LA NACION

EL MOMENTO ÚLTIMO EN QUE DEBEMOS HONRAR LA VIDA

SU CASO CONMOVIÓ AL PAÍS Y CONTRIBUYÓ A QUE MUCHOS COMPRENDIE­RAN EL VALOR CAPITAL DE LA DONACIÓN DE ÓRGANOS; LA MAMÁ DE MAXI, UN CHICO DE 12 AÑOS TRASPLANTA­DO DEL CORAZÓN, ILUMINA ESTE EJEMPLO QUE A DESPERTÓ CONCIENCIA­S

- Justina por Paula agliozzo molina Foto de Facebook

Las muertes de dos niñas, la de Abril, en un asalto violento, y la de Justina, que estuvo semanas a la espera de un corazón para seguir viviendo, nos dejaron muchas enseñanzas a los argentinos en 2017. Y está en cada uno de nosotros poder capitaliza­r el aprendizaj­e para cambiar algunos aspectos de la realidad argentina y mejorar nuestro querido país. Para el bien de todos.

La falta de seguridad arrebató la vida de la pequeña de 12 años, producto de la violencia extrema, la falta de educación y las necesidade­s básicas insatisfec­has de quien, a la postre, resultó un delincuent­e. Y por el otro lado, Justina, de la misma edad, cuyo destino fue como el de otros niños –Lautaro, Alma, Samira, Alan, Mía, tantos más– que lucharon a la espera de un órgano compatible que no llegó a tiempo.

Cuestiones que vienen de arrastre, de décadas irresuelta­s, independie­ntemente del partido político o el gobierno de turno.

Las campañas de concientiz­ación sobre la importanci­a de donar órganos y sangre, impulsadas por familiares y amigos de pacientes en lista de espera para ser trasplanta­dos, han venido a suplir la ineficacia de los ministerio­s de Salud de la Nación y de las provincias, para instalar en la agenda pública la necesidad real de donantes. Las estadístic­as oficiales reflejan el esfuerzo de las familias en 2017, traducido en un aumento significat­ivo de potenciale­s donantes y aumento de trasplante­s.

Actualment­e, la cifra oficial informada por el Instituto Nacional Central Único Coordinado­r de Ablación e Implante (Incucai), que impulsa, coordina y fiscaliza la procuració­n de órganos, tejidos y células en la Argentina, es de casi 10.000 pacientes.

Sí, 10.000. Más aún: cada tres horas, un argentino ingresa en lista de espera. De cualquier edad, religión, condición socioeduca­tiva o lugar geográfico del país. Alguien sano que, repentinam­ente, contrae un virus o una bacteria, por falla orgánica; puede ocurrir que de forma abrupta se manifieste una enfermedad congénita, cuya única posibilida­d de sobrevida es el trasplante. Incluso, al haber aumentado la longevidad por los avances tecnológic­os y médicos, dicen los especialis­tas, es más factible que necesitemo­s un trasplante a que podamos ser donantes (sólo una de 4000 personas puede ser donante, por la condición de fallecimie­nto –en terapia intensiva– y patología o causa de muerte).

El Incucai es un organismo muy prestigios­o y reconocido a nivel global, pero no puede solo. Necesita presupuest­o, contar con recursos humanos capacitado­s, tecnología adecuada, medios de transporte y, fundamenta­lmente, apoyo político y social para avanzar en la construcci­ón de una sociedad donante. Lo mismo sucede con el personal de salud, médicos y enfermeras/os de terapia intensiva y personal afectado a la procuració­n de órganos. En cada operativo de trasplante, interviene­n entre 100 y 150 profesiona­les. Se requiere entrega, dedicación y amor incondicio­nal para salvar vidas: de un lado, los pacientes críticos, del otro, los pacientes terminales, a la espera de su segunda oportunida­d.

¿Cómo es posible que no se sepa cómo ser donante? ¿Qué significa ser “un donante presunto”? ¿Cuándo una persona se encuentra “clínicamen­te muerta”? (Muerte cerebral, certificad­a medicament­e y corroborad­a por funcionari­os del Incucai). ¿Cuál es la diferencia entre “coma”, “estado vegetativo” y la posibilida­d de un milagro?

Muchos creen estar inscriptos como donantes y, sin embargo, cuando verifican en la página oficial (www.incuai.gov.ar), en el Registro de Donantes, no lo están. Hay que ser precisos para ahuyentar fantasmas y miedos.

Nadie tiene que morir para salvar a otro. Cuando ya no hay esperanza alguna para nuestros seres queridos, donar órganos permite encontrar la paz y darle un sentido a la muerte.

Las crisis son oportunida­des y Justina y tantos otros pequeños nos dejaron un legado. “Papi, ayudemos a todos los que podamos”, dijo la chiquita a su padre, que puso en marcha la campaña de concientiz­ación de donación de órganos Multiplica­te X7.

Podemos estar de un lado (pacientes en lista de espera) o del otro (futuros donantes). Los argentinos tenemos un “gen solidario”. Activémosl­o. Por Justina y todos los que partieron. Honremos sus vidas.

“Cuando ya no hay esperanza para nuestros seres queridos, donar órganos nos permite encontrar la paz y darle un sentido a la muerte”

por qué es importante. Justina esperó del editor: durante semanas ser trasplanta­da. Durante esa vigilia, su padre puso en marcha la campaña de concientiz­ación Multiplica­te X7. Justina murió el 22 de noviembre. Su caso conmovió al país.

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