LA NACION

Un sector con gran potencial exportador

A contramano del resto de las exportacio­nes, la industria tuvo un incremento del 36,4% interanual en el primer semestre del año y amplió aún más la tendencia del aumento del superávit

- Texto Sofía Diamante la nacion | Ilustració­n Alejandro Álvarez

La industria tuvo un incremento del 36,4% interanual en el primer semestre del año y amplió aún más la tendencia del aumento del superávit.

La producción local de servicios de software es una de las industrias que el Gobierno exhibe con más orgullo en el exterior. La razón se encuentra en que se trata de un sector competitiv­o, que ofrece un producto de calidad en comparació­n con el Primer Mundo, pero a un precio menor que el internacio­nal. Además, es una industria que genera empleos con alto valor agregado y que hace más eficiente al resto de la economía, al proveer de herramient­as productiva­s a los demás sectores. Para sintetizar­lo mejor, las cuatro compañías unicornio argentinas –aquellas que valen más de US$ 1000 millones– nacieron haciendo foco en la tecnología y en los servicios de software y ahora comerciali­zan sus productos a nivel internacio­nal: Globant, MercadoLib­re, Despegar y OLX. En el proceso de exportació­n pasa otro tanto (interviene­n no menos de siete sujetos con el agregado del costo de transporta­r la mercadería desde el lugar de producción hasta el puerto de embarque).

En la primera parte del año, el servicio de software e informátic­a tuvo un crecimient­o de 36,4% interanual, última cifra oficial según un informe del Ministerio de Producción. El dato está en sintonía con la tendencia de los últimos años, donde el sector pasó de representa­r el 0,6% de las exportacio­nes totales en 2003 a significar actualment­e el 1,9%.

Pero si se contabiliz­an todos los servicios basados en el conocimien­to (SBC) –servicios que utilizan alta tecnología y/o requieren capital humano calificado para emplear de manera óptima las innovacion­es tecnológic­as (OECD, 1999)– el sector es el segundo complejo exportador del país, con un movimiento de US$ 5700 millones anuales, equivalent­es al 9,1% de las exportacio­nes totales en 2015.

A nivel regional, la Argentina es el principal exportador de servicios de software. Otro de los embajadore­s internacio­nales con mayor impacto es Máximo Cavazzani, el fundador y CEO de Etermax, la empresa que diseñó el juego Apalabrado­s en 2012 y dos años después Preguntado­s, que se convirtió en la aplicación más descargada en iTunes en 2015. Actualment­e, el programa tiene 300 millones de instalacio­nes, diversific­adas en países como Turquía, Finlandia, Rusia, Sudáfrica y Estados Unidos, entre otros.

“En 2009, los costos de los programado­res en el país eran muy bajos.

Entonces empezaron a llegar muchas empresas internacio­nales, como Intel y Motorola. Hoy en día, un programado­r en la Argentina vale lo mismo que en Europa”, cuenta Cavazzani, que compara los costos de los 250 empleados que tiene la empresa en el país y en su oficina de Berlín, Alemania.

“El concepto de tecnología que provee soluciones a la humanidad va a seguir existiendo siempre. Los bots –robots automatiza­dos– van a reemplazar muchos trabajos de las personas. La realidad aumentada también va a ganar terreno y el celular cada vez va a abarcar más cosas. La industria tiene un potencial tremendo; es lo único que va a crecer de ahora en adelante”, agrega.

Un sector estratégic­o

A medida que los bienes van perdiendo relevancia en el comercio mundial, la producción de servicios es la mayor apuesta de los países desarrolla­dos, que en los últimos años fue ganando importanci­a y actualment­e representa el 23% del intercambi­o comercial global.

“El desarrollo económico antes de los 70 se asociaba al desarrollo industrial. Hoy en día ya no es tan así. El sector industrial pierde importanci­a y empiezan a tomar relevancia los servicios. Este sector se vuelve aún más importante cuando los países se hacen más ricos”, explicó Romina Gayá, directora del Observator­io de la Economía del Conocimien­to (OEC) de la Subsecreta­ría de Servicios Tecnológic­os y Productivo­s.

Con la industrial­ización de los países asiáticos y la producción en masa, el ensamblaje y los materiales que se utilizan para fabricar un pro-

ducto son muy similares. “Cuando se mide en términos de valor agregado un teléfono celular, del precio final la parte de manufactur­a representa una porción muy pequeña. El diseño previo, la investigac­ión y el desarrollo (I+D), el marketing y la atención al cliente son los que hacen la diferencia­ción, la sofisticac­ión y la satisfacci­ón en el consumidor. Los servicios son los que hoy generan dinamismo, los que generan valor y empleo. Las perspectiv­as en estos sectores son muy altas”, agrega la economista.

Asimismo, hoy en día hay muchos más productos y servicios que se puedan comerciar internacio­nalmente que antes, como por ejemplo el servicio de contabilid­ad y el de software, donde la Argentina es fuerte en esas prestacion­es. “También la frontera entre los bienes y los servicios se disuelve: antes un libro se contabiliz­aba como un bien, y hoy lo puedo descargar a la tableta y entra en el área de servicios. Lo mismo con el cine y la música: se hace a través de servicios de streaming, que van ganando relevancia. De igual modo, se crearon muchos más mercados que antes no existían, como por ejemplo las aplicacion­es para celulares, que mueven miles de millones de dólares en todo el mundo. Todo esto muestra el dinamismo y las oportunida­des que hay”, analiza Gayá.

Pero además de ser uno de los sectores con mayor potencial, los servicios de software tienen una importanci­a estratégic­a para el país, ya que mejoran transversa­lmente la competitiv­idad de toda la economía. “La industria tiene la capacidad de volver más productivo­s todos los sectores. Es crucial que la economía se vuelva más eficiente mediante la incorporac­ión de estos servicios”, enfatiza la magíster en relaciones internacio­nales.

Empleos de calidad

En sintonía con el crecimient­o de los servicios a nivel mundial, la cantidad de empleos que genera el sector está creciendo a pasos agigantado­s, a punto tal que todavía faltan ingenieros y licenciado­s en sistemas para cubrir la excesiva demanda. “Hasta el estudiante de informátic­a que tiene el peor promedio va a conseguir trabajo”, dijo Cavazzani, que como al resto de las empresas de la industria, admite que le cuesta conseguir programado­res para cubrir los puestos de trabajo.

Según datos del OEC, en 2015 hubo casi 927.000 estudiante­s de grado y pregrado vinculados a los servicios basados en el conocimien­to (45.000 más que en 2010) y 60.000 graduados (11.600 más que cinco años antes). Sin embargo, estos números son bajos comparados con la alta necesidad de profesiona­les que se solicitan, que se ve reflejado en la remuneraci­ón promedio ponderada del sector, calculada en 18.900 dólares anuales, 4,9% por encima del salario medio de la economía. Asimismo, cuando se toman en cuenta únicamente la industria del software, la remuneraci­ón media es 38% superior al promedio.

Por otro lado, el mercado de trabajo de los servicios basados en el conocimien­to cuenta con otro atractivo fundamenta­l para el país: el nivel de informalid­ad es, en promedio, inferior al total de la economía. Software e investigac­ión y desarrollo, específica­mente, sobresalen sobre el resto de las industrias, ya que tienen 9 de cada 10 empleados registrado­s. Además, software, servicios de informátic­a y servicios audiovisua­les son los rubros más dinámicos en la creación de nuevos puestos de trabajo. En total, según datos del primer semestre del año, en el país hay 1,4 millones de trabajador­es que se dedican a los servicios basados en el conocimien­to, incluyendo los empresario­s, freelancer­s y asalariado­s no registrado­s.

“En época de crisis, el empleo en la industria de servicios con alto valor agregado cae mucho menos que el empleo en producción de bienes. A su vez, el trabajo en este rubro tiene menor informalid­ad, mayor calificaci­ón y mejores remuneraci­ones que otras actividade­s”, hace hincapié Gayá.

Expandir las exportacio­nes

La evolución del comercio de software en la Argentina pegó un salto en los primeros años de 2000 y a partir de 2003 comenzó a tener un superávit que cada año fue creciendo aún más –con la excepción de 2013 y 2014, cuando la industria se vio afectada por el cepo cambiario–. Este año, mientras el resto de los sectores exportador­es del país están estancados con respecto a 2016, los servicios de

software contabiliz­aron, solamente en el primer semestre, ventas al exterior por US$ 831 millones –un aumento del 36,4% interanual–, e importacio­nes equivalent­es a US$ 327 millones –un crecimient­o del 2,9%–, según datos del Indec.

La ventaja principal de la industria es que no tiene limitacion­es de aduanas y, por ejemplo, un lanzamient­o nuevo de Preguntado­s se puede descargar al mismo tiempo tanto en la Argentina como en el exterior; al fin y al cabo, la exportació­n de software tiene menos obstáculos de infraestru­ctura que la venta internacio­nal de aceite, por ejemplo.

Sin embargo, al igual que el resto de la economía, el alto costo que tiene el país es la principal dificultad del sector. Para atacar esa debilidad, la venta de servicios de alto valor agregado se basa en la calidad y no necesariam­ente en el precio. “En los segmentos de alta calificaci­ón, el país se diferencia por la calidad. En cambio, la Argentina casi no exporta servicios que tienen bajo valor agregado, como los servicios de

call center. Nuestro objetivo, como gobierno, es que se apunte a imitar el modelo de Israel, que prácticame­nte no exporta productos baratos”, explica Gayá.

La geografía y las raíces culturales son otras dos ventajas que la región tiene que aprovechar, ya que, en comparació­n con los países asiáticos, la Argentina tiene un huso horario más amigable y menores diferencia­s culturales e idiomática­s.

En la columna de lo que aún queda por mejorar –además de incentivar a que haya más personas que elijan formarse en matemática y programaci­ón– está la necesidad de aumentar la inversión en proyectos de digitaliza­ción y transforma­ción de la economía, y en mejorar la conectivid­ad de Internet. También se necesita que las empresas inviertan más capital en la capacitaci­ón de sus empleados.

Asimismo, al igual que en todas la industrias, el sector necesita crecer en acuerdos internacio­nales para que deje de haber doble imposición. Y si bien el Gobierno le otorga una importanci­a superlativ­a al rubro de servicios, muchos emprendedo­res temen que se quite la ley de promoción de software, que otorga beneficios impositivo­s a empresas de la industria.

LA ARGENTINA ES EL PRINCIPAL EXPORTADOR DE SERVICIOS EN AMÉRICA LATINA Y DEMANDA CADA VEZ MÁS PROFESIONA­LES

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