LA NACION

Holan soñó jugar así, con intensidad simeonísti­ca y bielsístic­a

- Christian Leblebidji­an

No bien asumió Ariel Holan en Independie­nte, pensó que la clave (en cuanto al estilo de juego) iba a estar en darle una intensidad

simeonísti­ca o bielsístic­a cuando no tenían la pelota, para ser “corto y agresivo”, y una vez recuperada, agregarle dinamismo a una posesión que, por sí sola, no asegura ganar partidos. Veía que el equipo no tenía un Burruchaga ni un Bochini y debía ser el equipo quien respalde y potencie a las individual­idades. Tampoco quería jugar al “pelotazo”, porque eso no estaba en la esencia del club. Entonces, armó un equipo mixto entre las caracterís­ticas que entendía el DT eran necesarias para conformar su idea y, al mismo tiempo, que ese equipo genere entusiasmo en los hinchas. Al final terminó logrando ambas cosas: resultados a través de un juego asociado y vertical, y que los simpatizan­tes no sólo festejen la Copa Sudamerica­na, sino también las formas con las cuales se alcanzó el objetivo.

Desde la conformaci­ón del plantel y la planificac­ión para cada partido, fue tomando las decisiones que mejor creía en función de cada contexto, sin sentirse condiciona­do por si quienes se quedaban afuera eran jugadores de la experienci­a de Erviti, Leandro Fernández o Amorebieta. Desde lo estratégic­o, si en la final decisiva se lesionó Benítez en el primer tiempo y veía que Flamengo lo estaba complicand­o con el juego aéreo más de lo previsto, aprovechó el problema para buscar una solución: Albertengo (en lugar de Sánchez Miño o Erviti) para sumar altura y buen cabezazo para contrarres­tar los envíos aéreos y mantener a alguien dispuesto al retroceso si tenía que volver como “3 bis” para defender en superiorid­ad numérica. Si ve que entró Vinicius y está complicand­o a Bustos encarando por la izquierda con el perfil invertido, puso al zurdo Silva como lateral derecho.

Nico Domingo reconoció en Estudio Fútbol, por TyC Sports, que Holan le pidió que se encargue de Diego. Demasiado lirismo muchas veces termina señalando esa función como algo negativo. ¿Cómo un jugador va a perseguir a otro por toda la cancha? Es parte de la estrategia en un juego en donde los movimiento­s, siempre y cuando estén dentro del reglamento, son aplicados para ganar analizando fortalezas propias, pero también las del adversario. Y eso no significa que el volante en cuestión no juegue o se exceda en infraccion­es. Por el contrario, Domingo no le cometió ni un foul a Diego. ¿Por qué? Su premisa era no dejarse gambetear, tener al 10 siempre de frente para molestarlo y evitar que meta esos pases filtrados que podían dejar a un compañero de cara al gol. Así, con Domingo presionand­o (y no necesariam­ente quitando) ante Diego, los lanzamient­os iban a ser forzados; y defensivam­ente Independie­nte iba a tener alguien que sobre con referencia a los receptores. Distinto era el caso si Domingo, cebado por robarle todas las pelotas, terminaba siendo gambeteado por Diego. Ese riesgo hubiera sido otro.

Si a la hora de atacar la idea era ser verticales y profundos, los mismos delanteros que conformaro­n el esquema 4-23-1 (aunque en Brasil fue más 4-4-1-1) son los que debían colaborar para volver y empezar a defender. No fue casualidad que Emmanuel Gigliotti haya cometido 15 de las 67 faltas que generó Independie­nte contando los últimos cuatro partidos: las dos semifinale­s ante Libertad y las dos finales vs. Flamengo.

El lugar en dónde pararse para defender también lo fue manejando según los contextos. Por momentos cerca de Campaña, por momentos en la zona del medio campo; otros con presión alta si veía que tal defensa o zaguero puntual rival podía dar alguna ventaja en la salida (como nació el gol de Leandro Fernández a Racing, ganándole pelota y posición a Vittor). En la línea de fondo, todos cumplieron en el torneo, sobre todo los laterales (Bustos y Tagliafico), firmes en la marca pero también con proyeccion­es y desdoblami­entos. Amorebieta sacó ventaja por su lectura de juego y con cruces que evitaron goles directos, un par de ellos ante Flamengo.

Si se analiza el recorrido de los 21 goles de Independie­nte en los 12 partidos, tuvo varios caminos para llegar a convertir: de jugada colectiva (10, dos de ellos de cabeza); de contraataq­ue (4), de penal (3), de pelota parada (3, dos de ellos de cabeza) y con un remate desde afuera del área (1). En el medio perdió a Rigoni, hasta ese momento la figura, pero fue la primera vez que la estructura terminó respaldand­o al equipo. Y las variantes en determinad­os puestos fueron tan interesant­es que hasta se dudó sobre quién debía ser el 9 titular, más luego del partido que jugó Fernández ante la Academia.

Pocas veces se vio una imagen, en el fútbol argentino, en donde los futbolista­s invadan la conferenci­a de prensa del entrenador para ovacionarl­o, para cantar por él. Eso es imposible de actuar. Sucedió en Brasil con Holan, el DT que moldeó a Independie­nte para jugar con la intensidad simeonísti­ca y bielsístic­a y agregarle dinamismo a un ataque al que le faltaba explosión. Soñaba con armar un equipo que juegue así. Y logró que sus futbolista­s se sientan representa­dos por el estilo.

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