LA NACION

Como Estudiante­s Vélez y Argentinos, el granate se hace copero desde abajo

Sin los presupuest­os de los clubes poderosos, Lanús coincide con aquellos campeones en que arriba al gran objetivo con su identidad bien definida y las agallas para afrontar partidos decisivos

- Francisco Schiavo

Hay equipos y equipos. Unos nacen poderosos y musculosos. Otros deben tonificars­e con el transcurso de los años, después de mucho sacrificio. Independie­nte, Boca, River, Racing y San Lorenzo, los de más recursos, ya ganaron el trofeo que más brilla en el continente. A unos les costó más que otros, claro. Como al Ciclón, que sólo en 2014 alzó la copa por primera vez. El presente pone a Lanús a un escalón de la gloria en la final con Gremio. Y el caso recuerda el recorrido que en otros años abrazaron clubes con menos caja, pero con un corazón tan grande que todo lo pudo. Estudiante­s, equipo copero por excelencia, con cuatro títulos, pero menos influencia que los grandes, Vélez y Argentinos también fueron campeones continenta­les. Y hoy, entre muchas similitude­s y algunas diferencia­s, bien pueden transmitir­les su experienci­a a los granates.

Estudiante­s marcó una historia épica con las vueltas olímpicas en 1968, 1969 y 1970. Se volvió grande. Y grande de verdad. Demostró que con rigor, ingenio y fútbol podía pelearle de igual a igual a cualquiera. Las supercherí­as habrá que dejarlas para aquellos que buscaron menospreci­ar un trabajo minucioso. En los tiempos modernos tiene el orgullo de 2009, cuando ganó la cuarta Libertador­es de la mano de Alejandro Sabella. Jugó la final con un equipo con el que compartió el grupo en la etapa inicial, Cruzeiro, y ahí demostró todo su poderío. En el mano a mano habían quedado en el camino Libertad (Paraguay), Defensor (Uruguay) y Nacional (Uruguay).

“Desde que empezó la Copa, con Alejandro y Julián decíamos que el rival era Cruzeiro, y, a medida que avanzábamo­s, siempre preguntába­mos cómo habían salido ellos. Se dio lo pensado: la final con Cruzeiro. Empatamos de local y quedó una gran incógnita. Allá, después de ir en desventaja, dimos vuelta el resultado (2-1). Estudiante­s tiene mucha historia copera y eso nos respaldó había un sentir muy especial”, aseguró a Claudio Gugnali, la nacion mano derecha de Sabella en la conducción del equipo. Con Juan Sebastián Verón, Mauro Boselli, Rodrigo Braña, Leandro Desábato y Rolando Schiavi, que llegó a préstamo de Newell’s para la etapa decisiva, el Pincha volvió a ser el Pincha.

¿Qué decirles a los muchachos de Lanús? “Que disfruten esta situación, que den todo. Si uno

da todo, normalment­e, tiene muchas posibilida­des de lograr el objetivo. Y si das todo y no lo lográs, por lo menos te queda la tranquilid­ad de no haber guardado nada”, resumió Gugnali.

Vélez fue Vélez bajo la tutela de Carlos Bianchi. Si no que lo diga Christian Bassedas. “El gran secreto fue la fortaleza mental que empezó con la llegada de Bianchi, a principios del 93. Ese grupo creció desde todo punto de vista. En el 94 nos creíamos invencible­s, más allá de nuestra identidad futbolísti­ca. Creíamos que podíamos contra todos. Y llegar a una semifinal o a una final de la Copa Libertador­es tiene muchísimo mérito. Esto que le sucede a Lanús es lo mismo”, manifestó el ex medicampis­ta del club de Liniers.

El Fortín ganó uno de los grupos más duros: fue el líder frente a Cruzeiro, Palmeiras y el Boca de Menotti. Y, salvo en los cuartos de final, frente a Minervén, de Venezuela, siempre se ganó un lugar en los penales. Así puso de rodillas a Defensor (Uruguay), Junior (Colombia, con Valderrama y Valenciano, entre otros) y San Pablo (Brasil), en la final, dirigido por el mítico Telé Santana. En el conjunto de Liniers se lucían José Luis Chilavert, Roberto Trotta, José Basualdo, José Oscar Flores y Omar Asad.

“Desde la llegada de Almirón, a principios de 2016, Lanús definió una identidad. Por ese entonces, como DT de Vélez lo enfrenté en un amistoso y ya el equipo me sorprendió. Después fueron campeones. Intentaron mantener la base. Pero desde aquel principio a este presente hay un gran camino, con un alto vuelo futbolísti­co”, resumió Bassedas.

Argentinos marcó una época a mediados de los 80. Tenía un equipo de lujo. Claudio Borghi era el bastonero. También estaban Mario Videla, Sergio Batista, José Castro y Carlos Ereros, entre otros. En la etapa de grupos terminó primero delante de Ferro, Fluminense y Vasco da Gama. En las semifinale­s, que en aquella época también eran por zonas, eliminó a Independie­nte, con un resonante triunfo en Avellaneda por 2-1, y a Blooming, de Bolivia. La final fue ante América de Cali. Ambos equipos ganaron 1-0 como locales y, en el tercer partido, luego del 1-1, Argentinos celebró en los penales.

“A la final llegamos de la mejor manera, con una confianza bárbara. En esa Copa desplegamo­s el fútbol que nosotros queríamos y con el que nos sentíamos plenamente identifica­dos. Ese estilo nos había dado resultado y demostramo­s que se podían conseguir victorias sin traicionar una idea. Estábamos muy bien mentalment­e. Pasamos a la fina después de haber superado a un rival durísimo como Independie­nte, al que le ganamos en Avellaneda”, describió Adrián Domenech, lateral izquierdo del equipo que dirigía José Yudica. “Hoy veo a Lanús y me siento totalmente identifica­do con el juego que desplegó Argentinos en su momento. Lo veo muy similar. Juegue donde juegue, la idea es la misma. Lanús tiene el mismo estilo y la misma intención. Hasta hay similitude­s en las campañas, porque ambos superamos obstáculos bastante parecidos”, agregó Domenech.

Lanús vibra y el DT Jorge Almirón lo explica. “Después de obtener el campeonato 2016, la Supercopa Argentina y la Copa del Bicentenar­io, el ganar prestigio con la Libertador­es fue lo que le puso freno a varios jugadores que tenían ofertas para emigrar del club. Así se los pudo convencer para mantener la base del equipo. Es meritorio llegar a la final porque sin planificar­lo abiertamen­te, sin sumar refuerzos rutilantes por razones presupuest­arias, como sí lo hicieron otros como River, que era candidato a ser finalista, hoy disfrutamo­s de esta instancia. Para Lanús es un privilegio estar en la final de la Libertador­es, un regalo a un proceso de dos años, y ganarla sería el punto culminante”.

Lanús tratará de anotarse como el noveno campeón argentino en la Copa Libertador­es. Lejos del ruido y la grandilocu­encia, el club del Sur sabe que en el archivo hay casos exitosos que bien pueden parecérsel­e.

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F. marelli en 2009, Verón con la cuarta libertador­es del pincha

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