Y un día el Irízar volvió a zarpar
Tras un incendio que lo dejó inoperable durante diez años, el rompehielos volvió a zarpar rumbo a la Antártida; inquietos, los familiares despidieron a los tripulantes
Nadie pudo dejar de pensar en las familias de los submarinistas, que siguen esperando
Faltaba poco para la zarpada del rompehielos. El fantasma flotaba en el aire, y Oscar Aguad, ministro de Defensa, le puso nombre y apellido en las primeras palabras de su discurso: “Quiero recordar a los 44 tripulantes del ARA San Juan, a más de un mes de la desaparición del submarino argentino. Una tragedia que nos involucra a todos y que ha calado muy hondo, no solamente en las autoridades, sino en la sociedad en su conjunto. Valga, con respeto, nuestro reconocimiento a sus familias. En las horas más tristes han pasado los peores momentos. En algún momento podremos hacer un gran reconocimiento a quienes pueden haber dejado la vida para honrar la patria”.
Fue una fiesta agridulce la que celebró ayer la vuelta al mar del rompehielos Almirante Irízar como parte de la Campaña Antártica, después de un incendio en alta mar que lo dejó inoperable por diez años. Es que nadie pudo dejar de pensar en las familias de los submarinistas que siguen esperando.
El Irízar partió ayer de la dársena E del Puerto de Buenos Aires rumbo a la Antártida. Y para las familias que ya están acostumbradas a ver partir hijos, yernos, suegros, no fue una despedida más. “La espera es eterna”, contó Micaela Villalobos. Su marido volverá en abril. “Papá se fue a hacer lo que él quiere, lo que a él le gusta”, les decía una mujer a sus tres hijos desconsolados.
Olalla Martínez es guardaparques y fue a despedir a Karina Rivas, su compañera, una de las dos mujeres que en el Irízar se ocuparán de hacer relevamientos de flora y fauna. “Estoy muy emocionada”, contó. Había llegado justo para saludar a su amiga.
“Con todo lo que pasó con el submarino, a mí por lo menos me moviliza un montón. Vos sabés que se van, pero no si vuelven –dijo Olalla–. Tiene su cuota de riesgo todo el tiempo. Te vas habituando. Pero cuando pasan estas cosas es un sacudón, uno toma conciencia del riesgo, que habitualmente no lo medís”, aseguró.
El buque partió rumbo a la Antártida con el objetivo de visitar tantas bases como le sea posible según las condiciones climáticas. Está previsto que en la primera etapa de su misión se reabastezca de combustible en las bases Esperanza, Marambio, Petrel y Orcadas, para luego continuar su navegación hacia la base Belgrano 2, la más austral del país.
Allí se relevará al personal que cumplió funciones durante un año, con el apoyo de dos helicópteros que se encuentran embarcados. Desde esta base el rompehielos retornará al puerto de Ushuaia para reabastecerse de insumos que serán trasladados en una segunda instancia a Marambio y San Martín.
Las principales funciones del rompehielos durante la misión comprenderán abastecimiento, despliegues y repliegues de personal, mantenimiento y reparación de refugios, tareas de apoyo a la comunidad científica, exploraciones y retiro de residuos y materiales contaminantes.
El 10 de abril de 2007, durante la Campaña Antártica, el Irízar sufrió un incendio en alta mar con 241 personas a bordo. Una vez evacuadas, el buque fue remolcado hasta Puer- to Belgrano. Un mes después, la ministra de Defensa, Nilda Garré, aseguró que el buque sería reparado. El gobierno contrató entonces el buque ruso Vasili Golovnin para ocupar el lugar del Irízar en la Campaña Antártica. Mario Fadel, presidente del astillero Tandanor, afirmó que el Irízar volvería a navegar a fines de 2011. El presupuesto asignado era de 326 millones de pesos.
Dos años después, se contrató por 48 millones de pesos el buque Timca, usado para el traslado de vehículos en el mar Báltico. La empresa que alquilaba el buque ruso denunció corrupción en la licitación. Finalmente volvieron a contratar el Vasili Golovnin.
En abril de este año, tras el proceso de reconstrucción y modernización, el Irízar volvió a realizar una navegación de prueba.
La Campaña Antártica 2017-2018 comenzó el 18 de diciembre y se extenderá durante 120 días, hasta principios de abril, cuando volverá al Puerto de Buenos Aires.
Guillermina Mieres viajó desde Puerto Iguazú para despedir ayer a su yerno, cabo primero del Ejército. “Imagínese, es un orgullo para la familia –dijo–. Deseo que esté bien y confiamos en Dios que van a volver bien.”