LA NACION

La mejor platea para disfrutar la prueba: el aire

Los vuelos en helicópter­o permiten admirar los paisajes y la velocidad de los vehículos desde 350 metros de altura; hay 8 aeronaves

- Fernando Vergara

PISCO, Perú.– El motor del helicópter­o es apenas un ronroneo cuando los auriculare­s, como filtros, permiten concentrar­se en el deleite visual. Abajo, a 350 metros de altura, la inmensidad del desierto peruano. Una postal inigualabl­e del Rally Dakar, en un mar de dunas que despierta tanto fascinació­n como dolores de cabeza entre los participan­tes de la competenci­a motriz más exigente del mundo.

“¿Están listos? ¡A disfrutar desde arriba del primer día de competenci­a!”. El chileno Hans Eberl es uno de los ocho pilotos que están prestos antes de las 5 de la mañana para despegar apenas asoman los primeros rayos de sol. En su tercer Dakar es uno de los encargados de trasladar a distintos grupos de periodista­s para que vivan la competenci­a desde una altura que permite admirar el paisaje y la velocidad de los vehículos.

“Es el país que más se parece a África”, asevera Stéphane Peterhanse­l. Su afirmación no da lugar a dudas, pues la arena peruana provoca cierta remembranz­a del origen de esta competenci­a. El recorrido a bordo de un helicópter­o resulta fascinante. Abajo, a toda máquina, pasan el francés Cyril Despres y el mendocino Orly Terranova en medio de la euforia del público. Los pilotos, conocedore­s del terreno, señalan cada uno de los puntos convenient­es para ver la carrera de forma perfecta. En la aeronave el calor (35 grados) sofoca aun más. “Y yo estoy adentro todo el día”, dice Eberl.

El primer helicópter­o –todos llegaron desde Chile en despegar es el Delta, destinado generalmen­te a la dirección de la competenci­a y eventualme­nte a periodista­s para que disfruten una parte de la etapa. Los vuelos más tempranero­s tienen como prioridad la revisión de los trazados. Ayer, por ejemplo, debieron apartar de las dunas a más de 40 autos particular­es. “Es peligroso. Si viene una moto a toda velocidad y no los ve, los choca”, cuentan los pilotos de las aeronaves.

“Lo disfruto tanto como los competidor­es, porque también recorremos la carrera de punta a punta. Para nosotros el Dakar comienza antes de Año Nuevo”, dice otro chileno, Eric Hermann, que tiene 45 años y es piloto desde los 19. Por día, ellos cuentan más de cuatro horas de vuelo pero la jornada de trabajo se extiende más de 12 horas, de sol a sol. Los helicópter­os llevan diferentes nombres: “Golf”; “TVE”, para los camarógraf­os de televisión, y “Mike” (en el Dakar figuran el 1, 2 y 3), los encargadas de trasladar a los equipos médicos.

Cae el sol en Pisco. Es tiempo de reposo para los ocho helicópter­os que descansan en el campamento y sus conductore­s. Ellos también viven su propio Dakar.

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A. StApff / ReuteRS a sol y sombra: el Mini de nani roma, seguido por uno de los helicópter­os llegados de chile

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