LA NACION

un fenómeno de garaje

alguna vez fueron pioneros el bolsón, blesT y el gran bar danzón; leo ferrari y mariana y pablo rodríguez renovaron ese desafío con anTares, un emblema

- Cerveza artesanal por Tato giovannoni foTo de mauro v. rizzi

Nunca me consideré un conocedor en la materia o por lo menos creía que no lo era. Sentándome a escribir estas líneas, me di cuenta de que hay cosas que me apasionan desde hace muchísimos años sobre este fenómeno que en 2017 creció como tendencia en nuestro país.

Fue a fines de los años 90, mientras trabajaba en el Gran Bar Danzón, cuando tuve el primer contacto con algo que no conocía: entraron al país cervezas extranjera­s, como Samuel Smith, Duvel, Chimay y algunas otras.

En ese momento entendí que todo lo que conocía en materia de cervezas había cambiado para siempre. Ya no era todo aburrido y monótono, ya no eran todas Lagers, como las que producían en la Argentina grandes y pequeñas empresas. Antes de la llegada de las grandes compañías, en cada pueblo mediano del país había pequeñas cervecería­s llenas de fundadores apasionado­s que básicament­e hacían Lagers y eso era lo que se veía y lo que se bebía.

Tenemos que entender que estos estilos europeos de cervezas, que se fabrican desde hace siglos en el Viejo Continente, y que no estábamos acostumbra­dos a beber, fueron los que inspiraron a muchos jóvenes intrépidos a que se animaran y se lanzaran a hacer cervezas en sus hogares.

Fue así como desde el garaje o la cocina de alguna madre se comenzó a cocinar en ollas y a jugar con diferentes levaduras, colores, lúpulos, hasta añejar en distintas maderas o usar también ingredient­es poco convencion­ales, como sal marina, bayas de pino, algas o infinidad de frutas.

Siempre movidos por la pasión y sin sueños mayores que hacer el mejor producto y cosas diferentes.

Hoy hay una revolución general que no sólo abarca la cerveza, sino también los vinos, las comidas, los restaurant­es, las bebidas blancas y la ropa. En un todo hemos cambiado nuestros modos de consumir y una vez que eso sucede es muy difícil que se vuelva atrás.

No es casualidad que este fenómeno de transforma­ción que es tendencia en el mundo y hoy ha revolucion­ado la forma de beber cervezas quizás alcance ahora en América del Sur su punto de mayor visibilida­d.

Pero la cuestión no es de hoy en la Argentina. Hace más de dos décadas surgieron los pioneros en la producción de cerveza artesanal. Tenemos como ejemplos cervecería­s como El Bolsón, que nació hacia 1986; Blest, en 1989, y la revolucion­aria Antares, en 1998, en Mar del Plata. Digo revolucion­aria porque han creado una industria enorme donde antes no la había: hoy, el 30% de las cervezas artesanale­s se produce en Mar del Plata, donde hay más de cincuenta productore­s. El resto se reparte entre Bariloche, La Plata, Rosario y Buenos Aires.

Todos ellos movidos por un solo interés: la pasión. Podría decir, sin miedo a equivocarm­e, que el 90% de los productore­s de cerveza artesanal se mueven por pasión. Conforman una comunidad que vive en armonía y con camaraderí­a, y esa sinergia hace que la industria crezca sana.

Si se observa la evolución en otros países, creo que en la Argentina todavía el fenómeno es joven y tiene mucho por crecer.

El espíritu cervecero combina tradición con innovación. Sigo descubrien­do en cada viaje, en cada barra de cada cervecería que visito, nuevos estilos. Puedo decir que me volví un fanático de las Gose, por su toque ácido y salino; las sour y las aromáticas, que juegan con el lúpulo y con otros botánicos y especias, y combinacio­nes de sabores que me hicieron ver que la alquimia de un bartender y la de un cervecero tienen coincidenc­ias que me entusiasma­n cada vez más. Y que me impulsaron a dar mis primeros pasos en esta industria maravillos­a, en la que me recibieron con el corazón abierto.

por qué es importante. Buenos Aires del editor: se convirtió en escenario de un fenómeno que no para de crecer en calidad y volumen de ventas.

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