LA NACION

Romper los estereotip­os masculinos, la clave de una iniciativa

Buscan que las actividade­s domésticas sean compartida­s

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En la casa de Guillermo y Paula Beade, el despertado­r suena a diario a las 6.15. Mientras Paula se baña y prepara a Emiliano, de 9, y Ramiro, de 5 años, Guillermo se encarga del desayuno y de llenar las luncheras. Paula los lleva al colegio y después se va al trabajo, pero como él no se va hasta las 10, se queda ordenando la casa, hace las camas y deja todo acomodado para que cuando vuelvan su esposa y sus hijos encuentren la casa organizada.

“Imaginate si viene de trabajar y tiene que empezar a rebobinar toda la casa. No paso el trapo ni plancho, pero por lo menos dejo todo ordenado”, dice Guillermo. A Paula le tocan las tareas domésticas de la tarde y la noche. Las compras las hacen juntos y, en general, la que cocina es ella. Pero eso también varía. “Así nos organizamo­s. No soy de los que se sientan en el sillón a ver tele mientras la mujer cocina”, cuenta.

Pocas cosas hacen enojar tanto a Mariela Miró como que su marido anteponga el “te” a cualquier tarea doméstica. “Te lavé los platos o te saqué la basura”, puede ser el comienzo de una discusión. “Lo que más me molesta es que la gente diga: «cómo te ayuda tu marido». Porque lo que él hace es ayuda. Y lo que yo hago… ¿qué es?”, dice esta diseñadora de 33 años madre de dos chicos.

“Hay una idea de que todo lo de la casa tiene que ver con nosotras y que los hombres nos hacen una favor, nos dan una mano. Es cierto que las cosas van cambiando, pero todavía hoy somos nosotras las que seguimos llevando la mayor carga. Y muchas veces, por ejemplo, si mi marido lava los platos, lo hace más o menos, como para que no se lo vayan a atribuir como una tarea suya”, dice Mirtha, de 53 años y contadora.

A estos argumentos apunta la campaña #Compartamo­sElCuidado, que lanzaron las Naciones Unidas. En muchas de las placas que ya circulan en las redes se ven hombres planchando, lavando, cocinando o haciendo la tarea con los hijos. “En casa no ayudamos, compartimo­s el cuidado”, dice Francisco Yofre, oficial de programas de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón.

“La mayoría de los hombres empiezan a cambiar hábitos y masculinid­ades. Estamos en una transición. Se empiezan a romper esos cristales de masculinid­ad. Y es un proceso”, concluye Florencia Yanuzzio, directora de la Fundación Avón.

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