EL MOMENTO ÚLTIMO EN QUE DEBEMOS HONRAR LA VIDA
SU CASO CONMOVIÓ AL PAÍS Y CONTRIBUYÓ A QUE MUCHOS COMPRENDIERAN EL VALOR CAPITAL DE LA DONACIÓN DE ÓRGANOS; LA MAMÁ DE MAXI, UN CHICO DE 12 AÑOS TRASPLANTADO DEL CORAZÓN, ILUMINA ESTE EJEMPLO QUE A DESPERTÓ CONCIENCIAS
Las muertes de dos niñas, la de Abril, en un asalto violento, y la de Justina, que estuvo semanas a la espera de un corazón para seguir viviendo, nos dejaron muchas enseñanzas a los argentinos en 2017. Y está en cada uno de nosotros poder capitalizar el aprendizaje para cambiar algunos aspectos de la realidad argentina y mejorar nuestro querido país. Para el bien de todos.
La falta de seguridad arrebató la vida de la pequeña de 12 años, producto de la violencia extrema, la falta de educación y las necesidades básicas insatisfechas de quien, a la postre, resultó un delincuente. Y por el otro lado, Justina, de la misma edad, cuyo destino fue como el de otros niños –Lautaro, Alma, Samira, Alan, Mía, tantos más– que lucharon a la espera de un órgano compatible que no llegó a tiempo.
Cuestiones que vienen de arrastre, de décadas irresueltas, independientemente del partido político o el gobierno de turno.
Las campañas de concientización sobre la importancia de donar órganos y sangre, impulsadas por familiares y amigos de pacientes en lista de espera para ser trasplantados, han venido a suplir la ineficacia de los ministerios de Salud de la Nación y de las provincias, para instalar en la agenda pública la necesidad real de donantes. Las estadísticas oficiales reflejan el esfuerzo de las familias en 2017, traducido en un aumento significativo de potenciales donantes y aumento de trasplantes.
Actualmente, la cifra oficial informada por el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), que impulsa, coordina y fiscaliza la procuración de órganos, tejidos y células en la Argentina, es de casi 10.000 pacientes.
Sí, 10.000. Más aún: cada tres horas, un argentino ingresa en lista de espera. De cualquier edad, religión, condición socioeducativa o lugar geográfico del país. Alguien sano que, repentinamente, contrae un virus o una bacteria, por falla orgánica; puede ocurrir que de forma abrupta se manifieste una enfermedad congénita, cuya única posibilidad de sobrevida es el trasplante. Incluso, al haber aumentado la longevidad por los avances tecnológicos y médicos, dicen los especialistas, es más factible que necesitemos un trasplante a que podamos ser donantes (sólo una de 4000 personas puede ser donante, por la condición de fallecimiento –en terapia intensiva– y patología o causa de muerte).
El Incucai es un organismo muy prestigioso y reconocido a nivel global, pero no puede solo. Necesita presupuesto, contar con recursos humanos capacitados, tecnología adecuada, medios de transporte y, fundamentalmente, apoyo político y social para avanzar en la construcción de una sociedad donante. Lo mismo sucede con el personal de salud, médicos y enfermeras/os de terapia intensiva y personal afectado a la procuración de órganos. En cada operativo de trasplante, intervienen entre 100 y 150 profesionales. Se requiere entrega, dedicación y amor incondicional para salvar vidas: de un lado, los pacientes críticos, del otro, los pacientes terminales, a la espera de su segunda oportunidad.
¿Cómo es posible que no se sepa cómo ser donante? ¿Qué significa ser “un donante presunto”? ¿Cuándo una persona se encuentra “clínicamente muerta”? (Muerte cerebral, certificada medicamente y corroborada por funcionarios del Incucai). ¿Cuál es la diferencia entre “coma”, “estado vegetativo” y la posibilidad de un milagro?
Muchos creen estar inscriptos como donantes y, sin embargo, cuando verifican en la página oficial (www.incuai.gov.ar), en el Registro de Donantes, no lo están. Hay que ser precisos para ahuyentar fantasmas y miedos.
Nadie tiene que morir para salvar a otro. Cuando ya no hay esperanza alguna para nuestros seres queridos, donar órganos permite encontrar la paz y darle un sentido a la muerte.
Las crisis son oportunidades y Justina y tantos otros pequeños nos dejaron un legado. “Papi, ayudemos a todos los que podamos”, dijo la chiquita a su padre, que puso en marcha la campaña de concientización de donación de órganos Multiplicate X7.
Podemos estar de un lado (pacientes en lista de espera) o del otro (futuros donantes). Los argentinos tenemos un “gen solidario”. Activémoslo. Por Justina y todos los que partieron. Honremos sus vidas.
“Cuando ya no hay esperanza para nuestros seres queridos, donar órganos nos permite encontrar la paz y darle un sentido a la muerte”
por qué es importante. Justina esperó del editor: durante semanas ser trasplantada. Durante esa vigilia, su padre puso en marcha la campaña de concientización Multiplicate X7. Justina murió el 22 de noviembre. Su caso conmovió al país.