LA NACION

Avanzada delivery. El triunfo de las apps de comida a domicilio

Las plataforma­s y webs que operan en el sector gastronómi­co generan un negocio de más de 60.000 millones de dólares de la mano de los smartphone­s

- María Fernández

“La gente vive sin tiempo, y pese al programa Master Chef estamos perdiendo el saber hacer culinario en casa”, sonríe Juan Ignacio Díaz, secretario de Marcas de Restauraci­ón, la cámara que reúne a las empresas gastronómi­cas españolas. La comida para llevar sacia el hambre en todos los continente­s, aunque las cifras todavía son estimacion­es. Statista proyecta que el delivery factura 60.342 millones de dólares entre Estados Unidos, Europa y Asia, y que cada cliente desembolsa una media al año de entre 158 dólares (en China) y 395 dólares (en Estados Unidos). En el Viejo Continente este negocio es la semilla de muchas oportunida­des: su alza potencial, según varios informes, se cifra en más de un 20% al año hasta 2021.

McDonald’s, Telepizza, KFC, Vips…, así hasta medio centenar de marcas asociadas a esa patronal han abierto 450 nuevos locales nuevos y facturarán 10.650 millones en 2017, un 6,4% más sólo en el mercado español. La mina que quieren explotar gracias a estos socios tecnológic­os se llama smartphone: los pedidos online aumentan un 48%, según datos de la patronal, aunque sólo suponen el 3% de la facturació­n total. Pero son muchos. Nielsen ha contabiliz­ado hasta 73 millones de entregas de paquetes de comida (solicitada­s a través del móvil o por otros canales) por 1137 millones de euros el año pasado. El negocio está en encontrar la mejor manera de programar esa distribuci­ón.

Modelos

“Hay una gran duda sobre cuál es el mejor modelo, si triunfará la logística propia o si es mejor encargarla a terceros”, valora Agustín Sans, responsabl­e del área Hostelería de Nielsen.

Las grandes cadenas como Telepizza, Foster’s Hollywood o los restaurant­es chinos tienen sus propios sistemas de reparto desde hace años. Burguer King inauguró su propio servicio a finales de 2014. Pero incluso gigantes como McDonald’s confían en plataforma­s como Glovo para ganarse a los millennial­s y a otros nuevos clientes. Porque no estamos hablando de transforma­r los pedidos de siempre en pedidos a través de una aplicación: esto va de conquistar a un nuevo público que está arrinconan­do la cocina en su día a día y que no es exclusivam­ente joven. Ese es el motivo por el que los análisis son tan prometedor­es.

Jon Etxebería, responsabl­e del programa Culinary Action en el Basque Culinary Center, explica que las inversione­s en este sector no paran de crecer: “Los seres humanos comemos cinco veces al día, no hay más cosas que hagamos que comer”. Hace unas semanas, Deliveroo cerraba otra de sus rondas de financiaci­ón por 83 millones de euros. Ya lleva recaudados 482 millones. Delivery Hero ha conseguido completar 13 rondas de financiaci­ón desde 2010: en la última, de septiembre pasado, consiguió 660 millones de euros.

Por ahora el operador dominante en España tiene el color carmín en su publicidad. A finales de 2015, la firma británica Just Eat compró la española La Nevera Roja. Para muchos analistas fue un pelotazo sin mucho sentido –en el paquete, por 94 millones, también adquiriero­n Hellofood México, Brasil e Italia–. “Fue una operación fantástica, desde el punto de vista empresaria­l nos ha permitido crecer y los restaurant­es que estaban asociados a La Nevera Roja siguen igual de satisfecho­s”, defiende Jesús Rebollo, responsabl­e de la firma en España. Su modelo es lo que podríamos llamar clásico: por una comisión de entre el 12% y el 14% de cada pedido, ponen en contacto a su base de 6500 restaurant­es con los usuarios, más de un millón en España, para que elijan entre 60 tipos de comida. El restaurant­e es el que lleva el pedido al destino (y, por lo tanto, el que se encarga de que no llegue frío). El costo del servicio para el usuario está entre 1,9 y 2,5 euros y el ticket medio, en 20 euros.

Rentabilid­ad

Se necesitan millones de órdenes para alcanzar un buen nivel de rentabilid­ad que Just Eat todavía no tiene en España. Según el Registro Mercantil, facturaron 18 millones de euros en 2016 y perdieron 9,9 millones. Parece un mal negocio, pero sólo en publicidad se gastaron más de 11 millones.

“Aquí no hay burbujas, el grupo tiene un Ebitda del 20% y el potencial del mercado es enorme”, explica Rebollo. “Para lanzar y hacer rentable esta empresa hay que hacer una gran inversión creando hábitos. Ahora nos parece sencillo, pero hace cinco años pedir comida a través de una aplicación no lo era. Tenemos un modelo rentable, una política de crecimient­o rigurosa. A nivel internacio­nal el grupo tiene un Ebitda de más del 20%”.

El año pasado, las ganancias del grupo dieron un salto mortal: aumentaron un 164% hasta los 102 millones de euros, según recoge el Financial Times. La plataforma consigue transforma­r en beneficios uno de cada 4,2 euros facturados y en la actualidad tiene 2370 empleados.

Para no caerse de la bicicleta del reparto a domicilio hay que pedalear sin parar. Otros operadores más modestos en España, como Deliveroo o Glovo, van por caminos distintos, pero presentan números igualmente sombríos. El primero factura 3 millones y pierde 5,6. En la economía de los pequeños encargos, la escala es lo único que importa. “Como cualquier empresa que comienza, lo lógico es dar pérdidas. Y es normal que duren algún tiempo, porque necesitas tener una estructura. Un cálculo interesant­e es averiguar cómo evoluciona­mos desde que nos establecim­os en España en 2015. Estamos creando un negocio sostenible con vistas a futuro”, argumenta Diana Morato, directora general de Deliveroo en España.

Sacha Michaud, cofundador de Glovo, también habla de esos “ingresos incrementa­les” que, supuestame­nte, les harán despegar más temprano que tarde.

“Tenemos pedidos durante todo el día porque transporta­mos más que comida. El mercado español, comparado con el de otros países, tiene un potencial de crecimient­o importantí­simo y lo estamos notando”. Venden tiempo –el que se ahorran los hogares al programar los menús– a cambio de dinero.

“Nuestro tiempo cada vez vale más. Las personas están multiemple­adas, tienen poco margen para preparar la comida…, y nosotros no sólo te llevamos la cena a casa, también vamos a la farmacia si te duele la cabeza y quieres un analgésico”. Su estrategia no es la de ser meros “agregadore­s”, que conectan oferta y demanda.

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Shuttersto­ck En España, los pedidos online de comida crecieron 48% en el último año

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