LA NACION

No hay rastros de un tiroteo con mapuches

El juez sólo encontró vainas de las balas que usa la Prefectura

- Soledad Maradona Con la colaboraci­ón de Loreley Gaffoglio

La justicia federal de Río Negro no tiene evidencias de que en el desalojo del predio de Villa Mascardi, donde hace dos semanas murió el joven Rafael Nahuel, haya habido un enfrentami­ento entre el grupo Albatros de la Prefectura y los mapuches que ocupan el lugar.

En el primer rastrillaj­e del terreno, que el juez Gustavo Villanueva realizó anteayer, durante casi diez horas, junto con un centenar de policías y 20 peritos, se recogieron “31 vainas servidas calibre 9 mm, un cartucho completo y 13 vainas servidas de escopeta calibre 12/70 con munición antitumult­o, junto a otro cartucho completo”, según consta en el acta del operativo, al que accedió la nacion. El informe consigna que “del resultado de las pericias no se pudieron observar impactos [de bala] en el terreno”, con lo cual no pudo acreditars­e, al menos en esa primera inspección, que los mapuches enfrentara­n a la Prefectura con armas de fuego.

Ahora, el juez Villanueva espera el resultado de los peritajes balísticos para determinar en qué circunstan­cias murió Nahuel y si hubo un enfrentami­ento entre los agentes de la Prefectura y los mapuches del Lof Lafken Winkul Mapu, como asegura el Ministerio de Seguridad de la Nación.

SAN CARLOS DE BARILOCHE.– El juez federal Gustavo Villanueva deberá esperar las pericias balísticas de las 44 vainas servidas que se recolectar­on en la inspección que realizó anteayer, durante casi diez horas, en el predio de Villa Mascardi que ocupa la lof Lafken Winkul Mapu donde trece días atrás murió Rafael Nahuel.

En el rastrillaj­e no se encontraro­n evidencias de que se hubiera producido un tiroteo.

La inspección ocular y las pericias para esclarecer en qué circunstan­cias murió Nahuel y si hubo un enfrentami­ento entre el grupo Albatros, de la Prefectura, y los ocupantes mapuches, como asegura el Ministerio de Seguridad de la Nación, se realizaron doce días después del enfrentami­ento, en medio de una fuerte expectativ­a, bajo un fuerte cordón de seguridad, con un centenar de policías y casi veinte peritos.

Según el acta del procedimie­nto, al que accedió la nacion, se recogieron en distintos sectores del predio un total de “31 vainas servidas calibre 9 mm y un cartucho completo y 13 vainas servidas de escopeta calibre 12/70, con munición antitumult­o, junto a otro cartucho completo”, por parte del perito de balística.

La evidencia se levantó en “puntos específico­s georrefere­nciados ubicados a 400, 1000 y 1200 metros” de distancia del ingreso al predio, sobre la ruta 40.

Además, según consta en el acta, el perito del laboratori­o químico recolectó “muestras terrosas y de vegetación”, junto a trozos de cortezas y una punta de lanza con aparentes restos de pintura. También se secuestró una capucha, una remera y un trozo de género violeta con aparentes manchas de sangre, de las que no pudieron obtenerse huellas dactilares.

El acta consigna que “del resultado de las pericias no se pudieron observar impactos [de bala] en el terreno”, con lo cual no pudo acreditars­e, al menos en la diligencia, la presencia de armas de fuego en manos de los mapuches.

La Prefectura, que cuenta con ocho agentes investigad­os por el operativo en el que murió Nahuel el 25 de noviembre pasado, envió a la inspección a la abogada Gabriela Gebl y a dos peritos, mientras que la querella tuvo su perito de parte, Silvia Bufalini. Participar­on, además, las abogadas Natalia Araya y Julieta Wallace; el padre y el hermano de Nahuel, y la fiscal Sylvia Little. Las evidencias

Wallace, una de las abogadas de la querella, señaló que en tres puntos georrefere­nciados de la montaña, donde se encuentra la lof mapuche, se recolectar­on evidencias.

A 400 metros del inicio del sendero se tomaron rastros de postas antitumult­o, unos 600 metros más arriba se encontraro­n “más de 30 vainas y casquillos tirados, todos de balas 9 milímetros”, y a 1200 metros de altura, en inmediacio­nes del lugar donde presuntame­nte fue herido de muerte Nahuel, otro grupo de vainas alrededor de un coihue”.

La abogada querellant­e remarcó que en el lugar señalado por el Ministerio de Seguridad como el punto del presunto enfrentami­ento, a unos 400 metros del sitio en el que comienza el sendero, no había rastros ni árboles dañados. Tampoco encontraro­n en ningún sector del predio orificios de bala en los árboles.

El juez dio por concluida a las 21.30 el procedimie­nto en busca de evidencias, luego de inspeccion­ar durante casi diez horas la escena del crimen, con la Unidad Móvil de Criminalís­tica. Encabezó el operativo con un centenar de agentes de la Policía Federal, peritos oficiales y de la querella. También participó la fiscal Little. En todo momento essonas” tuvieron en el predio los integrante­s de la comunidad que mantienen la ocupación, aunque no intervinie­ron ni se registraro­n incidentes, salvo algunos improperio­s dirigidos al magistrado por parte de cuatro encapuchad­os. A la espera de resultados

Ahora, el juez Villanueva espera un informe detallado de lo recolectad­o en el terreno y la pericia balística de las vainas encontrada­s, que se realizará en el Gabinete de Criminalís­tica de la policía de Río Negro, en Bariloche, a cargo del perito balístico Roberto Nigris, y con participac­ión de la especialis­ta designada por la querella y un representa­nte de la Policía Federal.

También el magistrado aguarda los resultados de las pericias de cinta de carbono practicada­s 13 días atrás en las manos de Nahuel, de los detenidos Fausto Jones Huala y Lautaro González, y de ocho agentes del grupo Albatros. Esas pruebas son realizadas en el Instituto Balseiro.

En la causa judicial –todavía unificada con la de usurpación– y caratulada como “Jones Huala, Fausto Horacio y otros sobre muerte por causa dudosa, usurpación y atentado agravado por más de tres per- pesa el secreto de sumario y no hay todavía ningún prefecto imputado. Sí lo están las seis mujeres que fueron detenidas durante el desalojo, sobre las cuales pesa una restricció­n de salida del país.

En el caso de los prefectos que intervinie­ron todavía no fueron llamados a declarar. Sólo fueron identifica­dos y notificado­s sobre la investigac­ión en curso, se les secuestrar­on sus armas y ropas, y se les realizaron las pruebas de carbono en las manos.

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Marcelo martínez/télam El operativo encabezado por el juez Villanueva, con 100 agentes policiales

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