La escena del contrapunto. Una temporada marcada por signos en tensión
Obras largas y otras de 15 minutos, cambios en Cultura, salas que reabren mientras otras cierran
E ste fue el año de la tan esperada como postergada reapertura del Teatro san martín luego de un largo proceso de renovación edilicia y tecnológica. en ese plan de puesta en valor de espacios escénicos públicos, ¿pesada herencia que no diferencia colores políticos?, está la fachada del Teatro cervantes, el centro cultural recoleta y el Teatro Argentino de la Plata. mientras tanto, el Alvear continúa sin actividad desde mayo de 2014. según Jorge Telerman, director del complejo Teatral de buenos Aires, del cual depende el Alvear, se abriría cuando culmine el plan de renovación y ampliación de la avenida corrientes. A juzgar por información oficial, eso sería en enero de 2019.
el circuito de salas comerciales de esa avenida que alguna vez fue angosta también está en proceso de reconversión. de hecho, el Tabarís pasará a ser multiteatro esmeralda. “Preocupado por la baja de espectadores en el circuito comercial, decidí reconvertir una sala en varias”, apuntó, en mayo, carlos rottemberg, su dueño y quien hace 20 años ya había transformado el blanca Podestá en multiteatro. salas más pequeñas para obras con pocos actores parece ser uno de los signos de estos tiempos. Una tendencia que convive con algunos (pocos) productores que este año apostaron por las grandes producciones, caso
Sugar y American Idiot. en la escena oficial probablemente el montaje de la temporada haya sido La terquedad, de rafael spregelbur. más allá de las elogiosos críticas recibidas y de su poder de convocatoria, se habló mucho también de sus tres horas de duración, extensión muy por fuera de ese supuesto “índice de tolerancia” que se aplica en estos lares del globo. La terquedad se estrenó el mismo año en que el FibA programó una obra (2666, de Julien Gosselin) que fue vista por pocos, pero que todos recordarán como aquella que duraba 12 horas. esto sucedió el mismo año en el que se importó el concepto de microteatro: ese combo de cerveza artesanal, obras de 15 minutos y comida de autor. Aunque microteatro, como marca, tenga un aire parlermitano, sucede en una casona de Villa crespo. en ese barrio es donde nacieron más salas alternativas. Pero un barrio no es una ciudad. A principio de año Agustín Alezzo cerró su sala (el duende) y en estos días cerraron Liberarte, el Teatro del Abasto y elkafka.
según una muestra realizada por Alternativa Teatral, mientras este año hubo un 12 por ciento más de funciones la cantidad de espectadores fue casi la misma que la del año pasado. A lo largo de estos doce meses, los dueños de estas salas debieron lidiar con aumentos en los precios de alquileres y de los servicios, la baja en el consumo cultural y problemas de habilitación (aunque, después de cuatro años sin que se avanzara en el tema, varios teatros lograron tener sus papeles en orden). el mapa de este territorio en conflicto sucedió cuando había un importante demora en los subsidios que entrega el instituto nacional del Teatro. Paralelamente, cultura Unida, colectivo que agrupa a varios organismos representativos de la actividad independiente porteña, presentó un proyecto para garantizar que el 3,5 por ciento del presupuesto de cultura llegue a los organismos de fomento.
como telón de fondo, a esto habría que sumar algunos “detalles”: los cambios en la primera línea de cultura de la nación (partida de enrique Avogadro, el referente en temas escénicos), la salida de Ángel mahler como número uno de cultura en la ciudad y la llegada del mismo Avogadro, con los inevitables cimbronazos que genera en el sector.