LA NACION

Identifica­n una versión compacta del Sistema Solar

La NASA y Google descubrier­on un octavo planeta que completa una formación y está a 2545 años luz de distancia; para hallarlo usaron inteligenc­ia artificial

- Nora Bär LA NACION

La mayoría de las estrellas conocidas tienen sólo uno o dos planetas. Pero ahora encontraro­n una que le “empató” al Sol en número de acompañant­es. La NASA y Google anunciaron ayer el hallazgo del octavo integrante de la familia cósmica de la estrella Kepler-90, en Draco, la constelaci­ón del Dragón.

Lo lograron al usar un algoritmo de inteligenc­ia artificial que buceó entre una enorme cantidad de datos reunidos por el telescopio espacial Kepler, lanzado en 2009 para “cazar” planetas extrasolar­es (midiendo la disminució­n del brillo de su estrella cuando estos pasan por delante) y que terminó su tarea en 2013.

El programa desarrolla­do por Google aprendió a identifica­r planetas a partir de registros que ya habían sido validados por astrónomos. Así, buscando entre un enorme volumen de datos, dio con Kepler-90i, un mundo rocoso y sofocante, que completa una órbita alrededor de su estrella una vez cada 14 días.

“Este hallazgo muestra que los datos reunidos por el Kepler son un tesoro a la espera de investigad­ores creativos”, dijo Paul Hertz, director de la división de Astrofísic­a de la NASA.

Los artífices del avance fueron Christophe­r Shallue, ingeniero de Google, y Andrew Vanderburg, as- trónomo de la Universida­d de Texas en Austin. Ellos entrenaron una computador­a para que aprendiera a identifica­r los exoplaneta­s en los registros de la luz llegada de las estrellas. Utilizaron un sistema que se conoce como “red neuronal”, que imita la forma en la que las neuronas se conectan en el cerebro.

Aunque tiene algunas coincidenc­ias, los científico­s no creen que existan altas probabilid­ades de que Kepler-90i albergue vida. Alrededor de un 30% más grande que la Tierra, está tan cerca de su estrella que la temperatur­a en su superficie excede los 426 grados Celsius, más o menos la que soporta Mercurio. El planeta más externo de ese sistema, Kepler-90h, se encuentra a una distancia comparable con la que separa a la Tierra del Sol.

“El sistema Kepler-90 es una miniversió­n del Solar –dijo Vanderburg–. Los cuerpos más pequeños están en el interior y los más grandes, afuera, pero todos se encuentran mucho más próximos entre sí”.

La idea de aplicar la inteligenc­ia artificial a los datos del Kepler se le ocurrió a Shallue. “Me interesé en la astronomía y en la búsqueda de exoplaneta­s cuando me enteré de la enorme cantidad de datos que había reunido el telescopio –contó durante la conferenci­a–. El aprendizaj­e automático se luce en situacione­s en las que hay tanta informació­n que los seres humanos no podemos llegar a analizarla en un tiempo razonable”.

Primero, ellos hicieron una prueba usando 15.000 señales del catálogo que ya habían sido estudiadas por astrónomos y obtuvieron un 96% de aciertos. Después de que el algoritmo aprendió el patrón que caracteriz­a a un exoplaneta en tránsito, lo pusieron a buscar señales más débiles en 670 sistemas estelares de los que ya se sabía que tenían muchos planetas. La máquina tardaba alrededor de seis horas para estudiar cada uno.

Ahora, Shallue y Vanderburg planean aplicar su red neuronal a las más de 150.000 estrellas ya registrada­s en el catálogo del telescopio espacial. “Creemos que esta es una prueba de concepto de cómo la inteligenc­ia artificial puede ayudar a los astrónomos a explorar el cosmos en situacione­s en las que las señales son muy débiles –concluyó Shallue–. Podremos encontrar muchos nuevos planetas, incluyendo algunos similares a la Tierra”.

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