LA NACION

El plan migratorio vuelve a dejar expuestas las divisiones en la UE

Crecen las diferencia­s entre los países de desembarco y los que más asilo otorgan; los líderes debatirán hoy el Brexit

- Luisa Corradini CORRESPOnS­AL En FRAnCIA

PARÍS.– La última cumbre del año de los dirigentes de la Unión Europea (UE), reunidos desde ayer en Bruselas por dos días, tiene sobre la mesa varios temas cruciales para el futuro de la organizaci­ón. Sobre todo, cerrar la primera etapa de negociació­n sobre el Brexit, con una primera ministra británica, Theresa May, debilitada por una grave derrota parlamenta­ria, y llegar a un acuerdo sobre la espinosa cuestión de la política común de asilo que debe adoptar el bloque.

Defendida por Francia, Alemania y la Comisión Europea (CE), la cuestión de las cuotas nacionales volvió a inflamar el primer día de cumbre, tras una tregua de algunos meses.

El flujo de inmigrante­s a través del Mediterrán­eo se redujo a casi la mitad en el último año, pero el rompecabez­as de su destino final dentro de la UE sigue sin hallar solución. El enfrentami­ento aumenta entre los países de desembarco, como Italia, los que continúan acogiéndol­os, como Alemania, y –en tercer lugar– los de Europa Central, que sigue negándose a recibirlos.

Anoche, los 28 consagraro­n la tradiciona­l cena de la primera jornada a una franca discusión sobre las famosas cuotas nacionales que fija el número de refugiados que ca- da país del bloque debería recibir. Las conclusion­es, como estaba previsto de antemano, no fueron objeto de una declaració­n escrita.

Pero aun antes de esa cita a puertas cerradas, las declaracio­nes de unos y otros demostraro­n que en este tiempo de tregua virtual no hubo modificaci­ón de posiciones sobre la cuestión, que provocó una considerab­le fractura entre los países del Este y del Oeste de Europa.

Por un lado, los países del llamado “grupo de Visegrad” (Hungría, Eslovaquia, Polonia y República Checa) se dicen dispuestos a mostrar su solidarida­d con los países que se hallan en primera línea del desembarco, como Italia. Pero se niegan a recibir en su territorio solicitant­es de asilo llegados a la UE por el Mediterrán­eo.

Del otro lado, una mayoría de países miembros –liderados por Francia y Alemania– consideran que la solidarida­d puede expresarse de distintas maneras, pero insisten en que cada uno debe asumir su cuota de refugiados.

“Las cuotas dividieron a la UE. Debemos ser prudentes para el futuro”, dijo ayer antes de la reunión el primer ministro eslovaco, Robert Fico, al anunciar que su país destinará una ayuda de 35 millones de euros en apoyo de las acciones que desarrolla Italia con la inmigració­n procedente de Libia.

Para el principal opositor a la política migratoria europea, el primer ministro húngaro, Victor Orban, “esa es la prueba de que el grupo de Visegrad está totalmente dispuesto a demostrar su solidarida­d con Italia y los otros países del bloque” afectados por los desembarco­s.

Esa ayuda financiera fue saludada por el premier italiano, Paolo Gentiloni. “Pero no cambia en nada las divergenci­as sobre la relocaliza­ción de los refugiados”, señaló.

Idéntica posición enunció la canciller alemana, Angela Merkel, para quien “no puede haber solidarida­d selectiva” entre los Estados miembros. “Cada uno debe cumplir con su parte”, dijo, a su vez, el presidente francés, Emmanuel Macron.

Ante la caótica situación, la UE adoptó en 2015 un plan de repartició­n para 160.000 refugiados que llegaron al bloque por Italia y Grecia. De esa cifra, 120.000 eran cuotas obligatori­as. Pero sólo 32.000 personas fueron efectivame­nte relocaliza­das, en gran parte debido a la negativa de los países del Este. La semana pasada, la Comisión Europea envió ante la justicia a Budapest, Varsovia y Praga por ese rechazo.

Bruselas tampoco renunció a la idea de nuevas relocaliza­ciones. Por esa razón, el grupo de Visegrad acogió con beneplácit­o las declaracio­nes de Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo (organismo que reúne a los jefes de Estado y de gobierno de los 28 miembros), que calificó las primeras cuotas como una medida “altamente conflictiv­a” e “ineficaz”.

Sus críticas provocaron una viva reacción en la Comisión. “Es inaceptabl­e y antieurope­o”, dijo anteayer el comisario encargado de Inmigració­n, Dimitris Avramopulo­s. A su juicio, Tusk socavó “el principio de solidarida­d” entre Estados miembros.

Previstas para hoy, las discusione­s consagrada­s al Brexit aumentaron la preocupaci­ón de los líderes europeos sobre la capacidad política de May de continuar las negociacio­nes, después de su derrota de anteayer en el Parlamento británico.

En todo caso, la reunión permitirá a la UE evaluar los progresos realizados en la primera etapa, poner en marcha la segunda fase del divorcio de Gran Bretaña y empezar a definir las futuras relaciones comerciale­s.

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EMMANUEL DUNAND/AFP May, ayer, en la primera jornada de la cumbre de la UE, en Bruselas

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