Brigada antigrafiti
Buenos días, soy María y vivo en Palermo. Mi barrio me encanta por su arquitectura, sus locales, sus bares y, sobre todo, por su arte callejero. La puerta de mi casa fue hasta ahora un espacio en el cual los artistas callejeros o “vándalos”, en función del punto de vista de cada uno, dejaban sus huellas a diario. Como me gusta el arte urbano, personalmente no me molesta en absoluto que pinten la puerta o el frente de mi propiedad, e incluso me da una cierta seguridad. El miércoles 29 de noviembre de 2017, empleados del Ministerio de Ambiente y Espacio Público pintaron sin mi autorización la puerta de mi casa y una parte de la fachada para eliminar grafitis, stickers, etc. Ese servicio, que es gratuito y que, según el sitio del gobierno de la ciudad, debe ser efectuado con gel removedor,
hidrolavado y pulido, fue realizado sin los recaudos mencionados. El servicio en sí me parece solidario, útil y más que estupendo para los ciudadanos que desean mantener sus frentes intactos. Sin embargo, creo que es necesario contar con el consentimiento previo del dueño/a de cada propiedad. El miércoles, cuando volví a mi casa, casi me muero al ver la puerta y la fachada pintadas de un verde horrendo. Peor aún, el trabajo fue realizado de manera vergonzosa. No removieron ningún sticker ni publicidad pegados en el frente y directamente pintaron por encima de todo eso, incluso sobre los que se estaban despegando. Mancharon la manija de mi puerta, el timbre, la cámara de seguridad y la placa con mi número de residencia. La verdad, pareciera que pintaron con una cola de vaca porque, además de dejar salpicaduras por todos lados, no pintaron de manera pareja. Y lo que terminó por indignarme del todo fue que me quedé fuera de mi casa durante 20 minutos porque la pintura había infiltrado y pegoteado todas las cerraduras. ¿Sería mucho pedir que el servicio fuera realizado a la altura de la proposición?
María Ghesquiere
marianoel.ghes@gmail.com