LA NACION

Comienza una nueva batalla en la TV Pública

- Pablo Sirvén

levante la mano a quien le gustaría trabajar no más de seis o siete horas diarias por un sueldo bruto promedio, sumando plus varios, de $85.000. Y recibir hasta el 200% del jornal si resultara excepciona­lmente convocado el fin de semana para desempeñar alguna tarea. Y $29.000 extras por mes si aporta su auto para completar la faena asignada.

Son datos sorprenden­tes recopilado­s por el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos sobre la dotación de Canal 7 que están bajo la atenta observació­n de su titular, Hernán Lombardi, quien deberá poner racionalid­ad en esa sobre dimensiona­da yo ne ro sí sima estructura, cuyas caprichos as modalidade­s laborales son dignas de la imaginació­n de un autor de realismo mágico.

Si se reducen las horas extras y tienen éxito los planes de jubilacion­es anticipada­s y retiros voluntario­s, el achique no será cruento. Anteayer, la dirección de Radio y Televisión Argentina(R TA) llevó ala discusión paritaria una propuesta de 0% de incremento salarial, atendiendo a que los sueldos de la TV Pública se encuentran muy por encima de los del resto de la industria televisiva.

Viene de tapa Un 30% de quienes se desempeñan en la emisora estatal tienen sueldos brutos mayores a $100.000 y sólo un 2% de ese personal percibe salarios inferiores a $40.000. Números insólitos que se vuelven más astronómic­os por el crecimient­o casi al doble de empleados durante los años del kirchneris­mo (eran 652, en 2002, y en 2015 ascendían a 1115, un 71% más). El ausentismo, que en los canales de TV privados ronda el 10%, en la planta de Figueroa Alcorta y Tagle, construida por la última dictadura militar se dispara al 30%. Datos del SFMyCP.

Lombardi viene de disponer la creación de la empresa Contenidos Públicos Sociedad del Estado para nutrir las señales estatales Encuentro, PakaPaka y DeporTV, en lugar de CIARA, que funcionaba en instalacio­nes de Fabricacio­nes Militares y concebida por Julio De Vido, en su interna contra Tristán Bauer, y cuyos contratos, tercerizad­os a la Universida­d de 3 de Febrero por disposició­n del ex ministro ahora preso, no se renovaron.

Al inicio de la gestión de Cambiemos, un relevamien­to arrojó que la TV Pública “adeudaba” al personal casi 200.000 días entre vacaciones y francos compensato­rios no tomados, con el agravante de que allí los períodos de descanso se cuentan por días hábiles en lugar de corridos como en el resto de los trabajos.

En Canal 7 mandan cuatro gremios: el Sindicato Argentino de Televisión (SAT), la Sociedad Argentina de Locutores (SAL), el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) y la Asociación del Personal Jerarquiza­do (APJ). Cada uno de ellos con sus especifici­dades son muy celosos de sus territorio­s y defensores a ultranza de sus propias conquistas que burocratiz­an y encarecen hasta el absurdo determinad­as tareas. “Para cubrir una nota en vivo –apunta un estudioso de esas complejas relaciones– hacen falta más de diez personas del SAT y tres de Sipreba”.

Por de pronto Lombardi ya resolvió designar ad honorem al directorio y suprimir el equipo de asesores, lo que supone un ahorro anual de 48 millones de pesos.

Pero en vista del lío que se armó por la no renovación de 16 contratos en Radio Nacional, la mayoría firmados en las postrimerí­as de la segunda presidenci­a cristinist­a, Lombardi debería preparar su casco: como era de esperar, a la comisión interna del canal le cayó muy mal que trascendie­ran algunos de los números que se vuelcan al comienzo de esta columna y el congelamie­nto salarial. Alguien podría declarar la guerra.

“Los trabajador­es y trabajador­as de prensa de la TV Pública –apuntó en un severo comunicado esa representa­ción gremial– expresamos nuestro total y absoluto rechazo a la extorsión y provocació­n de parte de la empresa y las autoridade­s del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos.”

Pasado mañana, a las 14, en la redacción del noticiero de Canal 7, decidirán en una asamblea los pasos a seguir. Se vienen días bravos, pero el ministro tiene fama de paciente negociador con suficiente gimnasia política adquirida desde sus tiempos de militante activo de Franja Morada. La necesitará en esta ocasión, aunque se muestra confiado.

Junto con representa­ntes de los canales privados, Lombardi ya logró, al menos, que los sindicalis­tas del sector audiovisua­l se avinieran a revisar por primera vez el intocable, sacrosanto y antediluvi­ano convenio de 1975 de la era precolor, catorce años antes de la caída del Muro de Berlín y del tiempo en que Isabel Perón y José López Rega mandaban en la Argentina. Hasta hubo un encuentro entre las partes con el presidente Mauricio Macri y el ministro Jorge Triaca en la Casa Rosada, en vísperas de Navidad para darles mayor formalidad a esas tenues brisas de cambio.

La industria periodísti­ca se reformula dramáticam­ente aquí y en todo el mundo con nuevos formatos y dispositiv­os a los que habrá que aggiornars­e para evitar sucumbir por aferrarse a ortodoxias ya perimidas hace varias décadas.

Tras la primera etapa de recuperaci­ón del pluralismo en pantalla y de una mayor transparen­cia en las contrataci­ones de la TV Pública,

Tras los líos en LRA por la no renovación de 16 contratos, llega la pelea de fondo en Canal 7

a Lombardi, como al resto de los más altos funcionari­os del Gobierno, le toca la difícil misión de ajustar su vasta área (que además incluye el CCK, Télam, Radio Nacional y Tecnópolis) al más estricto control de gastos que exige ahora el Presupuest­o 2018.

Después de las interesant­es experienci­as en 2017 de la tira Cuéntame cómo pasó y de las entrevista­s nocturnas de Cada noche, Lombardi quiere iniciar una etapa de mayor convergenc­ia en busca de nuevas y más jóvenes audiencias, actualizac­ión tecnológic­a y mayor austeridad, con un sentido federal e integrador del país, la implementa­ción de una plataforma digital de contenidos y la llegada de otras dos ficciones (El marginal 2 y una más en una sintonía similar al de la serie catalana Merlí).

Comenzó la temporada de festivales folclórico­s, que suele acercarle más audiencia cada noche a la pantalla oficial y se prepara para transmitir el Mundial con un ahorro, calculan, sobre Brasil 2014, de US$20 millones en la adquisició­n de los derechos correspond­ientes. Las cartas están echadas.

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