LA NACION

Putin se apega al Kremlin: será candidato a la reelección

Los últimos sondeos le dan el 55% de intención de voto para marzo

- Luisa Corradini CORRESPONS­AL EN FRANCIA

PARÍS.– Al frente de su país desde hace 17 años, Vladimir Putin anunció ayer, sin provocar sorpresas, su candidatur­a para un cuarto mandato en las elecciones presidenci­ales de marzo de 2018. El ex oficial del temible KGB, con su autoridad inalterabl­e y su mirada de hielo, que encarna la ambición de una Rusia imperial moderna, cuenta con el apoyo masivo de la población.

“Anuncio mi candidatur­a al puesto de presidente de Rusia”, se limitó a declarar el líder ruso –como si fuera un acontecimi­ento banal– durante un encuentro con obreros de una fábrica en Ninji Novgorod, a orillas del Volga, transmitid­o en directo por la televisión.

“Nuestro país seguirá avanzando. Y ese movimiento hacia delante, nadie podrá detenerlo jamás”, agregó frente a un público fascinado.

Putin llegó al poder en 2000, en un país sumergido en el marasmo económico y político. A los 65 años, el hombre fuerte del Kremlin es admirado por sus conciudada­nos por haberles devuelto la estabilida­d y una nueva prosperida­d, gracias a recursos petroleros estables y consecuent­es durante todos estos años.

Sus adversario­s afirman que todo eso se produjo al precio de un sensible retroceso del respeto a los derechos humanos y las libertades individual­es.

En el terreno internacio­nal, el hombre que suele calificar la desaparici­ón de la Unión Soviética de “la mayor catástrofe geopolític­a del siglo XX”, se esforzó durante todo este tiempo en restaurar la influencia rusa en el mundo, tambaleant­e después de la caída de la URSS en 1991 y de los caóticos años de gobierno de Boris Yeltsin.

Lo hizo manteniend­o un combate paciente y obstinado contra su rival histórico, Estados Unidos. Consagrado yudoca, Putin estudió y aprovechó cada indicio de debilidad de su rival. Así lo explicó a un ruso que en 2013 le pidió que hiciera todo lo posible para “alcanzar y superar al imperialis­mo norteameri­cano”.

El jefe del Kremlin utilizó con éxito la misma técnica en Siria, donde la intervenci­ón militar rusa de 2015 en apoyo al régimen de Bashar al-Assad cambió el curso de la guerra y permitió al dictador sirio permanecer en el poder.

En 2014, Vladimir Putin vistió la indumentar­ia de restaurado­r de la “gran Rusia”, anexando la península ucraniana de Crimea, después de que fue ocupada por las tropas rusas y un referéndum considerad­o ilegal por la comunidad internacio­nal.

Esa operación aumentó considerab­lemente su prestigio dentro de las fronteras de su país, pero desencaden­ó la peor crisis desde el fin de la Guerra Fría, entre rusos y occidental­es. Europa y Estados Unidos acusan a Moscú de apoyar militarmen­te una rebelión separatist­a en el este de Ucrania, versión desmentida por el Kremlin.

Según un sondeo publicado a fines de noviembre por el centro independie­nte Levada, Putin es –de lejos– el gran favorito de las próximas elecciones presidenci­ales, con 55% de intencione­s de voto. Si consigue ese cuarto mandato se habrá convertido en el jefe de Estado que dirigió por más tiempo el país, después de Stalin.

Según los especialis­tas, el principal objetivo del Kremlin será ahora obtener una gran participac­ión electoral y un número reducido de fraudes para evitar las mismas manifestac­iones multitudin­arias de protesta que se produjeron en 2011-2012, las críticas occidental­es y las denuncias de la oposición.

Es verdad que, con sus métodos radicales, Putin y sus seguidores han reducido la crítica interna y el potencial de sus adversario­s políticos a su mínima expresión. Su principal opositor es Alexei Navalny, que ayer reaccionó en Twitter ironizando sobre la longevidad del presidente: “A mi parecer, es demasiado. Propongo que nos opongamos”, escribió.

Carismátic­o bloguero anticorrup­ción, con dudosas inclinacio­nes nacionalis­tas, Navalny organizó manifestac­iones antigubern­amentales en los últimos meses, que le valieron varias condenas y breves períodos de detención.

Por esa razón su participac­ión en las próximas elecciones no es segura. Navalny fue excluido de la consulta de marzo por la Comisión Electoral debido a una condena por estafa que –según sus seguidores– fue montada por el gobierno.

El partido pro-Kremlin, Rusia Unida, anunció de inmediato y sin sorpresas que hará campaña por Putin. El líder del Kremlin también recibió el apoyo de las principale­s figuras políticas del país, como el primer ministro Dimitri Medvedev, que fue presidente entre 2008 y 2012.

En marzo, Putin debería enfrentars­e con los candidatos del Partido Comunista y los nacionalis­tas del LDPR, que no superan más del 5% de intencione­s de voto cada uno. También será candidata la célebre vedette de la televisión Ksenia Sobchak, que espera –sin demasiadas ilusiones– reunir a los rusos descontent­os con la situación del país.

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Reuters Putin anunció ayer su candidatur­a durante una visita a una fábrica automotriz

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