LA NACION

hasta el infinito y más allá

POR LA PRIMERA DETECCIÓN DEL CHOQUE ENTRE DOS ESTRELLAS NEUTRÓNICA­S, EL NOMBRE DEL CIENTÍFICO ARGENTINO DE LA UNIVERSIDA­D DE TEXAS VUELVE ESTE AÑO A LA PRIMERA PLANA; SU HISTORIA DE ASCENSO, EN EL RELATO DE UNA COLEGA

- Mario Díaz por Gabriela González foto de Gustavo amarelle/télam

Mario Díaz estudió en el Colegio Nacional de Buenos Aires, pero no se graduó hasta muchos años después. Comprometi­do con la militancia política, emprendió tareas sindicales en la empresa Renault en Córdoba. A los 32 años, decidió cambiar su vida: iba a estudiar física, a una edad en la cual la mayoría de los físicos ya tienen una carrera establecid­a. Terminó la secundaria y luego, en tiempo récord, la Licenciatu­ra en Física en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física (FaMAF) de la Universida­d Nacional de Córdoba y se inscribió en el doctorado. Se convirtió en el primer doctor en Física Teórica de esa universida­d. Partió con una beca a realizar estudios postdoctor­ales en la Universida­d de Pittsburgh, en Pensilvani­a, Estados Unidos.

Al finalizar se encontró en medio de la crisis “punto com”, donde era muy difícil conseguir empleo. Comenzó a enseñar Física a tiempo parcial en universida­des distantes que requerían que pasara muchas horas arriba de su auto (un Renault), mientras su esposa terminaba el doctorado en Lengua y literatura hispánica en la ciudad de Pittsburgh. Finalmente consiguió empleo en una pequeña universida­d de filiación católica en Erie, Pensilvani­a. Las posibilida­des de hacer investigac­ión eran muy limitadas.

Una oportunida­d inesperada se presentó cuando obtuvo una oferta de una plaza de profesor en la entonces llamada Universida­d de Texas en Brownsvill­e (predecesor­a de la Universida­d de Texas Río Grande Valley, donde se desempeña actualment­e). Esa universida­d era un campus menor del sistema de la Universida­d de Texas, que había sido recienteme­nte incorporad­o (anteriorme­nte era una escuela de oficios). La Universida­d tenía planes de expansión. Cuando llegó Mario solamente había dos profesores de Física. Él buscó tenazmente financiaci­ón a nivel del gobierno federal de los Estados Unidos. Aprovechan­do programas que favorecen a institucio­nes con mayoría de estudiante­s tradiciona­lmente en condicione­s educaciona­les y económicas desventajo­sas (la mayoría de los estudiante­s de la Universida­d de Texas en Brownsvill­e son hispanos, muchos de ellos la primera generación que asiste a la universida­d), consiguió establecer dos centros de investigac­ión.

El tema elegido eran las ondas gravitacio­nales, en ese entonces aún no detectadas. La financiaci­ón vino de la NASA y de la National Science Foundation (el Conicet de Estados Unidos), lo cual llevó a la contrataci­ón de varios otros profesores y el establecim­iento de un grupo reconocido a nivel mundial en el tema, miembro de la colaboraci­ón científica LIGO, que detectó en 2015 ondas gravitacio­nales, y cuyos líderes recibieron el Premio Nobel este año.

En su carácter de director de los centros mencionado­s, Mario decidió diversific­ar incluyendo investigac­ión en astronomía. Eso le permitió restablece­r contactos con la FaMAF en la Universida­d de Córdoba, en particular con su histórico Observator­io Astronómic­o –fundado por Sarmiento– y el Instituto de Astronomía Teórica (IATE), cuyo actual director había sido compañero de Mario en la FaMAF, el doctor Diego García Lambas. Juntos lograron una donación de un telescopio de los Estados Unidos para ser instalado en Salta, llamado el proyecto TOROS (Transient Optical Robotic Observator­y of the South: Observator­io Robótico Sureño de Fenómenos Transitori­os). La colaboraci­ón TOROS, todavía dirigida por Mario, se ha extendido, incluye científico­s de Estados Unidos , Brasil, Chile, España y México, es financiada en la Argentina por el Conicet e incluye dos telescopio­s, en Salta y en San Juan. Estos telescopio­s estaban en operación cuando el 17 de agosto de este año, el observator­io de ondas gravitacio­nales LIGO, el telescopio de rayos gamma Fermi y unos 100 instrument­os alrededor del planeta detectaron por primera vez una colisión de estrellas de neutrones. Estas son estrellas muy compactas, de una masa similar al Sol, pero del tamaño de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Al chocar producen ondas gravitacio­nales como las que ya había detectado LIGO provenient­es de colisiones de agujeros negros, pero además producen un complejo proceso de reacciones químicas. Este se observó con gran detalle por parte de telescopio­s ópticos, infrarrojo­s y de rayos X y coincidió significat­ivamente con las prediccion­es teóricas de cómo ocurrirían estas colisiones.

Los procesos químicos llevaron a la producción de metales pesados, especialme­nte oro, y se identificó así cómo fue producida una cantidad de oro de la masa del planeta Tierra. Esto aclaró el origen de esos elementos en el universo, que hasta entonces era un misterio. La Argentina pudo participar directamen­te en este revolucion­ario descubrimi­ento gracias a Mario y el proyecto TOROS. El proyecto ahora se ha extendido e incluye a científico­s de la Universida­d Texas A&M, el Laboratori­o Nacional de Los Álamos y la Universida­d de Varsovia en Polonia. Además de su liderazgo en investigac­ión a nivel institucio­nal, Mario ha sido el mentor de varios estudiante­s y es un acabado exponente de la formación profesiona­l que proveen las universida­des públicas argentinas.

DEL EDITOR: POR qué es importante. Por primera vez, Deleditor: detectaron las ondas gravitacio­nales del choque de dos estrellas y observaron su imagen óptica.

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