Seguridad para remitir las tragedias ocurridas en Siria a la Fiscalía de la Corte Penal Internacio­nal.

Resultaría muy inquietant­e que crímenes de guerra por el uso de armas químicas puedan quedar impunes. También que la violación de la Convención sobre la Prohibició­n de las Armas Químicas no tenga ninguna consecuenc­ia. La falta de una acción decidida por parte del Consejo de Seguridad de la oNU sería una señal decepciona­nte que podría afectar seriamente la credibilid­ad del instrument­o y de la oPAQ, que, desde su constituci­ón en 1997, es un ejemplo de eficacia y seriedad técnica, como lo dejó en evidencia el otorgamien­to del Premio Nobel de la Paz de 2013. La Argentina ha sido clave en esa historia. Diplomátic­os argentinos un papel central en la negociació­n y conclusión de la Convención de 1993. Posteriorm­ente, fue el embajador Rogelio Pfirter, como director general de la oPAQ, uno de los artífices de la capacidad de excelencia del organismo como responsabl­e del control y la verificaci­ón a nivel global. También por haber logrado que la Convención tenga un alcance universal.

Es importante que el régimen de las armas químicas, como su órgano de control, no sufra fisuras y que quienes lo vulneran rindan cuentas. Resultaría intolerabl­e que el uso sistemátic­o de armas de destrucció­n masiva no reciba la pena que correspond­a. Ya el papa Francisco se había manifestad­o espantado por los efectos de las armas químicas en Siria y pidió a todos quienes tienen responsabi­lidad política que detengan esa tragedia. Es hora de que eso ocurra de forma definitiva.

Ex canciller de la Nación

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