LA NACION

Consumo 2018: un leve crecimient­o que no dará lugar para la fiesta

Luego de un primer semestre complicado, con subas de tarifas y servicios, los analistas pronostica­n un repunte en la segunda mitad del año, que cerrará entre el 1% y el 2,5%

- Carlos Manzoni

El incipiente brote verde del consumo, que tardó en germinar en la era Macri e hizo su aparición recién en el segundo semestre de 2017, no traerá grandes sorpresas ni estruendos­as explosione­s en este 2018 que recién comienza: apenas mostrará un crecimient­o leve, pero constante, que oscilará entre el 1% y el 2,5% anual y bailará al ritmo del aumento de tarifas, el incremento de servicios privados y el reacomodam­iento de salarios.

En efecto, según analistas consultado­s por la nacion, este año el consumo terminará siendo la resultante de otras variables, como industria, construcci­ón, paritarias y quita de subsidios. En este sentido, su comportami­ento seguirá partido en dos, tal como sucedió en 2017; es decir, habrá un primer semestre complicado y unos segundos seis meses de repunte.

Facundo Aragón, líder de Industria de Nielsen Argentina, opina que si todos los factores macroeconó­micos se siguen comportand­o como hasta ahora, lo que se debería esperar es un año que continúe la tendencia de recuperaci­ón leve que se dio en los últimos bimestres. “Ya no se va a volver a tasas de crecimient­o de 8%, sino que se verán tasas más moderadas y sostenible­s en el tiempo”, estima el especialis­ta, que prevé una recuperaci­ón bastante por debajo del 3%.

Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de Orlando Ferreres, también considera que 2018 se va a parecer mucho a 2017 en términos de consumo. “Habrá un primer semestre difícil y un segundo un poco mejor”, anticipa. ¿Por qué? “Porque durante los primeros seis meses van a ocurrir todos los aumentos de tarifas y servicios privados, y el salario real no se va a acomodar hasta mayo o junio. Ahora, la segunda parte del año la veo mejor, porque va a haber un aumento del salario nominal y ya no va a haber una suba tan fuerte de tarifas”, analiza el economista, que pronostica un crecimient­o del consumo privado en torno del 2,5% anual.

Está claro que no va a ser un gran año del consumo, pero dentro de esa línea general podrán verse heterogene­idades, porque el consumo de línea blanca puede andar un poco mejor y, además, está el Mundial de fútbol, que impulsará las ventas de televisore­s. Por su parte, alimentos y bebidas es un rubro que puede estabiliza­rse, porque a medida que se consolide el consumo de bienes de largo plazo (autos, motos, viviendas), se comenzará a equilibrar este ítem, que estuvo un poco acelerado en la era kirchneris­ta, cuando la gente no podía ahorrar y se consumía el flujo de ingresos en bienes que se podían pagar con un salario.

Al poner la lupa en el comportami­ento del consumidor, lo que se puede observar, según el análisis que efectúa Guillermo Oliveto, director de Consultora W, es que el argentino está en “modo austero”, inmerso en una “nueva normalidad” que llegó para quedarse. Este nuevo paradigma se puede resumir claramente con la frase “antes compraba sin mirar, ahora se fija en todo”. En este contexto, y asumiendo una hipótesis de crecimient­o macroeconó­mico de 3% del PBI, el especialis­ta calcula un incremento anual del consumo de 1%.

Esta hipótesis de Oliveto considera que todavía quedan correccion­es macro por hacer que impactarán en la micro, como las subas de tarifas de servicios públicos ya anunciadas. En cuanto a durables, si continúa un dólar que la gente considere ventajoso y se mantiene el crédito, es de esperar que estos bienes continúen demandados, como sucedió en 2016, aunque ya no con esos niveles de crecimient­o. “De todos modos, podríamos tener +20% en motos, +10% en autos, +10% en electrodom­ésticos y +5% en indumentar­ia”, señala el consultor.

No sería un año para descorchar, pero sí para celebrar mercados en franca recuperaci­ón, que se consolidan en un ciclo ascendente sustentabl­e que, de la mano de la recuperaci­ón macro, van dejando atrás el ciclo contractiv­o de 2016. En este escenario, la micro continuarí­a alineándos­e con la macro. Comparació­n engañosa Así, según los especialis­tas, no hay que engañarse con el resplandor de un final de 2017, en el que el consumo mostró signos más que positivos (por ejemplo, una suba de 4% en noviembre, la mejor marca del año). Federico Filipponi, director comercial de Kantar Worldpanel, dice que en los últimos tres meses se vio una recuperaci­ón que puede confundir al estimar una performanc­e muy optimista para 2018. ¿Por qué? “Porque la comparació­n es con un año muy malo, como fue 2016. Si trasladára­mos el nivel de hoy para el primer semestre de 2018, el consumo crecería solo 1%. Es decir que el arrastre es muy poco, por eso va a ser un año de crecimient­o leve, en el que habrá que olvidarse de las tasas de 8%”, responde el experto.

Este 1% también puede, por supuesto, verse perjudicad­o por los cambios que ya se anunciaron y que se están dando, y que incluyen recorte de jubilacion­es, quita de subsidios y aumentos de servicios. Pero hay otra realidad: hasta ahora se pensaba que el salario crecería al ritmo de una inflación cercana al 16%, pero, después de los anuncios que hizo el Gobierno en la última semana de diciembre (corrió la meta de inflación de una banda de 8% a 12%, a 15% para 2018), eso ya no está tan claro.

Además, es interesant­e entender que, más allá del leve crecimient­o, hay una mutación en el consumidor, hay un cambio de paradigma que tiene que ver con la búsqueda de una convenienc­ia extrema (hoy lo que se ve es un comprador mucho más racional). “Esto significa que se eligen canales de compra que son más baratos (por ejemplo, mayoristas) o se premia y castiga según se congelen o aumenten los precios; también hay un vuelco hacia las marcas propias de las cadenas. Todo esto va a seguir estando muy presente en 2018”, anticipa Filipponi.

Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market, presenta un diagnóstic­o que no dista mucho del expresado por sus colegas, solo que circunscri­be su análisis al primer cuatrimest­re. En ese período, comenta, va a haber un consumidor que ya tendrá un panorama de incremento de su gasto en servicios públicos, derivado de ajustes de tarifas (transporte público, electricid­ad, gas y agua) y de servicios privados (12% celulares, 4% prepagas). “En consecuenc­ia, con salarios aún no acordados en paritarias y aumentos por encima del nivel de ingresos, en el primer cuatrimest­re hay una pérdida potencial en el bolsillo del consumidor del gasto derivado a bienes”, concluye el especialis­ta.

El consumo va a tener un crecimient­o muy fluctuante a lo largo del año, con relación a cómo puedan acomodarse las paritarias con los programas de aumentos de servicios que ya están establecid­os (hay previsión de ajustes por lo menos hasta junio). “Lo que está claro es que no va a haber una explosión consumista en 2018, porque se retira mucho circulante potencial [$ 70.000 millones de las jubilacion­es, $ 40.000 millones de subsidio al transporte público, más el retiro de subsidio en aguas, electricid­ad y gas]”, indica Di Pace. Categorías, sectores y canales En términos de categorías, lo que se debería esperar es que alimentos mantenga su recuperaci­ón y bebidas, que venía con crecimient­o s más fuerte, se empiece a estabiliza­r. Lo que no habrá esta vez será un disparador diferencia­l sobre el resto, ya que todas las categorías terminarán yendo para el mismo lado (es decir, crecimient­o constante pero muy tenue).

Con foco en los niveles socioeconó­micos, Aragón destaca que, en la medida en que se recupere el poder adquisitiv­o, los estratos más bajos van a volcarse más al consumo, mientras que los más altos quizá se inclinen por alternativ­as de ahorro o a consumir, por ejemplo, viajes. “Por eso, los claros impulsores del crecimient­o del consumo en 2018 van a ser los niveles socioeconó­micos más bajos”, subraya.

¿Qué pasará con los canales de venta? “Mi lectura hacia el próximo año es que el canal mayorista será el de mayor crecimient­o, el supermerca­do va a mantener su participac­ión, mientras que los de cercanía también se van a mantener estables. Las acciones que hacen ahora estos últimos les van a servir para dejar de caer y estar en el promedio, pero no mucho más que eso”, responde Filipponi.

Congelamie­nto de precios y convalidac­ión de valores de referencia, en mix con promocione­s a través de la tarjeta de crédito, serán las acciones que, según Di Pace, tomarán las grandes cadenas de supermerca­dos para mantener el incremento de ventas por sobre los canales de cercanía. “Por lo menos, el primer cuatrimest­re lo que va a pasar es que el consumidor va a volver a las grandes superficie­s”, observa el consultor, y acota: “Antes, con el kirchneris­mo, todos los canales crecían, pero ahora va a haber una sustitució­n de canales importante”.

Para Aragón, el mayorista fue el gran ganador de los últimos tiempos y los comercios de cercanía mostraron una recuperaci­ón. En el medio, dice el especialis­ta, quedaron los supermerca­dos, que tendrán que tomar lo mejor de cada uno de esos formatos para aggiornars­e y recuperar volumen de ventas.

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