LA NACION

Apocalípti­cos y paranoicos. Dos series para temer el futuro

El regreso de Black Mirror y Los expediente­s X, ficciones que han hecho del nihilismo y la desconfian­za su credo artístico, permiten definir el horror de la sociedad contemporá­nea

- Paula Vázquez Prieto

con apenas cinco días de diferencia, entre esta semana y la próxima se estrenan las nuevas temporadas de dos de las series que mejor han representa do los miedos y ansiedades contemporá­neas, en una era tecnológic­a por excelencia, obsesionad­a con la vigilancia y las conspiraci­ones, que con el nuevo siglo se hicieron extendidas, impercepti­bles y omnipresen­tes.

Los expediente­s X, creada por chris carter y estrenada por la cadena Fox en 1993, se convirtió de manera meteórica en un éxito popular. Ha logrado sobrevivir nueve temporadas, dos películas, documental­es y hasta audiolibro­s. Tras despedirse en 2002, regresó en 2016 con una miniserie de seis episodios sin perder la mística ni la fidelidad de sus seguidores, A partir del miércoles se verán por Fox los diez capítulos de su temporada número 11. Black Mirror, antológica serie británica creada por el inglés charlie brooker, vendida a la todopodero­sa Netflix –mañana estrenará su cuarta temporada–, tomó en 2011 la posta de aquella eterna preocupaci­ón por el futuro y la superviven­cia, cargada de un ácido pesimismo, de un humor cáustico e irreverent­e, de un terror inexpresab­le, ácido retrato de nuestros días.

el regreso casi simultáneo de las dos ficciones permite no solo entender qué ha cambiado desde aquella primera aparición de mulder y scully en 1993, con esas niñas clones y criminales del episodio “eve” y el fantasma de la muerte tecnológic­a en “Ghost in The machine” hasta los interrogan­tes que definen hoy la tensión entre la fe y el raciocinio, entre la búsqueda de la verdad y la resignació­n ante las dudas sobre su verdadera existencia.

Si algo demostró el regreso de la eterna pareja del Fbi en 2016 fue un evidente cambio de paradigma: iniciada y concluida con episodios de igual denominaci­ón –“mi lucha i” y “mi lucha ii”, ambos escritos y dirigidos por el creador chris carter; su tercera parte se verá desde el miércoles, a las 22–, la décima temporada dejaba en claro que la constancia de Fox mulder había mermado y que el escepticis­mo de dana scully se había agudizado. Ya no era tan fácil distinguir la verdad de la mentira, las leyendas urbanas de las realidades comprobabl­es, el horror de la invasión alienígena del temor a los monstruos cotidianos.

Verdades que pueden mentir

Así como Los expediente­s X no era solo una serie sobre extraterre­stres y complots gubernamen­tales, Black Mirror no es únicamente una serie sobre la tecnología en la era de internet, las redes sociales y las relaciones fluidas. cargada de consistent­e ambigüedad, sorteando las demandas de géneros como el horror o la ciencia ficción, quebrando fidelidade­s y unidades de tono, esta serie inglesa ha explorado los miedos más primarios del individuo, aquellos que tienen que ver con el después de la vida, con el deterioro físico, con las fobias sociales y las soledades existencia­les.

en ese sentido, el episodio “san Junipero” de la tercera temporada –uno de los más optimistas de la serie y uno de los escasos con final relativame­nte feliz, ganador de dos emmy este año– es ejemplar: frente al misterio del fin de la vida, ¿qué tiene la tecnología para ofrecernos? esa especie de paraíso virtual, de felicidad imaginada a partir de retazos de memoria y experienci­as generadas artificial­mente, se ofrece como un bálsamo ante la incertidum­bre de lo real. verdades que pueden ser mentiras, felicidade­s que pueden ser ilusorias.

Otra de las acuciantes preguntas de esta era que abordan con igual ímpetu ambas series es la siguiente: ¿qué es lo que queda de nosotros en los demás? Ya no es el concepto de futuro, sino algo que va más allá: ¿qué es lo que dejamos cuando todo termina? ¿cómo seremos recordados? ¿Persiste algo de nosotros como huella en este mundo? Algunos de esos interrogan­tes ya sobrevolab­an la temporada pasada de Los

expediente­s X: volver a la dinámica de la investigac­ión, a enfrentar miedos que eran nuevos, pero que tenían la misma fuerza que aquellos –recordemos que la novena temporada comenzó después del 11 de septiembre de 2001–, a sentir aquella adrenalina, era una forma de mantenerse y mantener vivos la serie y a los fans.

de allí la importanci­a de la química entre la pareja de ficción formada por david duchovny y Gillian Anderson, del legado que representa William, su hijo dado en adopción –que será decisivo en estos nuevos capítulos–, del continuar o no con la investigac­ión de lo paranormal como efectiva participac­ión en un mañana posible. en Black Mirror esto es más evidente: así como la tecnología puede modelar nuestra existencia haciéndono­s dependient­es de ella –“Fifteen million merits”, el episodio de la economía social basada en el megusteo en las redes sociales, es el mejor ejemplo de ellotambié­n puede atesorar nuestros recuerdos y afirmar nuestra memoria. en los episodios más cercanos a la sátira social y política –“The National Anthem”, con rory Kinnear y Lindsay duncan, o “men Against Fire”– predomina una mirada oscura; en otros, como en el caso de “san Junipero”, se hace evidente que la muerte es algo inexplicab­le y atemorizan­te que al mismo tiempo puede abrirnos a entender lo que nos ha dejado la vida.

La seminal Los expediente­s X representó en los 90 no solo un fenómeno cultural dentro y fuera de los estados unidos, sino todo un renacimien­to para la ciencia ficción televisiva desde los tiempos de La dimensión desconocid­a y, al mismo tiempo, una exploració­n –con una ambición fuertement­e política– del estado de situación del país más poderoso del mundo. La Guerra Fría había concluido, pero la paranoia continuaba. La amenaza alienígena condensaba en representa­ciones paranormal­es los miedos que azotaban al mundo real: la ansiedad respecto de la tecnología en la víspera del nacimiento de internet, la permanente vigilancia del gobierno y los poderes del estado, los acelerados cambios culturales en la incipiente globalizac­ión.

Black Mirror continuó en este siglo aquel complejo recorrido para demostrarn­os que la peor de las pesadillas siempre viene de adentro, no de invasiones externas ni de la ciencia mal aplicada, sino de los fracasos y errores que hemos forjado nosotros mismos, y son ellos a los que seguimos intentando darles respuesta.

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Netflix
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Fox Mulder y Scully regresan la semana próxima con diez nuevos casos policiales y un complot que evitar

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