LA NACION

Del Potro, entre los obstáculos, un cierre poderoso y los desafíos de 2018

Entre febrero y fines de agosto, el tandilense tuvo una pobre tarea en el tour, pero lució un destacado sprint final que lo dejó a un paso del top 10; la motivación, el físico y sumar puntos en el primer semestre, claves para el año próximo

- Sebastián Torok

Juan Martín del Potro cerró la temporada tenística a un paso del top ten: más precisamen­te, 11º (no ocupaba esa posición desde agosto de 2014). La postal final, más allá de que el tandilense quedó a sólo un triunfo de ingresar en la Copa de Maestros de Londres (hubiera logrado es el ugarde privilegio si vencía al estadounid­ense John Isner en los cuartos de final de París Bercy), fue la de un tenista poderoso, con todas las condicione­s para seguir haciendo ruido en lo más alto del circuito, aunque sólo si se lo propone y no lo invade el desgano.

Luego de un 2016 cinematogr­áfico y milagroso, el mundo del tenis sospechó que Del Potro pelearía por los trofeos más grandes en 2017. Sin embargo, no fue así. Al menos no lo fue durante gran parte de la temporada, entre febrero y fines de agosto. En ese período jugó 12 torneos, en los que apenas ganó 18 partidos, perdió 11 y dio un W.O. (walkover), sumando 760 puntos para el ranking. Su camino fue el siguiente: Delray Beach (llegó a semifinale­s), Acapulco (segunda rueda), Indian Wells (tercera rueda; con bye en la primera ronda), Miami (tercera rueda; con bye en la primera rueda), Estoril (segunda rueda), Roma (cuartos de final), Lyon (segunda rueda), Roland Garros (tercera rueda), Wimbledon (segunda rueda), Washington (8vos de final; con bye en la primera ronda), Canadá (segunda rueda) y Cincinnati (8vos de final).

Durante esa etapa deportiva opaca, el campeón del US Open 2009 sufrió un duro golpe anímico: el fallecimie­nto de su abuelo materno. Además, padeció distintos problemas físicos que lo llevaron a tomar la

decisión de borrarse de s-Hertogenbo­sch y Queen’s, certámenes sobre césped previos a Wimbledon.

El Abierto de los Estados Unidos actuó como incentivo. Septiembre fue el quiebre. A partir de las semifinale­s alcanzadas en Flushing Meadows, Del Potro construyó un furioso sprint, con 20 victorias en 25 partidos y 1855 puntos sumados (además de la tarea en el último Grand Slam del año, alcanzó los 8vos de final de Pekín, las semifinale­s de Shanghai, el título en Estocolmo, la final en Basilea y los cuartos de final en París Bercy). En su libreta de apuntes hubo diversas anotacione­s positivas. Compitió cinco semanas consecutiv­as y, más allá del cansancio lógico y un susto en Shanghai luego de caerse sobre la muñeca izquierda, el físico le respondió bien. Además, desde Nueva York sumó a un entrenador –Sebastián Prieto– y lo sostuvo hasta el final, algo que indudablem­ente lo ordenó.

“Terminé el año con una seguidilla espectacul­ar. Hacía muchos años que no jugaba cinco torneos seguidos en un buen nivel, algo que me sirvió para quedar cerca del top ten y pelear hasta último momento por un lugar en el Masters, impensado a mitad de temporada. Esto me da mucha ilusión para el arranque de 2018”, comentó Del Potro, durante los último días en Tandil, donde inició la pretempora­da.

Arranca en Nueva Zelanda

Del Potro comenzará a competir en Auckland desde el 8 de enero, una semana antes del Abierto de Australia. Por delante tiene varios desafíos, aunque por lo visto esta temporada, uno de los principale­s va de la mano con el incentivo emocional. Este año,

cuando no lograba buenos resultados, llegó a confiar que se estaba en la “búsqueda diaria de motivacion­es”. Su desgano fue muy evidente: le faltó electricid­ad en las piernas y no hizo daño con sus golpes. Su poderío tiene un vínculo directo con su ímpetu y, en 2018, su motivación será clave si pretende llegar al top 5.

“El año que viene me gustaría mantener el nivel con el que terminé 2017. Me gustan los desafíos, los grandes torneos, las últimas instancias. Los grandes desafíos están en las finales y contra los mejores”, aventuró el tenista que ya dio por cerrada su etapa en la Copa Davis. Sostener una regularida­d semana tras semana y no tener vaivenes será uno de los grandes retos del ex Nº 4.

Además, en sus últimas actuacione­s, prácticame­nte ya no mostró limitacion­es y temores de pegar el revés de dos manos. Si lograra recuperarl­o al 100%, Del Potro estaría dando un salto de calidad que le permitiría no abusar del revés con slice ni tener que desgastars­e invirtiénd­ose para pegar de drive.

Del Potro empezó “tarde” la temporada 2017: no participó de la gira por Oceanía. Por eso, entre esa circunstan­cia y la escasa cantidad de puntos que sumó hasta Wimbledon, se le presenta una valiosa oportunida­d en 2018. “Me da ilusión poder jugar bien en Australia para sumar puntos, porque este año no fui y no defiendo puntos en el comienzo”, apuntó el jugador, de 29 años. En realidad, volverá al Grand Slam de Asia y el Pacífico por primera vez desde enero de 2014, cuando inesperada­mente se marchó en la segunda rueda luego de perder con el español Roberto Bautista Agut.

Australia es el único de los cuatro torneos grandes en el que Del Potro no logró superar la barrera de los cuartos de final: perdió en esa instancia en 2009 y 2012, ambas ante Roger Federer. Tener una buena tarea en el caluroso torneo australian­o y, luego, en los Masters 1000 previos a Roland Garros (Indian Wells, Miami, Madrid y Roma; no acostumbra jugar en Montecarlo) será todo un desafío para el tandilense. Es más, los Masters 1000 son una cuenta pendiente en la carrera de Del Potro: nunca pudo ganar un título en esa valiosa categoría.

Permaneció gran parte de 2016 y 2017 sin coach fijo (tuvo la ayuda salteada del capitán del equipo nacional de la Copa Davis Daniel Orsanic, del venezolano Jimy Szymanskiy de Santiago Quirno, capitán del Tenis Club Argentino). Incorporar a alguien que le resolviera situacione­s diarias, como Prieto, lo benefició. Y es valioso que siga en ese camino. “Me aportó orden, tranquilid­ad; estuve mucho tiempo buscando las pelotitas, planifican­do los entrenamie­ntos, pensando qué ejercicios hacer. Al final del día, es un desgaste. Ahora estoy tranquilo, estuvimos cinco o seis torneos juntos, mi nivel aumentó y nos da tranquilid­ad para seguir”, contó Del Potro, que también prolongó su tarea con el preparador físico Leonardo Jorge (ex profe de Machi González y Eduardo Schwank, entre otros). Conservar un buen estado atlético y mantenerse alejado de las lesiones (este año tuvo problemas en la cadera) será clave para competir sin ataduras ni obstáculos.

En condicione­s normales y si se lo propone, Del Potro volverá a ser un peligro para cualquiera; no hay dudas. El mundo del tenis espera que siga dando grandes golpes.

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Fabrice coffrini / afp con motivación, enfoque y salud, a los 29 años Del potro sigue siendo una gran amenaza para las mejores raquetas del circuito

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