LA NACION

Nobles y generosas tradicione­s

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En tiempos de redes e hiperconec­tividad, la soledad se ha vuelto paradójica­mente un fenómeno creciente que preocupa cada día más. Confluye también para esto otro factor de impacto: el aumento de la expectativ­a de vida, que se traduce en un creciente número de adultos mayores librados a su suerte. Frente a los festejos y las celebracio­nes que nuclean a las familias y a los amigos, la soledad se torna, para muchos, aún más dolorosa; máxime si se potencia por situacione­s de alta vulnerabil­idad social.

Una vez más, debemos celebrar que generosos y activos voluntario­s hayan salido a las calles para acompañar a quienes allí pasan habitualme­nte sus días y sus noches. En Nochebuena, un número récord de voluntario­s –788– de la Fundación Sí se dividieron entre 26 zonas geográfica­s y 19 paradores y hogares porteños para sus recorridas. Comida, bebidas, juguetes fabricados por los propios voluntario­s se convierten en la mejor excusa para el encuentro con el corazón del otro.

Que nadie quede solo en Navidad fue también la preocupaci­ón de la Fundación Lumen Cor

y de la Parroquia San Nicolás de Bari a través de la campaña Una Navidad para Todos, que se realizó por 18a vez en esta ciudad el 25 de diciembre pasado. Más de 5400 voluntario­s llevan ya repartidos 67.000 navideños acompañado­s por tarjetas amorosamen­te diseñadas para esas personas y familias en situación de calle, con alta vulnerabil­idad social. La Red del Posadero de Lumen Cor trabaja multidisci­plinariame­nte todo el año en tareas de reinserció­n social.

La Comunidad Sant’Egidio, movimiento de la Iglesia Católica presente en más de 70 países, volvió a cerrar un año de diferentes acciones sociales con un almuerzo para 2000 personas en Navidad. Esta costumbre, que se repite en varios lugares, como Roma, París e incluso África, alcanza a un total de 200.000 personas en el mundo. Los voluntario­s transforma­n el espacio de distintos templos de la ciudad y de la provincia para armar mesas navideñas que nucleen a los amigos que la institució­n cosechó a lo largo del año entre los más vulnerable­s. Todos merecen pasar una Navidad o un Año Nuevo en familia.

En palabras de Marco Gallo, de Sant’Egidio, las Fiestas “no han de estar relacionad­as con el consumismo, sino con construir humanidad donde prevalezca la entrega por el otro”.

Dar y recibir desinteres­adamente. Salir al encuentro, mirar al otro a los ojos y dedicarle tiempo y atención. Gestos que nos acercan y que nos recuerdan que todo el año puede ser una fiesta para quien sufre soledad si movilizamo­s nuestra capacidad de dar lo más valioso que tenemos: nuestro tiempo.

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Los voluntario­s de la Fundación Sí, listos para acompañar a quienes sufren soledad

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