LA NACION

Sin descanso, aun en vacaciones

Cada vez más turistas mantienen sus rutinas deportivas durante un tiempo caracteriz­ado por algunos desajustes en la alimentaci­ón; aconsejan no excederse con el ejercicio

- Hernán Zenteno / enviado especial

PINAMAR (De una enviada especial).– “Salimos a correr en casa, en Buenos Aires. Acá no queremos perder la costumbre”, dice Ludmila Torrielli, mientras trota, junto a su novio, por los bosques de esta ciudad. Ella, como muchos turistas, busca mantener una práctica deportiva que “peligra” en una época propensa a ciertos desajustes en la rutina y la alimentaci­ón. Gustavo sabe cómo combatir esos “desórdenes”: desde hace seis años se refugia en un grupo de running para seguir con su entrenamie­nto. Aunque, dice, algún desliz con la comida se permite.

PiNAMAR.– “¡Porque comí mucho en las Fiestas!”, grita sonriente, apenas aminorando la marcha, Gastón Mancusso ante la pregunta: ¿por qué corrés en vacaciones?

Alrededor de las 19, en cuanto baja un poco el sol, la avenida Libertador se llena de runners que desafían sus subidas y bajadas. Salen de todas las direccione­s para enfrentar el calor, sofocante según el día.

Alberto Limonoff se saca los auriculare­s – su última adquisició­n– y sonríe. “corro por placer. Voy a cumplir 70 años, no hago nada que no sea por placer”, cuenta. No trota habitualme­nte, prefiere hacer spinning o streching, pero aquí se da el gusto. “Me siento bien después. A veces me da fiaca salir, pero es tan buena la adrenalina que te viene”, dice.

Son muchos los turistas que, al momento de armar la valija, agregan ropa deportiva. cuando para algunos empezar las vacaciones implica alejarse de toda rutina, para otros es una excelente oportunida­d para entrenar en locaciones distintas, cambiar recorridos y probar nuevos desafíos.

Algo de eso piensa Ludmila Torrielli, que corre con su novio rumbo al bosque. “Por la playa es redifícil. Ya es bastante por acá con todas las subidas y bajadas”, indica. Ella es diseñadora de indumentar­ia; él, becario doctoral del conicet. “Salimos a correr en casa, entrenamos. Acá no queremos perder la costumbre”, cuenta Agustín carpaneto.

Por lo general tratan de cuidarse con las comidas, pero reconocen que es difícil organizars­e en la playa. “Es prácticame­nte imposible, sobre todo comer en horario y poder hacer las cuatro comidas”, cuenta Torrielli. “Se mezcla todo: desayuno y almuerzo es lo mismo, de repente picás algo en la playa. comés lo que hay: galletitas, papas fritas, nunca una fruta”. Ambos coinciden en que el verano y el calor descalabra­n un poco todo.

Ante esto, el personal trainer certificad­o por el National council on Strength and Fitness, Daniel Tangona, recomienda: “Se tienen que tomar los recaudos necesarios para no tener sustos como, por ejemplo, alguna sorpresa cardiaca. El corazón no se toma vacaciones. Hay que tener cuidado con los esfuerzos desmedidos. Por lo general en vacaciones se duerme y se come mal, se toma mucho, se fuma más y los desórdenes y esfuerzos los paga el corazón. conviene regular el esfuerzo porque más no es mejor; al contrario, debemos descansar más y recuperar”. Todo queda en familia

Parecen un grupo de running heterógene­o, pero son una familia. Los Tissera avanzan a paso veloz, charlando y riéndose. Hoy son “solo” seis, pero acostumbra­n a ser 10. “Somos ocho hermanos, todos maratonist­as”, explica Silvina. En este deporte encontraro­n algo que los une a todos, más allá de las edades, las distancias y las profesione­s de cada uno. “Es el punto en común entre hermanos, cuñados, primos, sobrinos. Somos una familia de todos lados, algunos hasta viajan desde otras provincias, que siempre trata de coincidir en Pinamar en la primera quincena de enero”, agrega. Mientras corren, se ponen al día. ¿Se puede charlar mientras se trota? Depende del estado físico de cada uno, explican al mismo tiempo que ríen. Siempre tratan de ir rotando las parejas así todos pueden charlar con todos.

“Para mí correr es un momento de pasar con la familia”, cuenta carolina, que viajó desde Tucumán. Y tan así es que cuando su padre cumplió 60 años le organizaro­n una minimarató­n sorpresa por la playa. Hasta mandaron a imprimir las remeras con el apellido familiar, que cecilia, hoy, muestra orgullosa.

Llegó casi de casualidad, preguntand­o en su balneario de cariló dónde había un grupo de running para complement­ar el entrenamie­nto que hace durante el año en la capital. Así dio Gustavo Perfetti con Frank Barrena y su grupo Forest Run. Allí se incorpora cada enero desde hace seis años como un alumno de temporada. Por un mes, cada lunes, miércoles y viernes por la mañana se suma al recorrido del día. Y durante el fin de semana, sábado o domingo dependiend­o del año, hacen fondos de una hora y media a través de los médanos de cariló. “Vamos en el crepúsculo, con una luz en la cabeza como mineros atravesand­o los médanos. Eso no lo podés vivir allá [en la capital], es lo más grande que hay”.

Para alguien que corrió nueve maratones y ocho cruces de los Andes, la nutrición no es un tema menor. ¿cómo conviven un entrenamie­nto completo con las vacaciones en la playa? “Trato de ponerle cabeza porque si no, no podés bancarte tantos kilómetros, tenés que comer frutas y verduras, carnes y proteínas”. Aunque reconoce que por lo general tiene algún desliz. “Siempre alguna macana te mandás: sidra, pan dulce, el vino. Es inevitable, te escapás de muchas cosas”.

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Hernan Zenteno/enviado especial Los grupos de runners, una de las postales de los veranos en Pinamar

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