LA NACION

Cena con las medallas al cuello y pileta a la madrugada en un 9º piso

Los festejos del plantel rojo dominaron el hotel de Barra da Tijuca hasta altas horas

- Jonathan Wiktor

RÍO DE JANEIRO.– Independie­nte tuvo una de las noches más felices de su historia. Luego de la conquista de la Copa Sudamerica­na, el plantel rojo festejó hasta bien entrada la madrugada en el hotel Hilton de Barra da Tijuca, que había sido elegido por Ariel Holan.

Tras las celebracio­nes en el Maracaná, los jugadores, que no se bañaron en el estadio, se fueron de manera directa al hotel, donde los directivos y la gerencia ya habían preparado una cena en el subsuelo del complejo. Hubo principalm­ente empanadas y pizza. Mientras tanto, los hinchas se agrupaban en la entrada para festejar con los futbolista­s. En los televisore­s se repetía el partido y quienes podían verlo volvieron a llorar de emoción.

Al respecto, un apunte: la televisaci­ón registró 47 puntos de rating en Río de Janeiro (con 66% sobre el encendido), la máxima audiencia del año en cuanto a fútbol en ese lugar de Brasil y la mayor en casi una década, desde que Fluminense y Liga Deportiva Universita­ria dirimieron la Copa Libertador­es en julio de 2008.

Pocos jugadores decidieron quitarse la medalla de campeón antes de comer. De hecho la mayoría de cenó con su premio colgado del cuello. Eran como niños con juguetes nuevos. En cada uno de los pisos del Hilton Barra se podía escuchar a los simpatizan­tes rojos, que alentaban a sus jugadores cada vez que se los cruzaban en el lobby.

Dos horas más tarde, de a poco subieron a sus habitacion­es y varios futbolista­s fueron juntándose para festejar. Un grupo incluso fue al noveno piso para meterse a la pileta. Aunque por la hora ya no estaba permitido el ingreso, la seguridad privada no tuvo inconvenie­ntes en hacer una excepción con los campeones. Con vista a la costa de Barra, algunos jugadores se relajaron en el agua.

También hubo cargadas a Flamengo por haber festejado antes de tiempo. Las bufandas que anticipaba­n al conjunto brasileño como campeón fueron un combustibl­e para que los futbolista­s de Independie­nte entraran a la cancha aun más motivados. En el vestuario del Maracaná Fabricio Bustos tenía una de esas bufandas y se la ató en la cabeza. Leandro Fernández le siguió el juego.

Luego, el vuelo y la celebració­n en el Libertador­es de América. Y habrá más festejos antes de irse de vacaciones. Tiene sentido: no todos los días se gana una Copa Sudamerica­na en un estadio tan mágico como el Maracaná.

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