Germán Suárez. El marino que su esposa llora entre críticas a la Armada
MAR DEL PLATA.– Nadie la podría convencer de que hay esperanzas. Tuvo siempre enormes gestos de fe. Pero ayer dijo basta. Y con la historia cerrada para ella, dijo que no iba a callarse más. Itatí Leguizamón, esposa del cabo primero Germán Suárez, contó ayer en medio del dolor que en 2014 el submarino tuvo una emergencia en inmersión. “Se despidieron, se dijeron que fue un placer servir a la patria y se prepararon para morir”, reveló Leguizamón sobre aquella desgracia, en la cual Suárez creyó ver el fin de su vida. La superó y volvió a embarcarse en el ARA San Juan.
Leguizamón sacó a la luz esa anécdota, nunca antes difundida por temor a represalias, para ligarla con el incierto destino que tuvieron el buque y sus 44 ocupantes. “Lo voy a decir porque ya está, ya murió”, afirmó.
Suárez era uno de los sonaristas del submarino y con pasión disfrutaba de su trabajo. Lo conoció aquí, en Mar del Plata, donde él prestaba servicios desde hacía varios años y donde ella se había instalado para ejercer como abogada. Hace poco más de un año y medio se casaron.
“Sin fe estaría tirada en el piso”, había dicho Leguizamón a comienzos de esta semana, cuando todavía confiaba en el operativo y, por sobre todo, en los compañeros de su marido, a los que en todo momento destacó por su capacidad profesional. “No creo que vuelva a querer subirse a un submarino después de esto”, dijo cuando creía posible el ansiado reencuentro. Ya sin paciencia ni ilusiones, lanzó críticas con palabras cuidadas pero intensas. “Acá la culpa es de los 15 o 20 años de abandono que tienen las Fuerzas Armadas”, disparó. Siente que ya no tiene por qué callar.