LA NACION

“La gente no aguanta dos pases para atrás”

Critica la impacienci­a del fútbol argentino; “En las inferiores se le grita mucho al chico”

- Cristian Grosso

Nada de Pablito, nunca le agradaron los diminutivo­s. Su segundo nombre, César, es por Menotti. Lee. Mucho: Eduardo Sacheri, el español Ruiz Zafón, Claudia Piñeiro, García Márquez… Juega todas las semanas fútbol 5 con sus amigos, pero nunca más miró un video suyo. “Lo que es adictivo, consciente­mente, es entrar en una cancha con 50 mil personas y que esa gente grite un gol o que esa gente cante… Eso cuesta realmente mucho dejarlo y se trasforma en algo que necesitás, por lo menos, vivirlo una vez más. Yo hago esto desde los 6 años y a los 35 dejé de hacerlo. Pensé que no me iba a costar, pero me costó no tener eso que tan bien me había hecho”, relata. Ya no renquea al levantarse. La tendinitis crónica en el talón que aceleró su retiro hace dos años es sólo un mal recuerdo.

–¿Qué futbolista­s te fascinaron en una cancha?

–Zidane…, Ronaldo el brasileño, Román [por Riquelme] es un animal, Messi es un animal, Ayala fue una bestia, con Ortega me encantó jugar, con Marcelo [Gallardo] también… Pero yo veía la camisetita de Saviola delante mío y jugaba con más ganas. Si él jugaba en mi equipo, y me pasó 3 años en River, 3 años en Lisboa y alguna vez en la selección, yo entraba con más ganas porque pensaba este loco ve lo mismo que yo y entonces es probable que hoy juegue bien. Saviola me predisponí­a mejor.

–¿Vos pudiste ser Zidane?

–No lo sé... No estoy disconform­e, pero no tengo ni idea si podría haber sido eso. Sé lo que fui, viniendo de donde vine, con mis temas… Está bien así. Está bien.

–¿Fuiste el jugador que soñaste?

–No, no. Hubiese querido ganar cinco Balones de Oro.

–¿Y qué jugador fuiste?

–No sé cómo catalogarm­e. Lo que yo rescataría de mi carrera, y sin soberbia lo digo, es que gocé de la admiración de mis compañeros, de muchos de ellos que han jugado con jugadores increíbles. Y cuando les preguntan, me nombran a mí.

–¿A Messi y a Cristiano la competenci­a los obligó a mejorar?

–Seguro. Son súper competitiv­os, quieren ser mejor que el otro. Creo que si no hubiese estado el otro, uno tendría 10 Balones de Oro. Sí, se picaron mutuamente y los dos quieren ser mejor que el otro. Y los dos tienen una gran autoestima. Y está perfecto que la tengan, eso tiene que ser así. Nosotros también hablamos de eso con los chicos.

–¿Es esencial para ser un N°1?

–Sí, es imprescind­ible. La autoestima alta no es lo mismo que la soberbia o la vanidad. Es tener confianza en uno mismo, en creerse lo que uno es, sin sobrar a nadie.

–Vos no la tuviste…

–La tuve con altibajos. Sí, esa fue una cuenta pendiente.

–Las lesiones no te ayudaron.

–Pero a lo mejor las lesiones venían de ahí…

–¿No pensaste en alguna ayuda psicológic­a?

–No, no, no… quizá de más grande sí lo hice y por ahí llegué a ésta conclusión que te decía.

–¿Qué te parece el fútbol argentino?

–Veo entrenador­es que intentan jugar, que volvieron a meter la pelota en cada entrenamie­nto. Y aunque parezca una tontería, me gusta la idea de muchos técnicos que apuestan por la cancha buena, el pasto corto y mojado porque la pelota corre más rápido, se mejoran mucho los controles y se hace más fácil jugar de primera. Va a llevar un tiempo para que el espectácul­o también mejore, sobre todo porque la gente no tiene paciencia, la gente no aguanta dos pases para atrás, y muchas veces los grandes equipos juegan mucho para atrás. Entre nuestra pasión y la impacienci­a, estamos en ese proceso.

–¿Son los técnicos jóvenes lo que traen esta tendencia?

–No sé si son los más jóvenes. A mí me gustó Independie­nte, me gustó Lanús, me gusta River, me gusta lo que hace Lavallén en Belgrano y ya lo intentó en San Juan. Eso me gusta. Acá no hay paciencia. Muchas veces, de 40 mil personas que hay en la cancha, advertís que 30 mil gritan ¡tirala para arriba! Y, a veces, tirarla para arriba es la peor decisión. En inferiores se le grita mucho al chico. Se le dice parala, corré, agachate, dos toques, un toque, larga, corta… Y en primera son 30 mil diciéndole eso. Insisto: acá son pocos los públicos que te aguantan dos pases para atrás.

–¿Qué es más dañino: que tres le griten a un chico o que 30 mil le griten a un grande?

–Es difícil que la pelota venga en el aire y te griten parala cuando ibas a cabecear: te pega en la nuez. Acá se vive así el fútbol, somos muy pasionales, es muy difícil cambiar eso. Por eso intentamos que esta isla, la selección…, siga siendo una isla.

“lo que rescataría de mi carrera es que gocé de la admiración de mis compañeros ” PABLO AIMAR

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