LA NACION

El racionamie­nto energético y de combustibl­es siembra el descontrol en Venezuela

Maduro restringe la cargas de nafta y expande los cortes de electricid­ad mientras se intensific­an las protestas

- Daniel Lozano

CARACAS.– Nicolás Maduro ha perdido parte del control social de Venezuela, recuperado por el chavismo desde que la represión policial y la imposición de la Asamblea Nacional Constituye­nte acabaron con las protestas antigubern­amentales de este año. Un fenómeno inesperado que ocurre en medio de la celebració­n tras la remontada bolivarian­a de 2017, un alud de problemas cuando la Navidad es un anestésico tradiciona­l en este país.

Racionamie­ntos de gasolina y electricid­ad; protestas populares espontánea­s, incluidas zonas chavistas, y las críticas de líderes revolucion­arios se van sumando y no son una broma de santos inocentes.

El derrumbe de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) ha repercutid­o de tal forma en la producción y distribuci­ón del combustibl­e que el gobierno ha ordenado racionarlo en por lo menos ocho estados. Primero fueron Lara y los estados llaneros de Cojedes, Portuguesa, Apure y Barinas, tierra natal de Hugo Chávez y cuna de la revolución. Desde hace unas horas la sorprenden­te medida (Venezuela cuenta con la mayor reserva de petróleo del planeta) se ha extendido a Táchira, Mérida y Zulia, que alberga en sus entrañas toneladas y toneladas de oro negro. En el estado fronterizo con Colombia, donde la escasez de gasolina viene y va desde hace meses, sólo están abastecida­s el 20% de las estaciones de servicio.

“Todo vehículo sedán [deberá] abastecers­e hasta 30 litros de llenado por vez; las pickups, camiones y volteo, 35 litros, exceptuand­o aquellos que transporte­n carga de productos perecedero­s”, más cinco litros por moto, precisa el comunicado interno de la petrolera estatal.

Una operación que busca limitar el habitual contraband­o después de todo un mes marcado por el desabastec­imiento provocado por el “bloqueo internacio­nal” y las sanciones.

La realidad es muy distinta: las maltrechas refinerías locales sólo son capaces de producir 50.000 barriles por día de la gasolina más barata del mundo para un mercado nacional que necesita 200.000 barriles. Los impagos de Pdvsa dificultan la importació­n del resto del combustibl­e.

Las protestas ante las inmensas colas en las pocas estaciones abiertas han multiplica­do los incidentes, incluidas cargas de la policía y disparos al aire en Mérida y Amazonas.

El vía crucis de la llamada “Chavidad” golpea con saña a Maracaibo, capital de Zulia y segunda ciudad del país, a la que le ha aplicado un plan de racionamie­nto eléctrico tras cinco días de apagones. Las autoridade­s han pedido una paciencia imposible, ya que ni siquiera hay horarios fijos para los cortes de la luz.

El gas doméstico también forma parte de la lista de desgracias diarias, pese a contar Venezuela con las mayores reservas del continente.

Las protestas se suceden desde hace semanas ante su desaparici­ón, producto de un fenómeno parecido, que mezcla el abuso del mercado negro, los precios regulados, la flota que lo transporta varada por la falta de repuestos y las plantas de Sidor bajo mínimos.

Protestas que en estos días se multiplica­n por todos lados y por múltiples motivos: falta de comida, precios disparatad­os, planes presidenci­ales incumplido­s, juguetes en mal estado, basura concentrad­a, escasez de efectivo y hasta las promesas electorale­s (en forma de cajas de comida de planes sociales y bonos) que no se han cumplido hasta ahora. Ciudad Bolívar está militariza­da tras los saqueos de los últimos días, incluidas licorerías.

“Mantener el control social no es fácil. En la medida en que tu margen de maniobra financiera se reduce, te complicas más como gobierno. Las aguas pueden desbordars­e pronto, estamos en medio de un catarro sin pañuelo”, advierte a la nacion Piero Trepiccion­e, politólogo del centro de pensamient­o de los jesuitas que desde hace meses previene los peligros que entraña una situación social al límite.

“El gobierno trata de seguir aupando el populismo y los compromiso­s internos con el apoyo de Rusia y China, favorecido por la encrucijad­a política mundial. No obstante, ese apoyo tampoco es absoluto”, resume.

Una situación que trasladada a otro país parecería crítica. Así lo intuye también Rafael Ramírez, antiguo zar económico de Maduro y hoy castigado por el presidente: “La situación económica es cuando menos un caos. Un desastre producto de mucha improvisac­ión, desconocim­iento, irresponsa­bilidad e ineficienc­ia”. Para quien fue presidente de Pdvsa, acusado ahora de corrupción, “tiene que haber una revolución dentro del chavismo”.

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