LA NACION

Lanús afronta el desafío que puede cambiar su historia para siempre: ganar la Libertador­es

El club granate, que jugó en la tercera categoría del fútbol argentino en los ‘70, empieza ante Gremio la búsqueda del mayor tesoro del continente; lo hecho ante River es un estímulo

- Claudio Mauri

PORTO ALEGRE.– Aquella semifinal contra River dejó de ser para Lanús el partido más importante de su historia, para transforma­rse en el más inolvidabl­e, porque ahora está a las puertas de otros dos más valiosos todavía. Nada menos que la serie que lo puede consagrar por primera vez campeón de la Copa Libertador­es. Es un trofeo que divide aguas en la existencia de quienes lo obtuvieron. Deja una huella indeleble en todos. Basta con repasar lo que representó para cada equipo argentino que lo levantó. Racing se ufana de haber sido el primer campeón de nuestro país. Independie­nte, de haberse erigido en el Rey de Copas; Boca, en la amenaza más seria para Independie­nte; Estudiante­s, el primero que sin ser grande se anticipó a otros que debieron trajinar largos años más besar la gloria, como River y San Lorenzo; Argentinos, la proeza del equipo chico con un juego grandioso; Vélez, una obra de Carlos Bianchi.

Ahora es Lanús, ante Gremio, el que quiere sumarse a esa lista. Tiene una Conmebol, una Copa Sudamerica­na, dos títulos locales, ganó las últimas tres finales que disputó al mando de Jorge Almirón, es un club de un sostenido crecimient­o social y futbolísti­co luego de haber dado con los huesos en la tercera categoría del fútbol argentino en la década del 70… Todo ese tesoro, por preciado que sea, se enriquecer­á con una Libertador­es. “Es ahora”, se repite en el campamento granate. Porque algunos pensaban que nunca iban a disputar esta definición continenta­l y otros tantos (Sand, Román Martínez, Velázquez) están seguros de que el futuro no los volverá a poner en una situación similar. Y es ahora porque, en el presupuest­o que había hecho el presidente Nicolás Russo, se había planteado llegar a las semifinale­s. El paso más que se dio no implica conformism­o, sino expectativ­a y ambición por hacer cumbre como nunca antes. Russo elevó el listón: “De los segundos nadie se acuerda”.

Lo realizado ante River (cuatro goles en menos de 25 minutos para revertir una serie que estaba perdida) se asume en Lanús como un estímulo, no como un modelo por seguir. No se puede vivir siempre a expensas de un milagro, de lo heroico. En realidad, el equipo está muy bien ejercitado en correr de atrás. ¿Cómo empezó en la Copa, allá por la primera quincena de marzo? Con una derrota 1-0 ante Nacional en Montevideo. Ocho meses después, de aquella formación se repetirán esta noche 10 apellidos, con la excepción de García Guerreño por Herrera. Luego, la etapa de grupos se la adjudicó con cierta comodidad, con un puntaje que se incrementó por las tres unidades que le dio la Conmebol por la mala inclusión de un jugador de Chapecoens­e, que había ganado 1-0 en la Fortaleza. Esa cosecha de 13 puntos le permitió definir de local todos los play-off, con victorias ante The Strongest, San Lorenzo y River.

Lanús agradece este nuevo formato de competenci­a a lo largo del año calendario. Le permitió recuperar jugadores, no sobrecarga­rlos. Que se sepa de memoria la formación habla de un equipo consolidad­o, que encontró sus piezas, pero también de lo corta que es la nómina, de la escasez de un recambio que permita mantener el nivel. Futbolísti­camente, este Lanús es menos que el que hace un año y medio bailó a San Lorenzo en el Monumental. Es cierto, ya no están el sólido zaguero paraguayo Gómez ni esa culebra indetectab­le que es Miguel Almirón. Pero también bajaron su rendimient­o el lateral Gómez y Román Martínez.

Fue resignando presencia y volumen de juego, causas que en el Nuevo Gasómetro y en el Monumental lo llevaron a arrinconar­se en su campo. Algunos jugadores hicieron autocrític­a y no disimularo­n el pudor por apenas haber pateado al arco. Faltó esa grandeza que se le despertó de local. El presidente Russo, sin querer sonar como un entrometid­o, le dejó una demanda a su director técnico: “Le dije a Almirón: A ver si ganamos o sacamos un buen resultado en Brasil para no tener que sufrir de local”.

El pedido de Russo no es de fácil cumplimien­to. Lucas Pratto, delantero de San Pablo, explicó qué clase de oposición es Gremio: “De local te presiona mucho y de visitante sabe jugar. Para mí es el mejor del Brasileira­o, aunque el campeón fue Corinthian­s”. De visitante, últimament­e no se vio la mejor versión de Lanús. También dejó constancia de que por adversa que haya sido la ida, se reservó la última palabra para la Fortaleza. Ahí es donde se definirá todo y donde se cantó por un equipo que se está curtiendo para ser campeón.

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SebaStIán domeneCh Acosta y Sand, los constructo­res del gran sueño continenta­l granate; esta noche, desde las 20.45, en Porto Alegre, la primera final ante Gremio
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Alejandro santa cruz / télam el optimismo de pepe sand, el gran goleador de lanús, en el reconocimi­ento del estadio de Gremio

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