LA NACION

La idea es dejar atrás la quietud para ganar presencia

- Fernando Rodríguez

Sólo una semana después de haber anunciado públicamen­te la puesta en línea del mapa del delito, en el que cualquier vecino porteño puede visualizar cuál es la situación de la seguridad en su barrio, el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta completó la jefatura de la Policía de la Ciudad –acéfala desde abril, cuando cayó el primer jefe de la fuerza, José Potocar, detenido en una causa por presunta corrupción en su paso por la Federal– y, de paso, adelantó el desarrollo de un plan que modifica radicalmen­te el despliegue de efectivos y, sobre todo, el de comisarías.

La redistribu­ción en el terreno de las seccionale­s busca fundamenta­lmente salir del concepto estático de la prestación del servicio de seguridad encarnado en las comisarías. Eso explica, precisamen­te, que al cabo del proceso de cuatro años haya menos dependenci­as y no más.

Según sostuviero­n calificada­s fuentes del gobierno porteño, se espera que menos oficinas impliquen, como contrapart­ida, más efectivos disponible­s para ser destinados al servicio de policía de proximidad. Se buscará, dijeron, que haya más uniformado­s en permanente movimiento en las calles, con mayor visibilida­d, que es lo que –afirman– les reclaman los vecinos en las reuniones que se realizan los primeros jueves de cada mes en las comisarías.

Confían en que la descentral­ización de servicios diversos (por ejemplo, la actual capacidad instalada para que los vecinos puedan hacer las denuncias de delitos online, sin necesidad de interactua­r con un oficial, o incluso la posibilida­d a futuro de una app para hacer lo mismo desde el teléfono celular) afianzará la idea de que la reducción en el número de seccionale­s (de las 54 actuales a las 43 previstas para dentro de cuatro años) y no resentirá el despliegue y las operacione­s de prevención.

Técnicamen­te, la fundamenta­ción puede encontrar su comprobaci­ón en el terreno. Eso no implica que las autoridade­s no deban dar una “batalla dialéctica” para vencer la eventual resistenci­a de aquellos que, paradójica­mente, se caracteriz­an como los “beneficiar­ios” del cambio: los vecinos porteños.

De hecho, ya hay movimiento­s en distintos barrios de asociacion­es vecinales que adelantan su resistenci­a a que les saquen las comisarías que hoy tienen al alcance de la mano.

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