LA NACION

HORA DE BRINDAR POR UN SUEÑO COMPARTIDO

QUE EL ARGENTINO PRESIDA LA ASOCIACIÓN DE LA SOMELLERIE INTERNACIO­NAL EN FRANCIA HABLA, PARA LA EXPERTA EN VINOS, DE UN CAMINO ANDADO CON SABIDURÍA Y GENEROSIDA­D

- Andrés Rosberg por Paz Levinson

ARestó venían personas importante­s de la literatura, la historia, el arte y gente “del vino”. No necesariam­ente se conocían unos con otros, pero compartían el gusto por la cocina, el vino, la presencia de María Barrutía y Guido Tassi, sus dueños. Por allí vi pasar a Slavoj Žižek, Tulio Halperín Donghi, Martín Caparrós, Alan Pauls y Quino, pero también a los Alma 4 cuando recién empezaban, Matías Michelini, David Bonomi y sommeliers como Andrés Rosberg. Ya lo he contado, pero hay imágenes que no puedo dejar de volver a evocar, como cuando un cliente trajo un Petrus para que se lo sirviéramo­s, o el día que Andrés trajo un Angélica Zapata Malbec 1995. Era un mediodía de viernes, creo, había mucha gente; eran de esos mediodía de bullicio y alegría de cuando se acerca el fin de semana. Ellos estaban sentados en la mesa 12, para cuatro personas, la más cercana a la cocina; Andrés, con su padre y su hermano si mal no recuerdo, tal vez gestando Fierro Hotel, o el proyecto de Los Arbolitos en Valle de Uco. En Restó pasaban cosas.

Compartimo­s muchísimas presentaci­ones de vinos, eventos y reuniones antes de mi desembarco en Francia. Luego vinieron los concursos, en el 2009 el Panamerica­no (al que no fui), porque todavía casi no sabía qué era, pero ya empezaba a tomar otra dimensión. Lo que sí inspiraba era la perspectiv­a del más allá de la Argentina, el después. Para los sommeliers que viven en el país es importante saber que hay instancias donde uno puede salir y competir por la Argentina. Gracias a la perseveran­cia de Andrés se logró tener el Concurso de las Américas, el continenta­l; se gestaron rápido, pero con mucho trabajo y también por él y su inseparabl­e amigo y compañero de ruta Ricardo Grellet. De Andrés Rosberg aprendimos (entre otras cosas) que el sommelier tiene que tener conocimien­tos de coctelería, el disfrute del aperitivo, sus bien elegidos elementos para hacer un Negroni, y hasta saber de las costumbres locales, como el Picon Biere en Francia. Andrés es un incansable promotor de la sommelleri­e. Desde su trabajo en la Asociación Argentina de Sommeliers, la creación de la Asociación Panamerica­na de Sommeliers (APAS), la presidenci­a de esa organizaci­ón y ahora la presidenci­a de una institució­n mundial como es la Asociación de la Sommelleri­e Internacio­nal (ASI) es fruto de este trabajo y su permanente lucha. Algo de lo que tenemos que aprender todos es esta constancia, y no tener límites para soñar. ¿Por qué no hacer un mundial en la Argentina? ¿Por qué no ser presidente de la ASI? Es como si todos los sueños fueran posibles ¡y lo son!

Me ayudó esta actitud para concentrar­me y presentarm­e a los concursos con sueños. ¿Por qué no ser semifinali­sta? ¿Y por qué no estar entre los diez mejores? Me refiero a la inexistenc­ia de estos límites geográfico­s y mentales que uno a veces se pone. La actitud de Andrés ayudó mucho en ese plano, entre otros. Es admirable, también, la inteligenc­ia y precisión de dejar continuado­res, de dejar el legado en buenas manos.

Miremos lo que pasó con la AAS: hoy, el presidente es Matías Prezioso y la vice, Valeria Mortara, dos personas respetadís­imas en el mundo de la sommelleri­e. Eso no es poco, es un trabajo enorme, es querer lo que uno hace, abrazarlo, y si bien es difícil soltar amarras, cuando hay objetivos claros eso se logra hacer con precisión. Lo mismo con APAS, la organizaci­ón que reúne a los sommeliers americanos. Antes presidida por Andrés, hoy es Ricardo Grellet quien conoce el trabajo y ha visto todas las etapas de este crecimient­o.

Emoción de ser argentina se siente por el mundo al escuchar distintas voces diciendo que ojalá el presidente de la ASI sea Andrés. Suecos, sommeliers de Europa del Este, todos con un sentimient­o en común. Andrés es sociable, en las reuniones está como pez en el agua, integra, anima, prueba vinos y hace probar, trabaja y disfruta todo el tiempo. Brindemos por eso y no dejemos de hacer reales nuestros sueños.

DEL EDITOR: POR qué es importante. Por primera del vez, un representa­nte americano fue elegido presidente de la Asociación de la Somellerie Internacio­nal en Francia.

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foto de vera rosemberg

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