LA NACION

Un circuito paralelo para privilegia­r los pagos de los empresario­s amigos

José López enviaba todos los meses una lista a Economía para que le giraran fondos a Austral

- Pablo Fernández Blanco

Ni en una pesadilla Lázaro Báez habrá imaginado que sus trabajador­es serían la mecha que encendería el infierno judicial en el que está. El 12 de diciembre de 2015, dos días después del cambio de inquilino en la Casa Rosada, el nuevo jefe de la Dirección Nacional de Vialidad (DNV), Javier Iguacel, se informó a través de un resumen de prensa sobre un conflicto en Santa Cruz. Los empleados de Austral Construcci­ones tenían a media provincia convulsion­ada, decía la crónica periodísti­ca, porque no cobraban los sueldos. Los debía pagar la nave insignia con la que Báez se hizo millonario, pero le echaban la culpa a Vialidad.

Iguacel se sorprendió con los renglones que relataban la historia donde un supuesto funcionari­o de su cartera reconocía el incumplimi­ento de Vialidad. Todo eso lo llevó a ordenar una auditoría. La hizo parte del equipo de planta del organismo, pero bajo el pedido de actuar “con las manos desatadas”.

Los resultados de la investigac­ión fueron aún más sorprenden­tes desde la mirada del Gobierno. El reclamo provenía de los empleados de una empresa a la que se le había pagado por adelantado, cuando al mismo tiempo el Estado tenía con otras constructo­ras deudas de casi un año por US$ 2000 millones.

Puestos en una carpeta, los hallazgos se convirtier­on en la base de una causa que hoy se tramita en el juzgado de Julián Ercolini y por la cual el Estado reclama un reembolso de $ 22.500 millones.

Según la investigac­ión al interior de la DNV, el organismo le enviaba todos los meses al Ministerio de Economía una planilla con los certificad­os para cancelar las deudas con las empresas constructo­ras. Quien daba la orden era José López, entonces secretario de Obras Públicas y desde el año pasado un preso célebre del

kirchneris­mo, luego de intentar ocultar casi US$ 10 millones en un convento.

LA NACION vio una de esas listas, correspond­iente a enero de 2015. En el margen derecho estaba anotado con letra manuscrita: “Los 10 primeros sí o sí se paguen [sic]”. En el sexto lugar de esa lista figuraba Austral Construcci­ones, que tenía para cobrar ese mes $ 60 millones.

La prioridad de pago hacia las compañías de Báez se repetía en la mayoría de los documentos en los que se liquidaban las deudas de Vialidad, algo que le permitió al organismo, que funciona en la órbita del Ministerio de Transporte, a cargo de Guillermo Dietrich, denunciar la existencia de un circuito para privilegia­r al empresario a través de la complicida­d de Báez, López y Julio De Vido, a quienes señala de haber montado una organizaci­ón para defraudar al Estado.

Para concretar esas maniobras se estableció un circuito de pago de excepción, distinto del proceso ordinario. Austral Construcci­ones y las restantes empresas del grupo obtuvieron del anterior administra­dor de Vialidad Nelson Periotti, el visto bueno para el pago anticipado de certificac­iones de obra, algo que está contemplad­o en un acuerdo firmado por Sergio Passacanta­ndo, ex gerente de Administra­ción de la DNV. Ese convenio acompaña la denuncia.

Sobre esa base, la Jefatura de Liquidacio­nes del organismo, a cargo de Claudia Bellofatto, remitía notas a la comisión permanente de actualizac­ión y consolidac­ión de deuda indicando e individual­izando los expediente­s y las fechas que debían cancelarse anticipada­mente.

Las empresas de Báez, no sólo Austral, sino también Kank y Costilla, recibieron 51 obras de un total de 83, un 78,4% de toda la provincia. Y si bien las compañías del empresario incumplier­on los plazos, nada de eso se trasladó a la administra­ción kirchneris­ta, que les pagó con una demora promedio en torno de los 60 días (otras empresas tenían una espera cercana a los 260 días).

Según un relevamien­to de LA NACION, tan sólo en la primera década de gobierno el kirchneris­mo destinó $ 63.400,71 millones al tendido y la reparación de rutas a través de la DNV, uno de los presupuest­os más jugosos del país.

Santa Cruz fue la más beneficiad­a: se llevó cerca de $ 6885 millones, casi el 11% de lo disponible. La siguió Buenos Aires, el distrito económico más importante, con menos del 10%.

Con la llegada de Macri, la distribuci­ón de los fondos para rutas cambió sustancial­mente.

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