ciudades: hacia dónde va la arquitectura
La identidad barrial toma protagonismo y las nuevas tecnologías generan un boom de información que abren nuevos escenarios de diseño urbano
Las modificaciones en las urbes del futuro no tendrán que ver tanto con las apariencias sino con los movimientos que realizan sus ciudadanos
Cuál es la identidad de la arquitectura latinoamericana hoy? ¿Cómo pensar las ciudades del futuro? Ambos son dilemas que forman parte de la agenda de real estate local. “El barrio es cada vez más central y la ciudad debe ofrecer más elementos que permitan identificarse con él”, analiza Carlos Sallaberry, director del comité ejecutivo de la Bienal de Arquitectura –que esta año se realizó en la Usina del Arte –para quien es clave fomentar la identidad barrial. De hecho, no fue s casual en este sentido la elección de la sede de este año como un modo de acompañar el desarrollo de la zona sur de Buenos Aires En Latinoamérica, dice Sallaberry, se hace una “arquitectura de lo posible”, adaptada a los recursos, tecnologías e identidad de nuestro continente. Sostiene que la idea y su materialización deben darse juntas y afirma la importancia de que el arquitecto recupere su rol de director de obra y diseñador, algo que no siempre sucede en las ciudades latinoamericanas.
Al hablar de la arquitectura del futuro, la racionalidad es para Sallaberry un concepto clave. Más que crear formas vistosas, se trata de que la forma se aplique a una realidad funcional. La eficiencia en el uso de energía o la ventilación cruzada, por ejemplo, son algunas de las premisas de una arquitectura sustentable, y no son ideas nuevas, sino claves de la buena arquitectura desde sus comienzos. El patrimonio cobra una nueva dimensión para Sallaberrry, y no se trata sólo de recuperar edificios de hace cien años, sino de revalorizar los ejemplos de una arquitectura de calidad.
El arquitecto ecuatoriano Handel Guayasamin fue uno de los invitados de lujo en esta bienal y en diálogo con la nación, Guayasamin señala que “la arquitectura como hecho cultural debe ser una respuesta a este tiempo. Hay un proceso de globalizar lo local y de localizar lo global”, afirma el arquitecto, y señala que se trata de repensar e ir “desaprendiendo” conceptos, ya que las ciudades latinoamericanas tienen altas dosis de enfermedad: basura, ruido y contaminación. En este sentido, sostiene que es importante que los arquitectos se reubiquen en el quehacer urbano teniendo en cuenta conceptos de sostenibilidad, resiliencia y responsabilidad, y considerando las particularidades de cada contexto. “Es fundamental hacer uso del recurso “sitio”: sus materiales, sus tecnologías y los conocimientos que ofrece el medio. Los productos de alta tecnología terminan siendo muy caros en nuestras ciudades. En este sentido, la arquitectura debe hacer un giro hacia sus propios recursos, hacia una cultura milenaria, con un mestizaje vigoroso y una potente identidad”, sostiene el arquitecto, para quien el continente ha demostrado una buena capacidad de respuesta frente a su población. Además, sostiene que al tratarse de un continente joven, cuenta con una ventaja diferencial frente a continentes y ciudades más antiguas en las que, al parecer, todo está resuelto. El diálogo entre pares, afirma, es crucial para repensar y buscar nuevas soluciones que se adecuen a nuestros propios recursos e identidades.
El papel de las nuevas tecnologías gana cada vez más protagonismo, y esto se vio reflejado en la bienal, donde el estudio 300.000 Km/s, de Barcelona presentó sus propuestas. La particularidad del estudio es que está conformado por un equipo de arquitectos, urbanistas, analistas de datos y programadores, que mediante un uso intenso de la tecnología, se especializan en generar herramientas para describir el presente y colaborar en las tareas de planeamiento urbano, ayudando a entender cómo funciona la ciudad actual y qué sucede en ella, para buscar soluciones que permitan hacerla funcionar mejor. Mar Santamaría, socia y fundadora del estudio junto a Pablo Martínez, afirma que el rol del arquitecto no ha cambiado demasiado en los últimos tiempos. El arquitecto tiene el deber de materializar y construir esas ideas. Lo que sí ha variado, en cambio, son las herramientas y cómo se ha de producir este proceso. Santamaría destaca que en el campo específico del urbanismo, el cambio de herramientas y procesos desencadenados por el boom de información que existe hoy en día sobre las ciudades y las nuevas capacidades que brinda la tecnología para procesarlas abren nuevos escenarios de diseño urbano.
La arquitecta y urbanista señala que estamos en un contexto de decrecimiento de muchas ciudades, como la misma Barcelona, por ejemplo, pero también de acelerado crecimiento de otras, como sucede en ciudades de Asia o Latinoamérica. En este sentido, trabajar desde una óptica que contemple todos los aspectos mencionados facilita conocer mejor lo existente en el primer caso, e intentar anticiparse a los largos tiempos del urbanismo, en el segundo. Para Santamaría, las grandes modificaciones en las ciudades del futuro no tendrán que ver tanto con las apariencias quizás, sino con su dinamismo, con los movimientos que realizan sus ciudadanos. La “coreografía” de las ciudades, afirma será distinta. Los usos del espacio público, por ejemplo, serán más diversos, así como las agrupaciones de la gente en ellos. “La organización de las multitudes en el espacio público será distinta. Hoy podemos empezar a percibir algo de ello. Gente que queda de forma no puntual e irregular en el espacio. Gente que se orienta hacia otros grupos de gente mediante información obtenida en los teléfonos. Gente que decide dónde acudir de forma instantánea según información recibida”, explica. En este sentido, el funcionamiento de la ciudad dependerá tanto de la morfología urbana como de la red invisible de información que en fluya en ella, y lo que suceda en el espacio público no solamente podrá ser comprendido a través de lo que veamos en él, sino a través de las distintas capas de información, invisibles, materializadas en la red, que de él surjan.