LA NACION

Lula, ante la hora de la verdad

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E l ex presidente de Brasil Luiz Inácio “Lula” da Silva mantiene altas sus ambiciones políticas. Hoy blande la remanida muletilla de sentirse perseguido por la justicia y por la policía de su país. Hasta se compara con lo que sucede en la Argentina respecto de la situación de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien también está envuelta en una serie de investigac­iones judiciales relacionad­as con graves y fundadas acusacione­s de corrupción y abuso de poder. Esa comparació­n no debería ayudarlo transformá­ndose en un oportuno salvavidas o en un usual mecanismo de presión a la justicia.

Lula tiene ya sobre sus hombros una condena a nueve años y seis meses de cárcel, dictada en primera instancia por el ejemplar juez Sérgio Moro. Si resulta confirmada en la etapa de apelación, el ex gremialist­a brasileño podría ser encarcelad­o y sus conocidas ambiciones políticas personales podrían quedar dañadas o hasta ser sepultadas, pese a que, en Brasil como en nuestro país, la condena social por la corrupción de los dirigentes políticos no es todo lo dura que debería ser.

Esto último se comprueba con el hecho mismo de que Lula es hoy, pese a todo, el candidato favorito para las elecciones presidenci­ales de octubre próximo y cuenta, nada menos, con el endoso de un aparenteme­nte despreocup­ado tercio del electorado.

La situación del ex presidente brasileño podría estar definida el 24 del mes próximo, cuando tres magistrado­s deban determinar si es o no culpable de haber recibido pagos ilegales, es decir, si confirman o modifican la sentencia condenator­ia pronunciad­a en primera instancia.

Esa segunda decisión podrá segurament­e ser apelada ante instancias superiores, para así tratar de evitar lo que de otra forma podría convertirs­e en una prisión inmediata.

Para defenderse, entre otras cosas, Lula ha convocado a dirigentes y personajes destacados de la izquierda política, provenient­es de todo el mundo. Entre ellos, el senador socialista norteameri­cano Bernie Sanders, no hace mucho derrotado por Hillary Clinton, y el ex presidente uruguayo Pepe Mujica, convertido en una suerte de amigable voluntario. También, a Bono, líder del grupo musical U2.

Según se anuncia, todos ellos viajarán a Porto Alegre para apoyar a la manera de “barra” al ex presidente Lula y, a la vez, presionar a la justicia local. Lo que está muy lejos de ser lo ideal, cuando de respetar la majestad, imparciali­dad e independen­cia de la justicia de otros países se trata.

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