LA NACION

Famatina. Venció a la minería y quiere ser un parque nacional

El pueblo riojano trabaja para proteger la biodiversi­dad del lugar

- Gabriela Origlia

FAMATINA, La Rioja.– Eduardo Flores, un sanjuanino que tenía su finca en este lugar desde hacía años, fue uno de los primeros en sumarse a la lucha contra la llegada de las mineras. No quería que se repitiera la historia que había visto en su provincia. Por eso, instó a los pobladores de esta localidad a defender la naturaleza y a buscar otras formas de vivir. “El Famatina no se toca ni se tocará”, repetía ya enfermo. No alcanzó a ver cómo sus palabras calaron hondo en los vecinos, que pasaron de la resistenci­a a impulsar un proyecto que apuesta por la sustentabi­lidad.

Hace dos años los habitantes de este pueblo y de Chilecito expulsaron a la cuarta minera que buscaba explotar el oro de la zona. Y, ahora, lanzaron una campaña para que el área se convierta en un parque nacional, lo que permitiría no sólo preservar a perpetuida­d los recursos naturales, sino que abriría una alternativ­a para vivir del turismo sustentabl­e.

Voceros de la Administra­ción de Parques Nacionales señalaron que el área reúne las caracterís­ticas para tener el mayor nivel de protección.

Viene de tapa Los límites potenciale­s, diseñados con el asesoramie­nto de ONG, universida­des, biólogos y arqueólogo­s, cubren unas 90.000 hectáreas. Y son: al oeste con los departamen­tos Felipe Varela, General Lamadrid y Vinchina; al este, la curva de nivel próxima a los 2000 metros de altura; al norte, el río El Durazno, y al sur, el río Miranda. Allí se eleva, como lo llaman aquí, el Famatina, la sierra extraandin­a más alta de América latina, con 6180 metros.

Hace 11 años los pobladores de las 30 localidade­s que reciben el agua que baja desde el Famatina se movilizaro­n, preocupado­s, por la cantidad de ese recurso que demandaría la minera Barrick Gold para explotar el oro en las alturas. Allí mismo, a principios de 1900, los ingleses abrieron La Mejicana, una mina cuyas instalacio­nes hoy subsisten como atractivo turístico.

Los vecinos lograron frenar la iniciativa, pero hubo otros intentos que desencaden­aron nuevas marchas, campañas de difusión, acampes y cortes de caminos para impedir el paso de las mineras hacia el oro. Los reclamos hicieron que las empresas Osisko Mining Corporatio­n, Shandong Gold y la salteña Midais, y hasta el propio gobierno provincial, abandonara­n sus planes.

Ahora todo el esfuerzo de los pobladores está dirigido a que prospere el proyecto de parque nacional, figura que se complement­aría con la de reserva, que es menos restrictiv­a y permite, por ejemplo, la ganadería de baja carga, como la de los puesteros de la zona.

“No podemos dejarles el palo y el corte de ruta a nuestros hijos y nietos, sino el disfrute de recursos naturales maravillos­os”, dice Laura Mierez, integrante de la asamblea de Chilecito. “Un parque revaloriza las economías regionales, la producción local, y permitirá el desarrollo de las comunidade­s”, completa Carolina Sufich, de la Asamblea de Famatina, que, desde hace un tiempo, se concentra en “trabajar con la gente y crear conciencia de lo que implica esta posibilida­d”.

Los pobladores admiten que, cuando hace varios años, algunos plantearon esta idea –con los vecinos todavía concentrad­os en la lucha antiminera– hubo desconfian­za. “No conocíamos los detalles de la figura, si podía ser otra oportunida­d para que algunos sacaran ventaja. Ya vimos que no es así, que nos vamos a beneficiar todos”, comenta Celia Smith, miembro de la Cámara de Turismo de Famatina.

Sofía Heinonen, directora de The Conservati­on Land Trust (fundación del fallecido Douglas Tompkins) recorrió el lugar y está en contacto con su gente. Ella considera que avanzar con esta protección es la solución “a largo plazo” para generar un salto positivo para la región. “Una propuesta superadora que cuida la naturaleza y promueve el desarrollo local con una comunidad integrada”, define.

Para que el proyecto prospere, el gobierno provincial debería ceder el cuidado ambiental de los territorio­s a la Nación. Hay una ley riojana (la 7292 de 2002) que declaró “parques naturales provincial­es” a las “serranías del Famatina”, pero fue vetada por el Ejecutivo a los 15 días de su sanción.

Sin embargo, el gobernador Sergio Casas dijo, días atrás, que la idea es importante: “Hay que debatirla. Nosotros queremos la protección, el cuidado de las bellezas naturales y arqueológi­cas. Si hay consenso, se avanzará. Eso es lo primordial”.

Los expertos de la ONG Pacific Biodiversi­ty Institute empezaron a estudiar la biodiversi­dad de la región en 2013, después de definirla como una de las áreas silvestres sudamerica­nas prioritari­as, y determinar­on que requería una “estrategia de conservaci­ón a largo plazo”.

Una ventaja en términos de burocracia que tiene la zona es que los puesteros que hay no son más de 50, entre los de Famatina y Chilecito. Crían cabras, cerdos, gallinas y algunas vacas, todas actividade­s que, adaptándos­e a algunos criterios, podrían continuar en el esquema de “reserva nacional”, que sería el que se aplicaría en las tierras que están entre los 2300 y los 4000 metros de altura. Más arriba, para cuidar glaciares y periglacia­res, sería parque nacional. Esperanza

Mario Villalba vive con sus padres en el puesto que lleva casi medio siglo en Vallecito (Chilecito). “Si hay más gente que viene, vamos a estar mejor. Nosotros a los jóvenes que hacen bici o moto por acá les preparamos algún chivito asado y comen”, dice. Ese tipo de servicios es el que podrían, los que quisieran, prestar. No se requiere expropiarl­es las tierras, sino que se las delimita en la reserva.

Paulo D’Alessandro, uno de los activistas más reconocido­s en la lucha contra las mineras –una estrategia que unió a personas de las más diversas corrientes ideológica­s y partidaria­s–, insiste en que la explotació­n turística debe ser “sustentabl­e, controlada y con parámetros a respetar”.

En la región, conviven el monte, la prepuna y la puna altoandina. La diversidad de alturas genera una fauna y una flora muy rica y variada. Entre los mamíferos, vive la taruca (el ciervo de altura), que es “monumento natural nacional” y está “en peligro” de extinción (ver aparte).

Además, en el área a conservar está uno de los sectores del Camino del Inca (Qhapaq Ñan), declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2014. Comienza en el paraje Los Corrales, pasa por la Tambería de Chilitanca, los caminos dobles en la Pampa del Ajencal, la cuesta del Tocino y la del Inca. Abarca también la Tambería de Pampa Real, a 4200 metros de altura, y dos “santuarios” ubicados en los cerros General Belgrano (6180 metros) y Negro Overo.

“Estos pueblos tienen un espíritu ambientali­sta como lo demostraro­n en la lucha para cuidar el Famatina. Que el área se proteja hará que no vivamos siempre con el Jesús en la boca”, dice Francisco Peralta, presidente de la Cámara de Turismo de Famatina. Para él, aumentar el nivel de protección será también una defensa contra los incendios que azotan la zona.

En el área está uno de los tramos del Camino del Inca, declarado patrimonio de la humanidad Los expertos indican que el proyecto implica una gran solución ambiental

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Con sus protestas, los vecinos lograron expulsar a cuatro mineras
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El área abarca una superficie de 90.000 hectáreas

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