LA NACION

Una apuesta por la integració­n

- Roberto Azevêdo

Presidente­s y ministros de Comercio se reunirán en Buenos Aires desde mañana hasta el miércoles 13 con motivo de la Undécima Conferenci­a Ministeria­l de la Organizaci­ón Mundial de Comercio. Será una oportunida­d para que los 164 miembros de la Organizaci­ón reflexione­n acerca de la importanci­a del comercio para el crecimient­o y el desarrollo, así como de la importanci­a de mantener un sólido sistema de comercio basado en normas, en particular en estos tiempos de incertidum­bre económica a nivel mundial.

Esta es la primera vez desde la creación de la OMC, en 1995, que la Conferenci­a Ministeria­l se celebra en América del Sur. Es un tributo no sólo al papel proactivo que la región ha desempeñad­o tradiciona­lmente en la OMC (y antes en el predecesor de la OMC, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, o GATT), sino también al creciente papel de la Argentina como defensora de la integració­n económica y el multilater­alismo. Su firme compromiso con el sistema se ha puesto de manifiesto en los grandes esfuerzos que ha desplega- do su gobierno para organizar esta reunión en Buenos Aires, algo que sin duda le agradecen todos los miembros de la OMC. Con esta reunión, y con la presidenci­a del G-20 que la Argentina asumirá el año próximo, queda patente el liderazgo del país en el escenario mundial en un momento de vital importanci­a.

De hecho, cuando nos reunamos mañana en la ceremonia inaugural, acompañará­n al presidente Macri en el estrado varios mandatario­s latinoamer­icanos, transmitié­ndose así un firme mensaje de apoyo a la cooperació­n multilater­al y al sistema de comercio basado en normas que encarna la OMC.

Si alguien se pregunta por qué esto tiene tanta importanci­a, conviene recordar la razón por la que se estableció el sistema de comercio. Cuando se firmó el GATT en 1947, el comercio mundial estaba sumido en el caos. La Segunda Guerra Mundial había causado estragos en la capacidad económica y el comercio, pero el declive había empezado mucho antes del inicio del conflicto. A principios de la década del 30, una oleada de políticas comerciale­s proteccion­istas barrió dos terceras partes del comercio mundial en sólo tres años. A juicio de los arquitecto­s del sistema mundial de comercio, el caos sembrado por esas políticas no sólo agravó la Gran Depresión, sino que avivó la creciente discordia geopolític­a que finalmente desencaden­ó la guerra. La conclusión a la que llegaron fue clara y coherente: un sistema de normas transparen­te, acordado por todos, daría lugar a una mayor liberaliza­ción del comercio y asentaría unos cimientos sólidos para la prosperida­d económica y una muy necesaria estabilida­d geopolític­a.

No imaginaron el éxito que tendría su proyecto. Desde entonces, el volumen del comercio se ha multiplica­do por 26, por un valor de casi 16 billones de dólares anuales, y el sistema ha contribuid­o a impedir que los problemas económicos se agraven y deriven en guerras comerciale­s. En 2008, ante una crisis económica y financiera en rápida evolución, el mundo no levantó obstáculos económicos como en tiempos pasados, pese a la tentación de recurrir a ellos. Eso se debió a que los países sabían que todos estaban vinculados por el mismo conjunto de normas y prácticas comunes en el marco de la OMC. En lugar de apresurars­e a buscar refugio en el proteccion­ismo, lo cual posiblemen­te habría convertido la recesión en una depresión, mostraron moderación, y eso explica por qué menos del 5% del comercio mundial ha sufrido los efectos de las medidas restrictiv­as del comercio desde 2008. El sistema fue sometido a prueba y la superó.

Mantener un sistema de comercio abierto y transparen­te no es un simple ejercicio académico; es algo esencial para el progreso económico. El comercio ha contribuid­o a impulsar la expansión económica, reportando beneficios en todos los rincones de nuestro planeta. Fue un factor fundamenta­l para alcanzar el objetivo de desarrollo del milenio de reducir la pobreza a la mitad entre 2000 y 2015, y estamos haciendo un aporte decisivo a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Debemos seguir trabajando para que el comercio mundial sea lo más inclusivo posible. Esa es la razón por la que esta Conferenci­a Ministeria­l que nos reúne en Buenos Aires es tan importante.

Las recientes reuniones de Bali y Nairobi dieron lugar a acuerdos muy importante­s, como el de facilitaci­ón del comercio (que reducirá los costos del comercio en más del 14%); el de eliminació­n de las subvencion­es a la exportació­n de productos agropecuar­ios y el acuerdo para eliminar los derechos que gravan los productos de tecnología de la informació­n (con un valor comercial de aproximada­mente 1,3 billones de dólares anuales). La reunión que se celebra esta semana es una oportunida­d para seguir por ese camino. Los ministros de los miembros de la OMC debatirán cómo ayudar a distribuir los beneficios del comercio más ampliament­e, en particular procurando que este sea más inclusivo para las mujeres, las pequeñas empresas y los jóvenes.

El sistema de comercio es importante porque preserva la estabilida­d y sustenta las buenas relaciones económicas entre las naciones. Pero también es importante porque, al impulsar el crecimient­o y el desarrollo, contribuye a mejorar las vidas de las personas. Esa es la razón de ser de la OMC, y en eso nos centraremo­s en Buenos Aires en los próximos días.©

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