Cayó la mujer que tenía como misión reorganizar la Cosa Nostra
Mariangela Di Trapani contaba con la bendición de otros capos presos
ROMA.– La llamaban simplemente la padrona (la patrona). Y después de la muerte del capo de todos los capos, Salvatore “Totó” Riina, Mariangela Di Trapani, al frente del poderoso clan mafioso Resuttana de Palermo, Sicilia, había recibido una orden bien precisa: reorganizar la Cosa Nostra.
Pero no pudo ser. Di Trapani, esposa del histórico boss mafioso Salvino Madonia, cayó ayer en una redada de la policía antimafia junto a otras 24 personas. El operativo no sólo descabezó al clan de Resuttana, sino también al clan de San Lorenzo, grupos mafiosos que lucraban con extorsiones y demás tráficos ilícitos en Palermo. Además dejó en claro que era una mujer, la padrona, la que mandaba. Lo hacía tan bien que, a partir de la muerte de Riina, el 17 de noviembre pasado, había sido elegida por los viejos padrinos de la Cosa Nostra para reorganizarla.
“Se porta como un hombre”, decían de ella los hombres de honor, admirados. Pese a estar en su mayoría en la cárcel y bajo el régimen carcelario durísimo –denominado del 41 bis–, Di Trapani lograba comunicarse con ellos y ser un nexo clave, según hizo saber el procurador, Francesco Lo Voi.
La conexión comenzaba a partir de su marido, Salvino Madonia, capo mafioso que también se encuentra bajo régimen carcelario duro, en aislamiento: fue condenado a prisión perpetua por el asesinato, en agosto de 1991, del empresario Libero Grassi, alguien que se negó a pagar el pizzo, el impuesto mafioso, convirtiéndose en un símbolo de la lucha contra la mafia. Mariangela se casó con Madonia cuando él, su novio de siempre, ya estaba en la cárcel dell’Ucciardone, en Palermo, condenado de por vida, en 1992. Con él logró tener un hijo por inseminación artificial.
A la padrona no le faltaba currículum para ser designada al frente de la Cosa Nostra: hija del capo Francesco “Ciccio” Di Trapani y hermana del mafioso Nicola, que de chica la llamaba la picciridda, la pequeñita.
Di Trapani había salido de la cárcel hace dos años, después de haber descontado una pena de ocho años, algo digno de un capo. Salida de prisión, enseguida había vuelto “a trabajar” para reconstruir el poder de su clan, desde siempre cercano al capo dei capi, Riina.
Aprovechaba de los coloquios que podía tener en la cárcel con el marido y con los cuñados Nino y Giuseppe –también condenados a perpetua–, para mantener los contactos familiares con el clan de Resuttana, liderado por los Madonia.
Un mafioso arrepentido, Manuel Pasta, contó que Mariangela “comunicaba el plácet de los Madonia para las designaciones al frente de las familias”. Mariangela se reunía con capos importantes de la organización, como el fugitivo Salvatore Lo Piccolo, que en sus coloquios con el marido llamaba “la tía Rosalba” o con el capo Antonino Ciná, médico de Riina.
Como en una película, Mariangela había sido arrestada en 2008, después del asesinato, en enero de 2006, de otro capomafia del barrio de San Lorenzo, Giovanni Bonanno, culpable no sólo de haberse llevado dinero de los Madonia, sino, sobre todo, de haber divulgado el rumor de que su hijo no era fruto de una probeta, sino de una traición. Una afrenta que no podía quedar impune.
Como destacó Luigi Ansoloni, del Giornale di Sicilia, Di Trapani no es la primera mujer que llega a liderar la Cosa Nostra: el último caso es el de Patrizia Messina Denaro, hermana del capo fugitivo, Matteo Messina Denaro, que fue arrestada en 2013. Según los investigadores, “tenía un rol de nexo con el hermano para intercambio de informaciones y para la coordinación de los recursos económicos”.