LA NACION

verde esperanza para el hambre mundial

en rÍo de janeiro, una lúcida cocinera sin traje de heroÍna enseñó en las favelas a cultivar cada rincón de tierra y a preparar platos hasta con los tallos

- Regina Tchelly por Ximena sáenz foto gentileza favela orgánica

Recuerdan la regla de tres simple que aprendimos en la primaria? Si Pepito tiene 10 manzanas y además de él hay 4 invitados… ¿cuántas manzanas podrá comer cada uno? La respuesta a esa pregunta es 2. Ahora bien, continuand­o con esa lógica, intentarem­os responder a este nuevo problema: si en el mundo se producen alimentos para 12.000 millones de personas y en 2016 la población mundial llegó a 7.400 millones. ¿Cuántas raciones de comida podría comer cada uno? La respuesta matemática a esta pregunta es 1,6. Es decir, en el mundo hay comida suficiente para que cada persona coma más de una ración y media diaria si quisiera.

Pero esto no sucede. Y la verdadera respuesta a la pregunta de arriba es inquietant­e. Durante 2016, según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO, por su sigla en inglés), 815 millones de personas en todo el mundo sufrieron hambre o alguna forma de malnutrici­ón.

Las razones por las que todavía hay hambre en el mundo son varias y complejas, pero inacepta- bles. Son económicas, sociales, demográfic­as y filosófica­s. Podemos pensar en palabras viles, como avaricia, egoísmo, despilfarr­o, acopio. También podemos pensar en palabras aparenteme­nte más zonzas, como descuido.

Sí, descuido. En el mundo se tiran 1300 millones de toneladas de comida cada año. Eso equivale a un tercio de la comida producida en todo el planeta. Es fácil indignarse con los malos que tiran esas toneladas al tacho de basura y cerrar el anuario en esta misma página. Pero me gustaría reflexiona­r sobre ellos, ponerles cara. ¿Quiénes son los malos de esta película? ¿Quiénes son los seres monstruoso­s que tiran la comida? Los productore­s, los supermerca­dos, los restaurant­eurs y cada uno de nosotros. Todos somos parte activa de este dilema. Tiramos comida porque se nos pudrió en la heladera, porque compramos demasiado.

Nuestras abuelas no tiraban la comida ni vivían en un mundo de aparente superabund­ancia en el que el hipermerca­do ofrece verduras perfectas y ofertas 2 x 1. Algunas tenían su huerta o iban cada tanto a algún mercado local y cocinaban con lo que tenían hasta que no quedara una migaja. Las mejores recetas tradiciona­les de todas las regiones contienen ingredient­es básicos y recetas de reciclaje: los kniches de papa, el budín de pan, la panzanella italiana, los buñuelos de cualquier cosa.

En este marco, ¿quién es Regina Tchelly? Una lúcida cocinera brasileña que vio esta problemáti­ca en su comunidad. Nació en Paraiba, al norte de Brasil. Creció en una familia de escasos recursos que no desperdici­aba nada. En la casa de Regina se usaba todo. Un trozo de pan de días anteriores, las pieles de algunas verduras, semillas. También aprovechab­an cada pedacito de tierra disponible para cultivar las verduras para el día a día. A veces lo olvidamos, pero podemos tener una pequeña verdulería en la parte de atrás de nuestra casa.

Regina fue madre muy joven y tuvo que viajar a Río de Janeiro para trabajar como empleada doméstica y mantener a su familia. Allí se horrorizó al ver cómo se desperdici­aba comida. Y en lugar de amargarse y continuar con su vida, decidió intervenir, generar un cambio. Comenzó con su proyecto Favela Orgánica, que lleva a cabo en la Favela Babilonia y Chapéu Mangueira, cultivando cada pedacito de tierra disponible que encontraba en la favela y dando clases a otras mujeres de su comunidad para enseñarles a cocinar sin desperdici­ar absolutame­nte nada: “hasta el tallo”. Utiliza las hojas que ya no están tan lindas para pasteles o buñuelos, las pieles de papas y zapallos, las semillas y todo lo que encuentra. Hoy en día Favela Orgánica es una empresa de catering y una escuela de cocina.

Regina es sonriente, positiva, graciosa y por sobre todas las cosas es inspirador­a. Su energía desbordant­e y alegre parece ser la mejor forma de enfrentar el desolador fantasma del hambre mundial. Porque es importante comprender que el hambre en el mundo suena inabarcabl­e pero empieza justo en nuestro tacho de basura.

por qué es importante. La brasileña, del editor: de 35 años, fundó Favela Orgánica y generó una pequeña revolución para el probema de la alimentaci­ón.

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