Cena con las medallas al cuello y pileta a la madrugada en un 9º piso
Los festejos del plantel rojo dominaron el hotel de Barra da Tijuca hasta altas horas
RÍO DE JANEIRO.– Independiente tuvo una de las noches más felices de su historia. Luego de la conquista de la Copa Sudamericana, el plantel rojo festejó hasta bien entrada la madrugada en el hotel Hilton de Barra da Tijuca, que había sido elegido por Ariel Holan.
Tras las celebraciones en el Maracaná, los jugadores, que no se bañaron en el estadio, se fueron de manera directa al hotel, donde los directivos y la gerencia ya habían preparado una cena en el subsuelo del complejo. Hubo principalmente empanadas y pizza. Mientras tanto, los hinchas se agrupaban en la entrada para festejar con los futbolistas. En los televisores se repetía el partido y quienes podían verlo volvieron a llorar de emoción.
Al respecto, un apunte: la televisación registró 47 puntos de rating en Río de Janeiro (con 66% sobre el encendido), la máxima audiencia del año en cuanto a fútbol en ese lugar de Brasil y la mayor en casi una década, desde que Fluminense y Liga Deportiva Universitaria dirimieron la Copa Libertadores en julio de 2008.
Pocos jugadores decidieron quitarse la medalla de campeón antes de comer. De hecho la mayoría de cenó con su premio colgado del cuello. Eran como niños con juguetes nuevos. En cada uno de los pisos del Hilton Barra se podía escuchar a los simpatizantes rojos, que alentaban a sus jugadores cada vez que se los cruzaban en el lobby.
Dos horas más tarde, de a poco subieron a sus habitaciones y varios futbolistas fueron juntándose para festejar. Un grupo incluso fue al noveno piso para meterse a la pileta. Aunque por la hora ya no estaba permitido el ingreso, la seguridad privada no tuvo inconvenientes en hacer una excepción con los campeones. Con vista a la costa de Barra, algunos jugadores se relajaron en el agua.
También hubo cargadas a Flamengo por haber festejado antes de tiempo. Las bufandas que anticipaban al conjunto brasileño como campeón fueron un combustible para que los futbolistas de Independiente entraran a la cancha aun más motivados. En el vestuario del Maracaná Fabricio Bustos tenía una de esas bufandas y se la ató en la cabeza. Leandro Fernández le siguió el juego.
Luego, el vuelo y la celebración en el Libertadores de América. Y habrá más festejos antes de irse de vacaciones. Tiene sentido: no todos los días se gana una Copa Sudamericana en un estadio tan mágico como el Maracaná.