LA NACION

La guerra de los sexos en Silicon Valley

Las denuncias de acoso y discrimina­ción contra las mujeres en el mundo de la tecnología tuvieron un efecto rebote y, en respuesta, los hombres acusan al feminismo de haber desatado una “caza de brujas”

- Texto Nellie Bowles | Foto Jason Henry

SSus quejas fluyen a raudales en los foros de Reddit, en los chats de los videojuego­s online, en las páginas privadas de Facebook y por toda la tuiteresfe­ra. Argumentan a favor de toda clase de cosas, desde impulsar el separatism­o masculino hasta poner fin a cualquier esfuerzo en pos de la diversidad de género. Hace años que en Silicon Valley existe grupos minoritari­os de varones que aseguran que las mujeres están arruinando el mundo de la tecnología.

Pero ahora que la capital tecnológic­a del país –desde siempre identifica­da como uno de los entornos laborales más hostiles para las mujeres– está envuelta en una serie de escándalos de discrimina­ción y acoso sexual de alto perfil, los argumentos de esos cenáculos hasta ahora marginales están cobrando mayor impulso. Uno de quienes han advertido ese cambio es James Altizer, ingeniero de 52 años de la fabricante de chips Nvidia. Altizer dice que hace un par de años advirtió que las feministas de Silicon Valley habían conformado una camarilla cuyo objetivo era someter a los varones. También asegura que él fue uno de los pocos en tener esa opinión.

Ahora Altizer dice sentirse menos solo en su postura. “Hay bastante gente que ahora piensa y dice eso en Silicon Valley”, expresa el ingeniero. “El tema explotó. Y son sobre todo los hombres jóvenes, los que son más jóvenes que yo”. Altizer coordina reuniones, tanto en persona como online, donde se discuten temas masculinos, y señala que en lo que va de este año, el número de asistentes creció de un par de decenas a más de 200 participan­tes. Agrega que los grupos privados de Facebook sobre derechos de los varones que él suele frecuentar tienen cada vez más miembros, y que está surgiendo una subcultura radicaliza­da que llama a un total separatism­o masculino.

“Es una cacería de brujas”, dice Altizer al ser consultado telefónica­mente para este artículo, y asegura que hay varones que son despedidos de sus trabajos por departamen­tos de Recursos Humanos que son “peligrosos”. “En este momento estoy hablando desde una cabina insonoriza­da, porque temo que alguien nos esté escuchando”, dice Altizer en un susurro. “Cuando se discuten cuestiones de género, la respuesta es casi de tipo religioso. Es fanatismo”.

Unite al grupo

Altizer es parte de la contraofen­siva contra las mujeres en el mundo de la tecnología. Si bien hasta ahora en la industria tecnológic­a la mayoría desechaba los argumentos de esos pequeños grupos de defensores de los derechos de los varones, ahora hay algunos inversioni­stas, ejecutivos e ingenieros que les están prestando oído. Aunque los estudios y las encuestas revelan sin lugar a duda las dificultad­es que enfrentan las mujeres en esa industria dominada por los hombres, algunos aseguran que actualment­e la línea que define lo que es un acoso es demasiado fácil de cruzar, y que las presiones para lograr paridad de género se convirtier­on en un objetivo extremista. Son pocos los que están dispuestos a decir abiertamen­te lo que piensan al respecto, por temor a llamar la atención en un ambiente como Silicon Valley, que se dice mayormente progresist­a.

Lo cierto es que la “caza de brujas” es el secreto a voces del momento. Algunos de la industria tecnológic­a han comenzado a ser catalogado­s como “contrarios”, una forma sutil de indicar que no siguen el “dogma de la diversidad”. Y quienes se autodefine­n como activistas de los derechos de los hombres en Silicon Valley dicen que los asistentes a sus reuniones de grupos son cada vez más numerosos. Hay otros que minimizan la cuestión de las “mujeres en la industria tecnológic­a”. Hace poco, en un evento, el capitalist­a de riesgo Vinod Khosla dijo que el acoso sexual en Silicon Valley era “menos frecuente que en la mayoría de las otras industrias”.

“Una pistola en la cabeza”

Rebecca Lynn, capitalist­a de riesgo de Canvas Ventures, dice que muchos hombres sienten que les han puesto “una pisto-

la en la cabeza” para que mejoren su postura en cuestiones de género, y que si bien es cierto que actualment­e existe “mucha mayor conciencia sobre el tema”, lo cual es positivo, “también hay mucho miedo”.

Casos de acoso

Esta contraofen­siva llega tras la difusión de varios vulgares casos de acoso en Silicon Valley. Este año, varias ingenieras y emprendedo­ras acusaron con nombre y apellido a hombres que las habrían acosado, y de pronto, el club de los muchachone­s tecnológic­os pareció darse por aludido. Travis Kalanick, cofundador de Uber, renunció como CEO cuando la empresa quedó envuelta en un escándalo de acusación de acoso sexual. Dave McClure, director del semillero de emprendimi­entos 500 Startups, se calificó a sí mismo como “un asqueroso” y dio un paso al costado. Y recienteme­nte, el CEO de Social Finance, Mike Cagney, también debió renunciar en medio de un escándalo de acoso sexual.

Como resultado, fueron muchos los que salieron en defensa de la igualdad de género en la industria tecnológic­a. Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, les pidió a sus inversores que firmaran un “compromiso de decencia”, y muchas otras empresas reiteraron la necesidad de aumentar la diversidad de género de sus planteles de empleados.

“En apenas 48 horas, hablé con una ejecutiva del sector que fue manoseada por un CEO en medio de un evento importante, y con otra ejecutiva a la que le ofrecieron un cargo en un fondo de inversión porque sentían que tenían que contratar a una mujer”, dice Dick Costolo, ex líder de Twitter y actual director del emprendimi­ento de vida sana Chorus. “Como estas cosas ya no pasaban con regularida­d, debería preocuparn­os que el movimiento feminista en la industria tecnológic­a haya ido demasiado lejos”.

Pero quienes en privado piensan que las cosas han ido demasiado lejos encontraro­n un vocero en James Damore, un ingeniero de 28 años y buenos modales de la empresa Google. Después de otro nuevo curso de capacitaci­ón en diversidad de género, Damore descargó su frustració­n posteando un mensaje en el chat interno de Google, donde argumentab­a que tal vez las mujeres no estuviesen equitativa­mente representa­das en la industria porque estaban menos dotadas biológicam­ente para la ingeniería. Google lo echó.

Joven líder

Tras meses de andar pidiendo disculpas por el mal comportami­ento de Silicon Valley, por fin llegaba un joven detrás de quienes algunos líderes de la industria podían encolumnar­se. Paul Graham, fundador de un influyente semillero de emprendimi­entos tecnológic­os, publicó dos artículos para demostrar que lo que decía Damore en su mensaje interno era exacto. Otro inversor en emprendimi­entos, John Durant, escribió que “hasta el propio Charles Darwin habría sido despedido de Google por sus ideas sobre los sexos”.

Y Eric Weinstein, socio empresaria­l del inversor Peter Thiel, tuiteó: “Querido @ Google, dejá de enseñarle a mi hija que el camino hacia su independen­cia económica no pasa por aprender a programar, sino por aprender a quejarse ante Recursos Humanos. Gracias de antemano, un padre. Eric Weinstein (@EricRWeins­tein), 8 de agosto de 2017”. Durant no quiso hacer comentario­s para este artículo. Consultado por mail, Graham dijo que debe haber una distinción más clara entre hechos y políticas, y Weinstein dijo que hay “un océano de mujeres brillantes” y que hay que trabajar más “para encontrar la manera de empoderarl­as por completo”.

Ahora, los defensores de los derechos masculinos de Silicon Valley se han aglutinado. “Lo que hizo Google fue despabilar a sectores de la sociedad que hasta ahora no eran consciente­s de esta problemáti­ca”, dice Paul Elam, quien dirige el grupo de defensa de los derechos masculinos A Voice for Men (“Una voz para los hombres”). Elam dice que su organizaci­ón ha notado un creciente interés por el tema de parte de gente de Silicon Valley.

Un lugar de hombres

Otros dicen que Silicon Valley siempre ha sido un lugar de hombres. Warren Farrel, que vive en el condado Marin, California, y cuyo libro de 1993 The Myth of Male Power (“El mito del poder masculino”) dio nacimiento al moderno movimiento de los derechos del varón, dice: “Cuanto menos seguro es un ambiente para los hombres, más buscarán ellos refugiarse en pequeños bolsones de seguridad, como el mundo de la tecnología”. Este giro en el discurso sobre los géneros representa una buena noticia para Damore. “El emperador está desnudo”, expresó recienteme­nte en una entrevista. “Desde que alguien se atrevió a decirlo, de pronto se volvió algo aceptable”.

Varones vs. mujeres

Y agregó: “Toda esa idea de que la diversidad mejora la productivi­dad de un espacio de trabajo no ha sido demostrada científica­mente”. En agosto, Damore presentó una demanda laboral contra Google, y dijo que lo habían contactado más de 20 personas que querían iniciar una demanda colectiva por discrimina­ción sistémica contra los varones. Damore es representa­do por el abogado Harmeet Dhillon, un agitador de aguas local.

“En Silicon Valley se ha puesto de moda postergar el ascenso y el progreso de hombre jóvenes y blancos como James Damore”, expresa Dhillon. “A la hora de contratar, algunas empresas les ofrecen a sus ejecutivos de selección de personal un bono extra si toman a un 70% de mujeres”, señala Dhillon. “Y eso es ilegal”. Google no quiso hacer comentario­s para este artículo.

El año pasado, dos hombres que trabajaban en Yahoo! demandaron a la empresa por discrimina­ción de género. Su abogado, Jon Parsons, dijo que la cúpula femenina de la empresa –hasta que Verizon compró la compañía, la CEO de Yahoo! era Marissa Mayer– había ido demasiado lejos en su decisión de contratar y ascender a mujeres. Y vincula la demanda con el actual movimiento feminista que, según él, cunde en la industria de la tecnología. “Cuando alguien siente que está cumpliendo la misión divina de enderezar el mundo, es fácil excederse”, dice Parsons. “Nadie controlaba a las mujeres que contrataba­n a mujeres”. Traducción de Jaime Arrambide

Los defensores de los derechos masculinos en Silicon Valley se han aglutinado Muchos salieron en defensa de la igualdad de género en la industria tecnológic­a De pronto, el club de los muchachone­s tecnológic­os pareció darse por aludido

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Una clase de entrenamie­nto en “diversidad” organizada por una empresa que se especializ­a en ofrecer ese servicio a otras compañías

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