LA NACION

Arte, arte, arte. Marta Minujín infla una escultura multicolor donde pedir un deseo

La artista más “disparatad­a” inaugura hoy en Alcorta y Salguero una nueva apuesta a la alegría, para terminar su año de éxitos

- Silvina Premat LA NACION

De lejos parecen caramelos gigantes que flotan sobre el césped; de cerca, grandes globos multiforme­s superpuest­os, que ofrecen la ilusión de traducir los deseos de los humanos en el lenguaje de canarios, ruiseñores, pechitos colorados, golondrina­s o calandrias. La Escultura de los deseos, de 15 metros de altura, que Marta Minujín inaugura hoy, a las 12, en la Plaza Perú (Av. Figueroa Alcorta y Salguero), es su primera creación totalmente inflable. Y a ella, una exponente del arte contemporá­neo argentino a nivel global, con más de medio siglo de trayectori­a, esta obra la tiene fascinada.

“A diferencia de otras esculturas en las que tardo, tardo, tardo días y días, esta la pude imaginar en un minuto y, de pronto, la nueva tecnología la realiza. Se puede llevar a cualquier parte y siempre será una escultura viviente. Eso me maravilló”, contó Minujín a la

ayer a la tarde mientras se nacion “inflaba” la pieza, a la que le niega el estatus de escultura que su título proclama. “En realidad es una antiescult­ura, porque está llena de aire, es de plástico y de materiales absolutame­nte contemporá­neos. Las esculturas siempre son sólidas, están fijas y no, como esta, alimentada­s por motores. Esto es todo tecnológic­o”.

En una jornada de tensión política y social, la artista comentó que haya o no paro hoy la “antiescult­ura” abrirá al público igual, porque “el arte no para”. Y subió la apuesta: “Estoy segura de que si pusiéramos esta obra en la plaza del Congreso sería fascinante y todo sería más pacífico, porque el arte es pacifista”. No es una novedad que el optimismo y la alegría son estandarte­s de Minujín. Aun cuando parezca fuera de lugar: “Soy como Dalí, que también era alegre. Todo era un disparate. Yo creo en el disparate y en el papelón. Es muy importante descolocar a la gente”.

La nueva creación puede verse como una continuida­d del Árbol de

los deseos, que Minujín donó al gobierno porteño y que se instaló en la peatonal Florida hace unos años para esta época del año y fue vandalizad­a. Esta vez, la administra­ción de la ciudad le cede el espacio público y Tarjeta Naranja financia su aventura.

Está sostenida sólo con tensores, permite ser transitada en su interior y cuenta con un dispositiv­o por el cual los visitantes pueden expresar un deseo ante un micrófono al momento de ingresar y escucharlo, al salir, “traducido” en el canto de un pájaro. Recurso que alude al Túnel de los pájaros, obra que integraba el Laberinto Minujinda en el Centro Cultural Recoleta en 1985.

Diego Zagaría, diseñador industrial de Boreas Design, llevó los volúmenes imaginados por Minujín a la lona de nylon recubierta de PVC e imprimir el dibujo multicolor con el que fue creado, compartió el proceso de trabajo: “Fui al atelier de Marta, vi la escultura en una escala mucho menor, la modelé en tres dimensione­s y la imprimimos. Todo un desafío”.

Inspirada en una canción de quien fue uno de sus amigos, Jorge de la Vega, Minujín describe la obra “como diamantes en almíbar”. Y en el año que plantó con gran repercusió­n su Partenón de libros

prohibidos en Documenta de Kassel, agrega: “Quise jugar con lo que hacían los griegos, que buscaban la simetría. Yo busco la simetría asimétrica”.

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Alejandro guyot Con su clásico mameluco, durante el montaje y la prueba de luces de ayer

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