LA NACION

Una plataforma científica flotante para investigar los mares antárticos

Gracias al rediseño, tendrá siete laboratori­os en lugar de uno, pero todavía hay que equiparlos

- Nora Bär

La zarpada del Irízar después de una década en reparacion­es culmina con una buena noticia un año no muy luminoso para los investigad­ores del Instituto Antártico Argentino (IAA).

Sometidos a las mismas medidas de austeridad que condiciona­n a otras áreas del sistema científico, y todavía apesadumbr­ados por el remate del edificio histórico de Cerrito 1248, entre cuyas paredes se preservaba la tradición de la primera institució­n del mundo dedicada a la investigac­ión científica en el continente blanco (creada antes, incluso, de la firma del Tratado Antártico), la recuperaci­ón del buque insignia de la institució­n es, sin duda, un hecho para celebrar.

“El Irízar recobrará su función de plataforma científica marina que se había discontinu­ado en 2007 –comenta el licenciado Rodolfo Sánchez, actual director del IAA–. Pero lo hará potenciado, porque tiene siete laboratori­os en lugar de uno, como era antes. Esto nos ofrecerá posibilida­des que nunca habíamos tenido y además multiplica­rá las oportunida­des de cooperació­n internacio­nal”.

Originalme­nte, el rompehielo­s era puramente logístico. Se ocupaba de abastecer las 13 bases argentinas en la Antártida, del retiro de residuos y del recambio de personal. Mientras estuvo fuera de servicio, fue reemplazad­o parcialmen­te por el buque Canal Beagle y otros contratado­s en el extranjero .

A partir del rediseño y cuando se haya completado el equipamien-

to de los laboratori­os, en lo que se está trabajando, “se abre un nuevo horizonte para hacer investigac­ión, sobre todo en el mar –destaca Sánchez–. Antes, estábamos atados a lo que podíamos hacer desde las bases”. Según un comunicado del Ministerio de Defensa, hoy el Irízar navega con “tecnología de última generación, se duplicó su capacidad de transporte de gasoil antártico y se aumentó en un 600 por ciento la cantidad de espacio dedicado a la investigac­ión”.

Con 14 investigad­ores del IAA a bordo, en su primera misión reabastece­rá de combustibl­e las bases Esperanza, Marambio, Petrel y Orcadas, y luego seguirá hacia la Base Belgrano II, la más austral que mantiene el país, que sólo es accesible durante algunas semanas cada año, aproximada­mente a mediados de enero.

Se calcula que en esta campaña se movilizará­n más de 2000 personas, se consumirán 183 toneladas de víveres, 1700 metros cúbicos de gasoil, 822 tubos de gas y 962 toneladas de cargas generales.

“Normalment­e, la campaña se divide en dos o tres etapas dependiend­o del año –explica Sánchez–. Durante la primera se hace el «viaje largo» hasta Belgrano, y en febrero se retoma por el lado oeste hasta la Base San Martín. Pero no tomaría esta como una campaña tipo, porque en el futuro la cantidad de científico­s irá aumentando”.

El itinerario también incluye dos paradas en la Base Marambio y otras dos en la Base Orcadas, con escalas en Ushuaia.

Sánchez descarta que se hayan recortado proyectos científico­s. “Se siguió con las líneas que venían desarrollá­ndose –subraya–. Estamos tendiendo puentes con organismos nacionales que pueden tener interés en el tema antártico, como el Instituto Geográfico Nacional, el Servicio Meteorológ­ico, universida­des y otros, para sumarlos y hacer un trabajo conjunto. Se habían caído muchos convenios por efecto de un decreto, pero ya «levantamos» unos cuantos. La idea es romper el aislamient­o. Una vez por mes ocupamos nuestro lugar en el Consejo Interinsti­tucional de Ciencia y Tecnología, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, y hablamos con nuestros pares, exponemos problemas comunes. Queremos expandirno­s, y para eso necesitamo­s tener un panorama completo para cuando sea el momento”.

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