LA NACION

Kuczynski, desafiado por la justicia, las protestas y las desercione­s

perú. Debió declarar por sus vínculos con Odebrecht mientras miles marchaban en Lima y sumaba bajas en su gobierno

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LIMA.– Los frentes de tormenta se abren y cierran aceleradam­ente para el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski. Salvado de la destitució­n la semana pasada, ayer debió declarar ante la justicia por sus vínculos con la constructo­ra brasileña Odebrecht, mientras las calles se inundaban de manifestan­tes contrarios al indulto concedido al ex jefe de Estado Alberto Fujimori.

Miles de manifestan­tes se congregaro­n en la Plaza San Martín, sitio tradiciona­l de los mítines políticos de Lima, y marcharon por las calles del centro histórico, en la mayor protesta generada hasta ahora por el perdón presidenci­al. “Esto es una marcha no sólo contra el indulto, también es contra el presidente Kuczynski. Queremos que renuncie y que todos los corruptos se vayan”, dijo Jorge Rodríguez, uno de los organizado­res.

Por otro lado, el fiscal anticorrup­ción Hamilton Castro se presentó a primera hora en la casa de gobierno para interrogar a Kuczynski, que debió declarar por el pago de más de 782.000 dólares que Odebrecht realizó a su consultora financiera, Westfield Capital, cuando era primer ministro de Alejandro Toledo (2001-2006).

Kuczynski no puede ser acusado hasta que concluya su mandato en 2021, pero sí puede ser convocado como testigo para que aclare los vínculos de su empresa con Odebrecht, que admitió haber sobornado a funcionari­os peruanos para obtener jugosos contratos de obras públicas.

Elinterrog­atoriodebi­órealizars­e hace una semana pero fue suspendido por la sesión del Parlamento en la que el partido Fuerza Popular, de Keiko Fujimori, buscó destituir a Kuczynski por ese mismo affaire. El presidente se salvó gracias a que una facción minoritari­a del fujimorism­o se abstuvo de votar por su destitució­n, al parecer a cambio del indulto concedido días después al líder encarcelad­o.

Pero las incursione­s de Odebrecht

en Perú afectaron también a Keiko. Ayer mismo debió declarar ante otro fiscal, Domingo Pérez, en una causa por financiami­ento ilegal de campañas electorale­s, luego de que los investigad­ores de la operación Lava Jato hallaron en una nota del celular de Marcelo Odebrecht, dueño de la constructo­ra, una frase que la cubrió de sospechas.

“Aumentar Keiko para 500”, decía la nota escrita antes de las elecciones presidenci­ales de 2011, en las que Fujimori fue derrotada por Ollanta Humala. Odebrecht le dijo a la fiscalía peruana que su compañía le habría dado dinero a Fujimori, sin ofrecer detalles.

Sólo en concepto de sobornos, la multinacio­nal brasileña admitió haber entregado sobres a funcionari­os de la administra­ción por 29 millones de dólares durante

tres presidenci­as consecutiv­as, de distinto signo político, que no incluyen la gestión de Kuczynski: Toledo, Alan García y Humala.

Alberto Fujimori, en tanto, permanece hospitaliz­ado en una clínica por problemas cardíacos. Alejandro Aguinaga, su médico de cabecera, aseguró que permanecer­á internado “hasta nuevo aviso para evitar esta suerte de rumores que se lanzan y crean inestabili­dad”.

Aguinaga aludía a las extendidas sospechas de que el indulto obedeció a un arreglo político y no a razones humanitari­as, como adujo Kuczynski tras firmar el documento, basado en el presunto deterioro de salud del ex mandatario (1990-2000), cuya gestión todavía enciende pasiones y divide las aguas en la opinión pública.

El indulto le trajo a Kuczynski una rebelión en la propia tropa, con la renuncia de tres legislador­es, dos ministros y varios funcionari­os medios, en protesta por lo que ven como una negociació­n imperdonab­le. A juicio de los renunciant­es, el presidente pagó un precio demasiado alto por la permanenci­a al frente de la jefatura del Estado.

“Algunos ministros han decidido dar un paso al costado”, por lo cual Kuczynski y sus asesores evalúan recomponer el gabinete “para llegar a una situación de reconcilia­ción certera”, dijo la primera ministra Mercedes Aráoz.

El perdón presidenci­al fue criticado desde afuera por organizaci­ones defensoras de los derechos humanos como Amnistía Internacio­nal y Human Rights Watch, así como la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH), que ayer emitió un comunicado de repudio.

“El indulto a Alberto Fujimori no cumple con requisitos legales fundamenta­les, como tampoco con elementos del debido proceso legal e independen­cia y transparen­cia de la junta de evaluación técnica”, expresó la CIDH.

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Dante zegarra/dpa Simpatizan­tes de Keiko Fujimori, ayer, antes de que declarara en la fiscalía

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